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Michael Dougherty: Trick r’ Treat (2007)

A menudo obviamos la importancia de las festividades ubicuas que, secularizadas y desprovistas de tintes geográficos en la medida de lo posible, se funden a lo largo y ancho de las sociedades contemporáneas. Las disfrutamos, somos ligeramente conscientes de sus dinámicas y transformamos parte de nuestras conductas habituales para acoplarlas lo mejor posible a estas fechas; sin embargo, rara vez nos preguntamos cuáles son los motivos para que una festividad semejante perdure en sus diversas formas. ¿Se trata de una estrategia comercial basada en nuestra habilidad inherente de fraternizar? ¿Es acaso el ánimo de añadirle lascivia y trasvestismo a nuestro atuendo y no ser juzgados por eso? ¿Le da empleo a maquillistas y diseñadores de efectos especiales que se encuentren cesantes? Cualquiera de estas respuestas es válida, pero debo decir que lo que más me convence son los dulces, y por supuesto, los monstruos. Trick r’ Treat tiene todo lo anterior, en formato audiovisual, por lo que la noche será larga y provechosa.

La presente película nos es ofrecida por un guionista con algo de bagaje en la industria hollywoodense, Michael Dougherty, responsable de escribir X-Men 2 (2003) y la infortunada Superman Returns (2006), aunque nada de esto debería ser señal de alarma o agravio, ni nada cercano a esos lindes. La historia emplea como eje central al pequeño Sam (apropiadamente interpretado por el jovencísimo Quinn Lord), personaje que ya había sido empleado en un antiguo cortometraje de Dougherty, Season’s Greetings (1996) y que provisto de una máscara de arpillera y una enternecedora pijama naranja se añade con facilidad a los anales de las criaturas del universo del terror, una suerte de cruce del Asesino con Máscara de Costal de Nightbreed (del que ya he hablado con anterioridad) y uno de los niños enjambre de The Brood (1979). Con esa descripción inicial ya me es posible anotar que esto, más allá de ser un pastiche conmemorativo, es casi una apología al cine de horror y a sus criaturas, empleando con decente pericia una gran variedad de recursos narrativos que aparecen con frecuencia en el género, en ocasiones sacados del cajón y cuando no, con un toque ciertamente distintivo.

Una hábil mezcla entre lo entrañable y lo horrendo.

Lo que hace de esta película algo realmente especial y aparte, además del arraigo de menciones y ecos que van desde Evil Dead (1981) hasta Peanuts, es la estructura del guión. Narrando los sucesos acontecidos en una sola noche de Halloween, el argumento escinde la víspera en 4 historias distintas que suceden en un pueblo de modesto tamaño en algún lugar de Ohio, haciéndole un guiño al Haddonfield, Illinois creado por John Carpenter. Adicional a Sam, el eje temático resulta siendo lo especial de la fecha, en la que ‘monstruos y otras cosas salen a dar vueltas por ahí’; mas por si fuera poco, cada pocos minutos nos topamos con un punto de giro que subvierte lo que consideraríamos regular. Para tal fin, el reparto no es ostentoso pero cumple a cabalidad su trabajo y representa reconocibles esquemas de varios subgéneros de cine nocturno, o al menos eso nos quiere hacer pensar el largometraje en medio de su manida táctica de mostrar y engañar.

Si sólo se tratara de la novedad que comprende hilar giros sorpresivos a cada nada, estaría revisando esto con una óptica más “A Quemarropa“, o siquiera si me molestaría en lo absoluto, tratándose de alguna superchería shyamalanesca de cuestionable valor. Una vez más, añadiendo al valor integrado de Trick r’ Treat está el que los sucesos se encuentren organizados de tal manera que es necesario ver la película más de una vez para comprenderla lo acontecido en su totalidad, y además notar el esmero con el que las historias han sido entrecruzadas a partir de astutos planos que nos sugieren una cronología interna, aunque en principio pueda parecer algo descalabrada la continuidad; de una forma u otra no hay muchas posibilidades de darse cuenta, si no es por la fotografía que, como una moda de la segunda mitad de esta pasada década, combina tonos cian con naranjas, resulta por las sorpresas que nos llevamos con sencillos artilugios del montaje y las ya mencionadas subversiones de la expectativa.

Nunca despreciable: la misteriosa belleza de Anna Paquin.

Es notable ver también cómo se imbuye la tradición de las leyendas urbanas, leña de hoguera si se conoce alguna en estas fechas, para incentivar un contenido subtextual. Una de las herramientas que emplea Sam, con el fin de justificar sus nobles acciones festivas, es un bisturí integrado a una barra de chocolate, y se arroja en algún punto la linea “Always check your candy“, ofrecida por cortesía del director de escuela Steven Wilkins (Dylan Barker, el Dr. Kurt Connors de la saga Spider-Man de Sam Raimi), a medio tiempo un ejemplar padre de familia, medio tiempo asesino en serie.

La dirección de arte es bellamente meticulosa y cuidada, otorgando ese ambiente de pueblecillo otoñal, que con sus pórticos decorados y calles estrechas hace las veces simultáneas de barriada tranquila y rincón ideal para llevar a cabo unos cuantos homicidios. Las imágenes generadas por computador apenas si hacen su aparición, dotando de sobrenaturalidad a los personajes con un colorido vestuario, prótesis verosímiles y animatronics en los casos más aventurados. Después de todo, estamos ante un clásico escenario de criaturas que comparten un universo irreconciliable con los humanos, marcar la diferencia no es una labor tan compleja.

Conocer el argumento tras haber visto la película, una vez más, no arruina el visionado de la misma y permite concentrar la vista en otros detalles, dependiendo hasta qué nivel se le quiera dar disfrute. Dougherty no ha vuelto a dirigir nada desde entonces, pero nos queda esperar a que otros realizadores más o menos independientes sigan el ejemplo y jueguen con aquello que el vox populi considera formuláico y caído a menos; es un horror dirigido más a divertir y aleccionar que a cualquier otra agenda, y como un manifiesto de cariño al género funciona muy bien.

“Happy Halloween.”

Yoshiyuki Tomino: Space Runaway Ideon – A Contact (1982)

Este artículo es sobre la primera de dos películas de “compilación”. Para leer sobre la clásica y definitiva segunda parte, Be Invoked, no hace falta más sino hacer click aquí.

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Las historias que contamos, de alguna manera u otra, encierran nuestra percepción de la humanidad y sus valores. Es inevitable, aunque seamos iletrados tanto literaria como cinematográficamente (por citar apenas dos maneras de leer el mundo) estamos versados en el arte de contar historias, la gran mayoría de seres humanos tenemos acceso a un reporte comunicativo que da cuenta de las diversas maneras en las que la realidad nos ha impresionado. Por otro lado, hay ocasiones en las que esa percepción y narración del mundo no coincide del todo con la percepción externa que se tiene de nosotros. Seres que podrían pasar por pacíficos, inofensivos e ingenuos se hallan en potenciales condiciones de contener un universo narrativo sumamente hostil y crítico, y no dudo que esta sea la historia de uno de ellos. Pero antes, quisiera hacer una pequeña digresión temporal.

Los años 80′. Las duras secuelas de posguerra para Japón ya habían pasado hacía un par de décadas, gracias al enorme esfuerzo de los salarimen (léase ‘sararimen’, y entiéndase por ejecutivos y hombres de oficina, grupo eminentemente responsable del resurgimiento económico de la nación, cómo en el Super Business Adventure) y en la tierra del Sol Naciente estaban todos al tanto de las fluctuaciones de la cultura en occidente, incluso apropiando aquello que les resultaba de mayor interés. Recientemente el campo de la ciencia ficción se había establecido como algo más que un medio vulgar cundido de escritores mediocres y pecuniarios, y gracias a escritores como Phillip K. Dick, Arthur C. Clarke y Stanislaw Lem el medio escrito empezó a fomentar lecturas sociológicas de alto calibre revestidas en la piltrafa de naves intergalácticas y máquinas del tiempo. Empleando de nuevo la dupla literatura-cine, la importación de obras seminales como 2001: A Space Oddysey (1968), Solaris (1972), Logan’s Run (1976), Star Wars (1977) y la serie de televisión Star Trek abrió todo un mundo de posibilidades a una nación ya entecada en el tema de la vida extraterrestre y las implicaciones de un intercambio cultural. La Guerra Fría, con su carrera armamentística observada desde buena parte del globo, también hizo su tanto.

Yo ya he visto esto antes.

Los fans de estos renovados géneros empezaron a aparecer por montones. Yoshiyuki Tomino ya era un nombre de casa para principios de los años 80, habiendo trabajado para Ozamu Tezuka (el responsable de Astro Boy y el equivalente nipón a Walt Disney), aquel ya conocía muy bien el mundillo de los mecha, subgénero de la ciencia ficción que comprende gigantescas máquinas a menudo piloteadas por humanoides, las cuales se enfrentan a amenazas de aproximadamente su mismo tamaño. La temática había evolucionado muchísimo a partir del gigante de hierro Tetsujin 28-go (el manga de 1956 y la serie de anime de 1963) y tras el éxito de Mazinger Z (manga y anime de 1972) se sedimentó la gran mayoría de conceptos que caracterizan este tipo de historias, entre ellos las supermáquinas movidas por métodos desconocidos y que pertenecían a civilizaciones olvidadas, los científicos dementes y los pilotos que se convierten en uno con su vehículo. Tomino, a lo largo de la década de los “Super Robots” trabajó en tres animaciones de televisión vagamente distintas, siendo ellas Brave Raideen, Voltes V y Zambot 3, siendo notable esta última por la muerte de sus protagonistas al final de la serie, algo que recordaré más adelante. Años después, en 1979, Tomino creó Mobile Suit Gundam y cambió el panorama del género para siempre, alterando la manida costumbre de relatos maniqueístas del bien contra el mal y el concepto de las máquinas superpoderosas, tópicos que fueron reemplazados por morales más bien ambiguas y diseños sencillos producidos en masa, aludiendo a contextos más militarizados, plausibles y cargados de discusión. A este cambio se le llamó “Real Robot” y daba fe de la transformación del Japón a través de su contacto con la cultura estadounidense. Contacto, qué hermosa palabra, así debí haber empezado este artículo…

Menuda introducción.

Con esa palabra mágica abre esta película que realmente no es una película sino una compilación de diversas fuentes, mas haciendo gala de un pequeño agujero legal puedo tratarla como tal y darle de alta en este espacio. Space Runaway Ideon fue una serie emitida en 1980 y dirigida en su totalidad por Tomino, desviándose un poco de lo ya obtenido en MS Gundam y volviendo, en apariencia, a las raíces del “Super Robot”. La serie, enmarcada en el año 2300 de lo que aparentemente es nuestra era, consiste en los avatares de una máquina gigantesca conformada por tres camiones que se fusionan, Ideon, construída por la Sexta Civilización y enterrada en el planeta Solo junto con una nave espacial diseñada a medida del coloso, así como las tragedias que acaecen sobre la expedición arqueológica humana que descubre estos artefactos. Ideon, además de su intrínseco valor científico para la expedición, responde a unos intereses distintos frente a una civilización extraterrestre que casualmente pasaba por ahí, los habitantes de Buff Clan (no es un clan o una familia de algún tipo, ese es el nombre preciso del planeta) quienes, a pesar de su aspecto chocantemente humano y su elevadísimo nivel tecnológico, llegan a Solo gracias a la superchería que emana de una antigua leyenda/profecía, débilmente relacionada con un fenómeno natural que ha venido aconteciendo en su planeta, la leyenda de Ide. A eso le llamo yo ciencia.

Karala, una alienígena de Buff Clan, tiene la misión de investigar el planeta Solo y observar pistas que den con el paradero de Ide, descrito como un ser cuya constitución se escapa de la comprensión mortal y en el cual reposa el destino de los billones de vidas que pululan en ese sector de la galaxia. Su obstinación la llevará a liderar ella misma la expedición, lo que precipitará el contacto entre ambas civilizaciones. Los humanos, aunque armados, no muestran hostilidad ante el contacto, mas el fuego pronto empieza a ser intercambiado cuando uno de los miembros de la expedición alienígena bombardea la excavación del Ideon, alegando lo que hoy conocemos como “ataque preventivo”. Durante este ataque conocemos al protagonista de esta historia,  Cosmo Disco Yuki, a sus amigos Kasha, el pequeño Deck acompañado de la ardilla azul Rapappa (?) y al profesor Formossa que, tras haberlo visto menos de un minuto, muere frente a nuestros ojos gracias a una horrible explosión. Prepárense, porque es la primera (y más suave) de muchas experiencias similares a lo largo de esta película y la otra.

Igual, la segunda mitad del siglo XX nos ha enseñado muchas maneras para demostrar nuestro asombro, aprovechemos.

Cosmo y co. se embarcan en los camiones que conforman el Ideon, sin tener la menor idea de que este pueda llegar a hacerle frente a la expedición alienígena. Afortunadamente para los humanos, los camiones se unen para formar una sola entidad, un gigante metálico color rojo de 128 metros de alto que oblitera a la gran mayoría de las fuerzas invasoras, y en medio del fragor de la batalla Karala pierde su transporte, y sale en busca de refugio en compañía de su críada Mayaya; el esfuerzo de la tripulación del Ideon, no obstante, resulta insuficiente y el rencor de los alienígenas los impulsa a destruir la ciudad de los colonos humanos, obligándolos a escapar del planeta Solo en la nave que acompañaba a los camiones y que hasta ahora jamás habían visto en funcionamiento.

Entre los refugiados civiles se mezclan las dos alienígenas sin mucho éxito, siendo capturadas con prontitud dada su carencia de documentos de identidad humanos, y puestas como chivos expiatorios del exilio forzado. A pesar de que Mayaya es asesinada dentro de una jaula y de manera nada ceremoniosa, Karala es escuchada y eventualmente indultada de una muerte similar. Nos enteramos de que ella pertenece a una familia de alto rango en la sociedad de Buff Clan, por lo que su supervivencia resulta de vital importancia para varios miembros de la tripulación de la Nave Solo, como bautizan al arca de peregrinaje en la que se encuentran. Cosmo, por otro lado, intenta hallar razones para comprender la actitud de los alienígenas y el por qué están siendo perseguidos a muerte por ellos, siendo que esto podría estar relacionado con el Ideon, y por supuesto, con la jugosa leyenda de poder detrás de la máquina. A partir de ese punto la violencia empieza a escalar y lo que se pone en juego cada vez resulta más truculento, involucrando con fuerza a muchos de los miembros de cada bando, cada quien adquiere más razones para luchar… Aunque lo que se muestra no queda claro del todo, gracias a que esto es una compilación.

“¿Podrían ayudarme a conectar estos cables A/V? Tengo la serie completa grabada en VHS, tal vez entendamos algo.”

Como ya lo había mencionado, el carácter de esta película está concentrado en dar una idea de los sucesos acontecidos a lo largo de 39 capítulos emitidos desde 1980, y aunque habían sido planeados como 43 en principio, por motivos que podrían ser llamados “La maldición de los robots lúgubres” esos últimos 4 capítulos fueron cancelados dado un corte de presupuesto; lo mismo le sucedió a Tomino con Mobile Suit Gundam en su tiempo y sucedería alrededor de 15 años después con Hideaki Anno y su serie Neon Genesis Evangelion (1995), de la que ya he hablado acá en otras ocasiones y que, incidentalmente, tiene más de un estrecho vínculo con Space Runaway Ideon, al menos de acuerdo al testimonio del mismísimo Anno. La seriedad y amargura con la que Tomino aborda la serie-película es lo que impresiona, dejándonos una muestra de las tribulaciones por las que tienen que pasar los tripulantes de la Nave Solo, con el Ide como único testigo, juez y verdugo del destino de todos los mortales a años luz a la redonda. Es evidente que, habiendo tantos personajes en el reparto y comprendiendo una historia tan compleja, en apenas hora y media resulta absurdo abordar cuestiones como profundidad del personaje, arcos de transformación y demás, que demandarían (como recomendación) ver la serie completa. ¿Cuál es la intención de acortarla de esta manera?

En el mismo 1982 junto a esta misma “película” se lanzó, a petición del público, lo que vendrían siendo esos últimos 4 capítulos jamás emitidos, que a pesar de haber sido lamentablemente resumidos en los últimos 2 minutos del episodio 39 de la serie original (no es broma) tenían en sí el desenlace inesperado de una historia de incomprensión, xenofobia y en últimas el perdón hacia la vida, de la mano de la resurrección de los buenos sentimientos. El mismo Tomino se sorprende en la actualidad que tanto la serie como esta película de compilación y el súper episodio final hayan sido tan tristes y desesperanzadores, a la Zambot 3 (que no se me había olvidado) chocando más de una juventud en el proceso al exponerle la muerte como nunca antes se había visto en la animación, corriente e inexorable, tal y como la hemos conocido siempre. Claro está, que la Parca esté vestida de aleación lo hace más interesante y llevadero, sin contar con la sorprendente narrativa con la que esta serie pasó desapercibida en su tiempo pero que, viendo las influencias, debería dársele al menos un pequeño reconocimiento. He aquí mi parte.

Así se resuelve un conflicto al estilo Tomino.

Si buscan lo suficiente podrán encontrar esta película completa en foros o incluso en YouTube. Jamás llegará a Norteamérica, y mucho menos acá, por lo que conocerla de esta manera no es realmente un crimen, sin mencionar que los fansubs son usualmente de buena calidad. Un poco más de información (y el crédito donde debe ir) puede hallarse en este sitio fan de la serie (Link fallecido, acá reproducido en archive.org), que también aporta su tanto sobre las películas. Por lo pronto me retiro, hay una segunda parte que espera visionado.

El 18 de Agosto

Es un día que difícilmente puede escaparse a la memoria, aquel en el que Dustnation y yo optamos por plantear esta iniciativa incipiente. Los elementos ya estaban ahí desde hacía mucho tiempo, nuestra común admiración por The Pink Smoke (el conocimiento de su existencia se lo debo a mi colega), el desierto del tedio que componía nuestro tiempo fuera del campus universitario, así como todo ese farfullo que brotaba en cuanto hablábamos de alguna película que no se mencione muy a menudo. De ese modo, sólo nos hacía falta darle forma a todo ese montón de fool’s gold que tenemos aún en nuestra posesión, con notoria abundancia.

Nace Filmigrana, concretamente, no como un sitio de reseñas concretas y que vayan al punto de la obra audiovisual en cuestión, sino como un delicado, intrincado y frágil trabajo de unir hilos de oro y plata, referencias y pasajes que se retuercen en sí mismos y son luego terminados por sutiles fotogramas y comentarios-al-pie dispuestos en las volutas. Nuestro objetivo inicial era ese, un enorme despliegue de pensamientos que, lejos de ser interpretado como la ansiedad del hombre contemporáneo por comunicarse, resulta como la tranquilidad de pasear por muchos caminos y portones decorados, usualmente sin ningún fin más allá del disfrute de la ruta escénica.

¿Cuáles eran nuestras expectativas cuando iniciamos esta labor, y qué logramos con respecto a aquellas? Como muestra de esa ingenuidad compartida, pongo sobre la mesa que no esperábamos tener más de 1000 visitas en lo corrido del año, porque consideramos que posiblemente la Internet es para gente talentosa y apuesta; aunque descubrimos que eso último es efectivamente cierto, pudimos romper la brecha autoimpuesta tras contar, a lo largo del año, con 4709 visitas, muy pocas de las cuales eran producto del spam o algún tentáculo de la industria pornográfica (en instantes abordaré esto).

En principio nos resultó impensable que alguien quisiese ayudarnos con esta chifladura, ya muchas personas están ocupadas atendiendo sus estudios, trabajos o tiempos de ocio en la red como para querer escribir artículos que probablemente nadie lea, o al menos no voluntariamente. Sin desprendernos de un sólo centavo hemos contado con la inestimable ayuda de Demuto, presunto editor del blog y demonio fásico, quien todavía trabaja arduamente para poder cumplir con su quota de Errol Morris; JNMGLVDL, Samuelmorel y K0walsky han sido hasta ahora los proveedores de la visión más refrescante y alentadora en el sitio, cuando mis artículos sobre Julia Roberts y el cine mudo no dan más abasto en cuanto a generar hastío se refiere.

Nuestros lectores no son menos importantes, y estoy seguro que nada de esto se estaría publicando si no sintiera la necesidad de ingeniarme una forma indecente de darles las gracias. Me doy el lujo de citar a Ultramundano y a Santiago, que no han vuelto por acá; al miserable Patan’s Bully, cuyos comentarios llenos de sorna y desidia extrañamos constantemente; a Profano y a GvS, activos y sagaces observadores siempre con un notable apunte para ofrecer, tanto como el buen Mr. D’Leh, que nos ha ayudado a promover esta humilde publicación en tierras aztecas (o al menos eso creo); no dejando por fuera a algunos otros de aparición breve, cuyo retorno también anhelamos. Para quienes son fieles lectores pero no han opinado todavía, nos preguntamos constantemente por qué no lo han hecho ya, y agradecemos igualmente sus subscripciones o su atención en cuanto las notificaciones de Facebook o Twitter cobran vigencia. Recuerden, una subscripción no los compromete política o emocionalmente con Filmigrana, pero estarán al tanto de nuestro cuestionable despliegue verbal.

Ahora, como me quedo sin cosas que decir (finalmente), haré una pequeña mención de las cifras más relevantes, las más inócuas y por supuesto, lo más absurdo que ha llegado hasta nosotros.

  • La mayoría de nuestros lectores han llegado desde Facebook, con 572 clicks en la infame red social. Formspring.me ha traído 80 clicks y las subscripciones por Hotmail unos 32 clicks llenos de fidelidad.
  • Aunque es bastante difícil establecer cuál es el artículo más leído, gracias a la aparición de éstos en formato completo desde la página principal, podemos decir que 116 personas han entrado sólo a ver Escape from New York (1981) de John Carpenter, naturalmente redactada por Dustnation.
  • Aparte de ‘filmigrana‘ con 121 visitas, los términos más buscados para llegar a nuestro sitio son ‘snake plissken’ con 54 búsquedas, ‘robocop’ con 40 búsquedas (de quien curiosamente no existe artículo alguno) y ‘foolish wives’ con 18 búsquedas. Por otro lado, ‘telón de teatro‘, ‘telon‘ y muchas variaciones de éstos reúnen un notorio grueso de búsquedas, a pesar de que no hay muchas referencias al teatro o sus telones en nuestros artículos, pero, en materia de absurdo…

Abordando el asunto de los términos de búsqueda, el hacer público esto generará mucho más tráfico lamentable, pero es menester mencionar que hasta nosotros han llegado búsquedas como las siguientes:

  • ver gratis pelicula depravacion con niñas desnudas¡¿?!. En cualquier caso, no parece ser algo que se consiga completamente gratis.
  • historias de hallowen que asusten a bastante‘, probablemente buscado por los mismos sujetos del término anterior.
  • taza de cafe margarita‘, una relación de términos que se me antoja desdeñable.
  • cronenberg “prince of darkness”‘ es un fallo hilarante.
  • descompocicion de la luz al pasar por los cuerpos‘ sugiere que este sitio tiene algo que ver con ciencia o la razón, y no hay nada más lejos de la verdad que eso.
  • ‘imagenes de morros parando el dedo’ no parece tener ningún sentido, al menos en una lengua no-antediluviana como la nuestra.
  • ¿que demonios rodando los cementerios?‘ es una pregunta que nos hacemos muy a menudo, pero jamás en un motor de búsqueda en Internet
  • pelicula fuga de prision canibalismo‘ suena como un pitch excelente. Patente pendiente.
  • fotos de anos desgarrados tomadas por medicos‘ es un tema de estudio sencillamente absurdo y aterrador.
  • que significa la palabra carpentes‘. Para la curiosidad de todos los que quieran saberlo en un futuro, esa palabra no significa nada.
  • videos patanes y tranformados en formas‘ es posiblemente nuestro favorito, tal vez convirtiéndose en el slogan futuro de la página.

Y así, ad infinitum. Siendo esto apenas un asomo de lo mucho que nos hemos divertido y la reafirmación de lo mucho que seguiremos trabajando en el tiempo venidero con este pequeño rincón de imágenes, que sin importar lo mucho que se difunda seguirá siendo nuestro espacio y el de todos ustedes, estimados lectores.

Diviértanse, y que sean muchos años más en este mismo espacio.

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Como postscript, el número de correos envíados a lo largo del año a filthysnobs@gmail.com, el buzón oficial de Filmigrana, es 1. Aún esperamos con gusto sus artículos, opiniones, preguntas y todo el hatemail anónimo que nos quieran enviar.

Sergio Corbucci: Django (1968)

Espaguetti para todos

Regocije a sus invitados con un fino detalle de coquetería para el paladar, sin que olvide aderezarlo con un toque de especulación hipster para una velada memorable (también puede recurrir al performance artístico si su alma está lo suficientemente perdida en la selva negra).

INGREDIENTES

  • 6 tomates enteros bien maduros
  • 4 cucharadas de aceite de oliva, extra virgen
  • Unos dientes de ajo (al gusto)
  • Sal y pimienta al gusto
  • Queso pecorino o parmesano rayado
  • 200 g aprox. de espaguetti

*Opcional para el artista nacional: una lata importada y sin abrir de EspaghettiO’s® , un abrelatas y unas tijeras.
Si algo aprendí en el examen de aquel selectivo proceso para entrar al validadero/circo de la pedantería y el esnobismo that is my sweet art faculty, es que la gastronomía italiana (o al menos la noción colectiva que se tiene de ésta) resulta no ser del todo italiana, sino más bien un híbrido entre productos de distintas regiones del mundo; el tomate por ejemplo (quid de la cosa nostra) resulta ser un producto autóctono del continente americano, por lo que su inclusión en la improvisada, práctica y nutritiva cocina lombarda no se ubica sino hasta después del siglo XV. Resulta de mi agrado ver cómo se repite la historia más de medio milenio después, con el género conocido como espaguetti western, gran influencia de herr Tarantino y otros hijos de la cultura  sesentera-setentera como el Profesor Rock, los Corleone, los Manson, Travolta, los chicos del Septiembre Negro ¡Y hasta el simpático Lance B. Johnson! Todos unidos por una red extensa de espaguetti.

No tengo idea de lo que quise decir con esto, pero usualmente cuando se habla del género en cuestión suele saltar a la luz el nombre del Maestro, el Poeta, el Fanático… El gran Sergio Leone, con su escasa pero genial obra, de la cual supongo que ustedes se habrán empapado alguna vez; aún si no han visto las películas es probable que de alguna u otra forma hayan tenido contacto, así fuese escuchando la banda sonora de éstas en alguna parodia de las Fantasías Animadas de Ayer y Hoy, o viendo la sección deportiva homónima a la pieza maestra de Leone.

No obstante, las siguientes líneas no son para hablar del Gran Leone, sino de otro realizador cuya obra prolífica ha dejado grandes joyas en el baúl. Apodado cruelmente por los medios de la época como “el otro Sergio”, siendo también frecuentemente omitido por historiadores y críticos hasta el punto de que su legado ha sido casi olvidado, tanto así que aún valiéndose del zeitgeist virtua-pirata, el acceso a su obra resulta difícil e infructuoso. Hablo de Sergio Corbucci, todo un esteta del espaguetti, así que sin más ni más, doy inicio a la primera entrega de la Trilogía Corbucci.

Primera Parte: Ponga a hervir el agua, eche aceite y sal al gusto y luego de que hierva, agregue los espaguetti.

DJANGO (1968)
Tras cuatro largometrajes engullidos por la vorágine del fracaso que nos amenaza a todos, Corbucci logró pegarle al perro con su pieza de culto titulada Django… Django… Django, vaya exquisitez fonética que puede generar una J después de una D, casi suena como una Y… ¡Tan exquisita como la pasta misma!

Ahora bien, digamos que el protagonista (¿Epónimo?) de la cinta tiene ciertos problemas de identidad, y no precisamente con aquel simpático guitarrista gitano. Me explico: el héroe (interpretado por Franco Nero) es un hombre misterioso, vestido de negro, que todo el tiempo arrastra consigo un ataúd por el desierto, y sus conocidos se refieren a él como Django; mas, en un punto de la película, este revela (SPOILERS!) que Django está muerto dentro del ominoso cajón, y no mucho después descubrimos que en el interior de éste se encuentra depositada, nada más y nada menos, que una ametralladora Gatling apropiada para despedazar a sus enemigos. Incluso después de este suceso, el héroe sigue respondiendo al nombre en cuestión, dando a entender que su persona y la poderosa ametralladora son una sola entidad.

La cuestión metafísica de la dualidad podría explicar la munición infinita y la violación de leyes físicas, en especial la del retroceso al disparar un arma.

Resumiendo la trama, Django va por el desierto cargando el ataúd en cuestión, mientras rescata prostitutas y masacra forajidos, pero resulta que los sádicos bandidos pertenecen a la banda del Mayor Jackson, una especie de dictador de la región que disfruta jugando tiro al blanco con los rebeldes mejicanos mientras él y sus hombres portan con glamour prendas rojas, similares a las del KKK.

Una pasarela de la muerte, con el único objetivo de asesinar al bastardo de Django.
“¡No contaban con mi astucia!”

La insolencia de Django lo convierte en un objetivo militar, lo que mueve a aquel a forjar una alianza con un viejo conocido y room-mate de prisión, el líder del bando rebelde: general Hugo Rodríguez, encarnando el arquetipo del revolucionario en una suerte de mix-n’-match entre Pancho Villa y Emiliano Zapata. Rodríguez lucha contra las tropas de Jackson por la libertad de su pueblo, pero como los fondos para la revolución escasean éste planea, con su viejo compañero de andanzas, el robo de un conveniente cargamento de oro ubicado en un fuerte, resguardado por el ejército. Django acepta ayudar a cambio de una tajada del botín. El asalto es exitoso, los ánimos del ejército mejicano están por los cielos, y cuando la celebración se convierte en bacanal, es entonces que salen a relucir los  pelos de roedor desértico en el héroe; en un increíble acto de faltonería decide escapar con todo el oro, mandando así al infierno los sueños de libertad del general y sus hombres, mientras nos dejan muy en claro como a Django le importa un rábano el bienestar y futuro del pueblo frijolero.

El general haciendo gala de su ingenuidad.

Posteriormente Django es capturado y castigado, sucediendo de una forma tan ejemplar y violenta que la escena en cuestión facilitó la censura del film en el Reino Unido hasta dos décadas después de su lanzamiento. Los eventos que suceden a continuación prefiero guardármelos, y esperar que ustedes mismos vean la resolución tan  magistral de esta joya de culto.

Como datos curiosos, en el año 2006 salió una producción japonesa bajo el nombre de Sukiyaki Western Django, fuertemente basada en la seminal Yojimbo de Akira Kurosawa y también llena de referencias a las películas del genero discutido en este artículo, predominando las de Leone y Corbucci; la película es algo surreal y contiene aquello propio de la fritera nipona, así como uno de los personajes es interpretado por el ya mencionado herr Tarantino.

“Soy un pésimo actor…”

Muchas secuelas no oficiales salieron de la película original, pero no sería sino hasta 20 años después que emergería la continuación “oficial”, protagonizada por el mismo actor de la primera, titulándose esta nueva producción Django il grande Ritorno. Corbucci no tuvo nada que ver en esta entrega, más allá de la creación del personaje. Tanto la producción como dirección es italiana, curiosamente el director Nello Rosatti adoptó el pseudónimo americano Ted Archer, vaya a saber alguien por qué. ¿La sinopsis? Django ha abandonado su pasado sangriento para internarse en un convento bajo el alias de Hermano Ignacio, siendo ahora su único propósito hacer el bien y sembrar la paz; sin embargo, un sádico y carismático militar que colecciona mariposas, “El diablo Orlowsky“ (Christopher Connelly) se encargará de traer de regreso al viejo carnicero que todos conocemos. Aunque en lo personal la película tiene algunos momentos, es en general bastante floja y carece de la pasión que registra la primera. Más notorio aún resulta el que toda la producción del film fue realizada en Colombia. Así es, compatriotas, ¡Colombia!… Aunque el marco espacial se desarrolle de nuevo en Méjico. A diferencia de muchas piezas de su género, el ambiente de esta película no es desértico, sino más bien un matorral verde y espeso lleno de indígenas con sombrero y guacharaca; incluso, en un punto de la película le vuelan la cabeza a uno, mientras transporta frutas en su chalupa por el Alto Magdalena, uno de los momentos cumbres ya mencionados.

Ya casi cerrando, a continuación ofrezco el top 3 de los personajes más garras y autóctonos de la película:

El chef de “el diablo”, reposando apaciblemente en su chinchorro.
La esclava favorita de “el diablo”, propia de alguna miniserie de pandillas.
Como Robin es a Batman, Juanito es a Django.

Las últimas líneas de la saga Django rezan:“Volveré, algún día volveré”. Ya han pasado más de 20 años desde estas palabras, tal vez  uno de estos días éste cumpla su promesa y lo haga en otro largometraje, o tal vez regrese como Alf: en forma de fichas.

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Epílogo: semanas después de escribir este ensayo, un buen amigo hizo llegar a mi conocimiento una noticia que me dejo atónito y aquí concierne a todos: se trata de la actual preproduccion de una nueva iteración de Django. Asi es, desde su aparicion en el 76 y tras mas de dos decadas de ausencia, éste cumplira su promesa de regreso. Magno y triunfal, casi sublime, casi un Julio César regresando de la Galia. El medio para dicho ritorno lo marcará un largometraje dirigido por el mismísimo Quentin Tarantino que tanto he mencionado a lo largo de estas letras.

La cinta hasta el momento se titula Django Unchained y su fecha de lanzamiento se estima sea para el 2012. El casting también promete, aunque por ahora sólo sean rumores de quienes interpretaran los papeles; figuran actores del calibre de Leonardo Di Caprio, Jamie Foxx, Christopher Waltz, Kevin Costner, Samuel L. Jackson, Bruce Willis y, cómo no, Franco Nero como tal.

No resta más que esperar cómo se desenvuelven los eventos a venir, por ahora me regocijaré en el éxtasis de la anticipacion: ¡Bendito sea el 2012, año lleno de promesas!

John Carpenter: Assault On Precinct 13 (1976)

Influencias, influencias. Tan sólo 2 años después de dirigir su influencial “Dark Star” Carpenter pondría sus vistas en el homenaje. Si su primera obra era una seminal pero desconocida aventura en el espacio, su segunda sería el cruce entre un western moderno (moderno siendo la ciudad de Los Angeles en los años 70) y una primera excursión en el campo del terror (en el largometraje, ya que ciencia-ficción y horror habían sido temas fundamentales de sus cortos universitarios). Por supuesto que acabaría siendo una fuerte influencia en sí misma: llamada una de las mejores películas de acción de la década (género en el cual entra y sale constantemente en el transcurso de sus 91 minutos), calidamente acogida por el público y la crítica Europea donde fue recibida como una de las mejores películas del año en el Festival de Londres (es además una de las películas favoritas de Edgar Wright y Simon Pegg que le pagan tributo ocasional en la gran “Hot Fuzz”) e incluso re-imaginada en dos ocasiones distintas por directores franceses (Florent Emilio Siri, “The Nest”, y Jean-Francois Richet bajo el mismo nombre).

Lo cual es en general bastante destacable de un film que es en sí la re-imaginación de otro film que es una gran influencia en sí mismo: “Rio Bravo” de Howard Hawks. La intención original de Carpenter, de hecho, era filmar un western, pero desafortunadamente “Dark Star” no había sido suficiente para poner su nombre entre la lista de confianza de Hollywood, lo que le dejó con un ingeniero de Filadelfia para hacer las veces de productor. ¿Su presupuesto? 100,000 dolares, 40,000 más que en su intento anterior, pero con la misma libertad de hacer lo que quisiera. ¿El resultado? Carpenter decide trasladar su premisa original (una variación sobre “Rio Bravo”) a la modernidad. En el famoso western de 1959, John T. Chance (el perenne John Wayne y el seudónimo usado por Carpenter a la hora de editar su película) arresta a el peligroso Joe Burdette y tiene que enfrentar al ejercito de su hermano Nathan con la sola ayuda de un viejo y cojo carcelero y un alcohólico en rehabilitación, a quien se añade una hermosa viajera, los encargados del hotel local y un joven pistolero. ¿La modernización? El recién ascendido teniente Ethan Bishop (un estupendo Austin Stoker) deberá defender una desolada estación policial con la ayuda del peligroso criminal Napoleon Wilson (un igualmente estupendo Darwin Joston) de una letal pandilla local que busca un hombre que se esconde en el precinto.

La noche hasta ahora comienza.

Por supuesto que la trama es más compleja en ambos casos. En el que nos concierne Carpenter comienza su película con una estructura que desarrolla tres vidas en paralelo: La primera es la del Teniente Bishop (nombre que en el remake de Richet iría aplicado al criminal y no al policía), un joven hombre de raza negra a quien en su primera noche tras su ascenso le es encargada la supervisión de una pronta a ser desalojada estación de policía en Anderson (lugar definido por el filme como A Los Angeles Guetto) donde habrá de pasar la noche junto a las secretarias Julie (Nancy Loomis de “Halloween”) y Leigh (Laurie Zimmer en el tradicional estilo actoral de “menos es más” de Carpenter) y el oficial Chaney (Henry Brandon). Segunda en la lista está la de Napoleon Wilson (Joston canalizando a Charles Bronson en “Once Upon A Time In The West”, reemplazando su harmónica con la muletilla “Got a smoke?”), que está siendo llevado al lugar de su pena de muerte por el oficial Starker (uno de los actores fetiche del director, Charles Cyphers) junto a un par de prisioneros, el pesimista Wells (Tony Burton) y el enfermo Caudell (Peter Frankland), una línea de eventos que Andrew Davis tomaría prestada para “The Fugitive”. La tercera vida, haciendo las veces de catalizador de la historia, concierne a Lawson (Martin West) y a su hija (Kim Richards) que en busca de su niñera en Anderson, acaba en tragedia que a su vez desemboca en una tragedia aún peor.

Lo que nos da pie para hablar de lo que es el comienzo de “Assault On Precinct 13”: Carpenter toma 40 de los 91 minutos de duración de su filme para establecer las reglas del juego. Sin embargo, a medida que pasa el filme (y pasa muy rápido, símbolo de lo auténticamente divertido que es) nos damos cuenta que ninguna escena sobra y cada plano que pasa aumenta la tensión y las apuestas de una manera u otra. Tomemos por ejemplo el heladero de Anderson (por qué un heladero escogería esa como su ruta corporativa escapa a mi razonamiento) que ronda el barrio en busca de clientes pero en su lugar encuentra un grupo de hombres que ronda las calles en un auto negro. Ambos autos cruzan caminos. El heladero les mira y estos le miran de vuelta. Pero su primer cruce inofensivo funciona como una predicción de lo que viene mas adelante. Cada vez que se pasan el heladero pone su mano sobre un revolver que tiene bajo el timón y los integrantes del carro negro, los miembros principales de la pandilla Street Thunder (nombre que no resulta particularmente apropiado), apuntan tras los vidrios una ametralladora automática, pero la balacera nunca ocurre de la manera en que lo esperamos. Carpenter tiene otras ideas en mente y usa la distracción de manera perfecta: todas las que nos hacemos frente a este probable enfrentamiento nunca se materializan, pero se materializa lo peor que podía pasar con los elementos presentados. El director nos da un golpe que es emocionalmente más fuerte para el espectador no solo por frialdad a la hora de atestarlo, sino porque es totalmente inesperado. Es así que Carpenter bautiza con sangre uno de los mejores comienzos del cine de género, rompiendo una de las reglas doradas del cine comercial: Matando a una niña.

Toma eso, MPAA.

Y esto nos lleva a la pandilla. La segunda gran influencia sobre la obra es la importantísima “Night Of The Living Dead” de George A. Romero de quien Carpenter toma los villanos (no físicamente, los miembros de Street Thunder no podrían estar más vivos ni más activos). Se trata de un grupo de individuos que no tienen nada que perder. Sus acciones no están justificadas por odio o emoción, simplemente son sombras chinescas armadas hasta los dientes. Pero son mucho más que eso. El concepto explicado en el film de Romero por un periodista es que “Es un grupo de asesinos que matan sin razón” no tiene nada que ver con el zombie moderno o con el individuo invencible del terror. Tiene que ver con la presencia del mal en su estado más puro. Sus acciones son terroríficas no por la violencia que traen consigo, sino por la falta de lógica que hay detrás de ellas. Julie pregunta “¿Porque alguien dispararía contra una estación de policía?” y Barbra (en la película de Romero) pregunta “¿Qué es lo que está pasando?”, y las dos se encuentran particularmente desesperadas porque fallan en ver el sentido en las acciones de los respectivos antagonistas. Nada es más temible para ellas (y en general para las personas) que aquello que no entendemos.

Hay referencias más pequeñas regadas por todos lados, sin embargo. La secretaria Leigh (que hace las veces del personaje Feathers de Angie Dickinson) es una referencia a la guionista Leigh Brackett de “Rio Bravo”, el protagonista es de raza negra del mismo modo en que lo era Duane Jones en “Night Of The Living Dead”, el got a smoke? de Wilson es una referencia a que todos fuman en la casa asediada por zombies.

Pero de todas las conclusiones que pueden salir después de ver “Assault On Precinct 13”, nombre que por cierto es errado ya que los personajes se encuentran en el precinto 9, división 13 (error atribuido a la productora que encontró el título seductor), es que Carpenter es un director que existe mucho más para ser una influencia que para pagar tributo. La influencia más grande sobre su segundo filme y el resto de su carrera, a pesar de que no lo parezca, es su primer filme y el resto de su obra. Carpenter no es lo suficientemente ególatra para hacer demasiadas referencias a sí mismo, pero su estilo y sus obsesiones son tan potentes que acaban tomando el control de cada segundo, cada cuadro de su trabajo. El diálogo del director está dotado de una rapidez y frescura que el mismo Howard Hawks le vería con buenos ojos, algo que sin duda sacó de que “Dark Star” fuese una comedia. Por ejemplo, Leigh le ofrece café a Bishop: Black? For over 30 years. Carpenter vuelve a tomar control sobre la música, esta vez con mucho más éxito ya que es el pegante que adhiere todo lo que hay en pantalla (sigue siendo remarcablemente 70s, junto a los afros, chalecos, camisetas sin mangas y el uso de patillas) y en adición nos confirma todo lo que tan solo había sido sugerido en su primer intento: el uso del tiempo (y del timing, subsecuentemente) ahora se aplica durante toda la película con Carpenter usando la hora real como termómetro de la situación.

Habrán notado que no he hablado sobre el nudo ni el desenlace. Esto es porque, aquí viene, el comienzo de Carpenter es tan bueno que el resto del filme palidece en comparación. Una vez que el juego comienza entre los que están adentro y los que están afuera la tensión baja (un presupuesto tan bajo desgraciadamente no ayuda la credibilidad de la situación) y los músculos se relajan. No es para nada insoportable, pero resulta un poco triste a la hora de pensar en las posibilidades del escenario. Hay momentos grandiosos, como el escape de Wells (cuya resolución sería repetida más tarde por el director en “They Live”) o el descubrimiento de una patrulla de un operario de teléfonos, pero algo se ha escapado en el transcurso.

En “Halloween”, tan solo 2 años luego, Carpenter encontraría el balance perfecto en su ecuación de tiempo y emoción. Pero no por eso deberíamos ignorar esta pequeña joya de género: aun con sus defectos, es el trabajo de alguien que arriesgaba todo lo que tenía por amor al cine.

“You’re pretty fancy, Wilson.” “I have moments.”