Tag Archives: Carpenter

Michael Dougherty: Trick r’ Treat (2007)

A menudo obviamos la importancia de las festividades ubicuas que, secularizadas y desprovistas de tintes geográficos en la medida de lo posible, se funden a lo largo y ancho de las sociedades contemporáneas. Las disfrutamos, somos ligeramente conscientes de sus dinámicas y transformamos parte de nuestras conductas habituales para acoplarlas lo mejor posible a estas fechas; sin embargo, rara vez nos preguntamos cuáles son los motivos para que una festividad semejante perdure en sus diversas formas. ¿Se trata de una estrategia comercial basada en nuestra habilidad inherente de fraternizar? ¿Es acaso el ánimo de añadirle lascivia y trasvestismo a nuestro atuendo y no ser juzgados por eso? ¿Le da empleo a maquillistas y diseñadores de efectos especiales que se encuentren cesantes? Cualquiera de estas respuestas es válida, pero debo decir que lo que más me convence son los dulces, y por supuesto, los monstruos. Trick r’ Treat tiene todo lo anterior, en formato audiovisual, por lo que la noche será larga y provechosa.

La presente película nos es ofrecida por un guionista con algo de bagaje en la industria hollywoodense, Michael Dougherty, responsable de escribir X-Men 2 (2003) y la infortunada Superman Returns (2006), aunque nada de esto debería ser señal de alarma o agravio, ni nada cercano a esos lindes. La historia emplea como eje central al pequeño Sam (apropiadamente interpretado por el jovencísimo Quinn Lord), personaje que ya había sido empleado en un antiguo cortometraje de Dougherty, Season’s Greetings (1996) y que provisto de una máscara de arpillera y una enternecedora pijama naranja se añade con facilidad a los anales de las criaturas del universo del terror, una suerte de cruce del Asesino con Máscara de Costal de Nightbreed (del que ya he hablado con anterioridad) y uno de los niños enjambre de The Brood (1979). Con esa descripción inicial ya me es posible anotar que esto, más allá de ser un pastiche conmemorativo, es casi una apología al cine de horror y a sus criaturas, empleando con decente pericia una gran variedad de recursos narrativos que aparecen con frecuencia en el género, en ocasiones sacados del cajón y cuando no, con un toque ciertamente distintivo.

Una hábil mezcla entre lo entrañable y lo horrendo.

Lo que hace de esta película algo realmente especial y aparte, además del arraigo de menciones y ecos que van desde Evil Dead (1981) hasta Peanuts, es la estructura del guión. Narrando los sucesos acontecidos en una sola noche de Halloween, el argumento escinde la víspera en 4 historias distintas que suceden en un pueblo de modesto tamaño en algún lugar de Ohio, haciéndole un guiño al Haddonfield, Illinois creado por John Carpenter. Adicional a Sam, el eje temático resulta siendo lo especial de la fecha, en la que ‘monstruos y otras cosas salen a dar vueltas por ahí’; mas por si fuera poco, cada pocos minutos nos topamos con un punto de giro que subvierte lo que consideraríamos regular. Para tal fin, el reparto no es ostentoso pero cumple a cabalidad su trabajo y representa reconocibles esquemas de varios subgéneros de cine nocturno, o al menos eso nos quiere hacer pensar el largometraje en medio de su manida táctica de mostrar y engañar.

Si sólo se tratara de la novedad que comprende hilar giros sorpresivos a cada nada, estaría revisando esto con una óptica más “A Quemarropa“, o siquiera si me molestaría en lo absoluto, tratándose de alguna superchería shyamalanesca de cuestionable valor. Una vez más, añadiendo al valor integrado de Trick r’ Treat está el que los sucesos se encuentren organizados de tal manera que es necesario ver la película más de una vez para comprenderla lo acontecido en su totalidad, y además notar el esmero con el que las historias han sido entrecruzadas a partir de astutos planos que nos sugieren una cronología interna, aunque en principio pueda parecer algo descalabrada la continuidad; de una forma u otra no hay muchas posibilidades de darse cuenta, si no es por la fotografía que, como una moda de la segunda mitad de esta pasada década, combina tonos cian con naranjas, resulta por las sorpresas que nos llevamos con sencillos artilugios del montaje y las ya mencionadas subversiones de la expectativa.

Nunca despreciable: la misteriosa belleza de Anna Paquin.

Es notable ver también cómo se imbuye la tradición de las leyendas urbanas, leña de hoguera si se conoce alguna en estas fechas, para incentivar un contenido subtextual. Una de las herramientas que emplea Sam, con el fin de justificar sus nobles acciones festivas, es un bisturí integrado a una barra de chocolate, y se arroja en algún punto la linea “Always check your candy“, ofrecida por cortesía del director de escuela Steven Wilkins (Dylan Barker, el Dr. Kurt Connors de la saga Spider-Man de Sam Raimi), a medio tiempo un ejemplar padre de familia, medio tiempo asesino en serie.

La dirección de arte es bellamente meticulosa y cuidada, otorgando ese ambiente de pueblecillo otoñal, que con sus pórticos decorados y calles estrechas hace las veces simultáneas de barriada tranquila y rincón ideal para llevar a cabo unos cuantos homicidios. Las imágenes generadas por computador apenas si hacen su aparición, dotando de sobrenaturalidad a los personajes con un colorido vestuario, prótesis verosímiles y animatronics en los casos más aventurados. Después de todo, estamos ante un clásico escenario de criaturas que comparten un universo irreconciliable con los humanos, marcar la diferencia no es una labor tan compleja.

Conocer el argumento tras haber visto la película, una vez más, no arruina el visionado de la misma y permite concentrar la vista en otros detalles, dependiendo hasta qué nivel se le quiera dar disfrute. Dougherty no ha vuelto a dirigir nada desde entonces, pero nos queda esperar a que otros realizadores más o menos independientes sigan el ejemplo y jueguen con aquello que el vox populi considera formuláico y caído a menos; es un horror dirigido más a divertir y aleccionar que a cualquier otra agenda, y como un manifiesto de cariño al género funciona muy bien.

“Happy Halloween.”

Coitus Interruptus

Es cierto. Ha sido un diciembre largo, frío e inactivo, lo cual es aún más razón para hacer esta pequeñísima anotación (y disculpa, en realidad). Así que acá está: lo lamentamos. Pero no hay que preocupar, mucho menos entrar en pánico, ya que el 2011 va a ser un gran año para Filmigrana (y su hermana media Monk’s) y decenas de nuevos y jugosos artículos esperan para ser publicados desde las neveras de nuestras cavernosas y arrogantes cabezas y, ¡hey, quizás incluso la suya! Esperen nuevas secciones (con nombres tan deliciosos como Where’s The Love e Influencias Inofensivas) y nuevos colaboradores (que prometen proyectos tan ambiciosos como una revisión de la estupenda trilogía de Westerns de Corbucci), más los esperados y exasperantemente demorados finales de las revisiones de la obras de los Sres. Von Stroheim, Carpenter y Morris (cerrando con sus nuevas producciones “The Ward” y “Tabloid”).

Así que, sin más, les despedimos con una imagen (como siempre) y un video (como nunca) del trailer de la nueva obra de Carpenter: Juzguen ustedes el preview.

“Your move, Creep.”

John Carpenter: Escape From New York (1981)

Comenzaré por aceptar mi falta de juicio después de un prolongado e inmerecido descanso. Lo lamento. Lo que no lamento es haber tenido la oportunidad de repetir un par de veces más la siguiente película en la filmografía carpenteriana. Por alguna razón creí que se trataría de “The Thing” pero mucho me temo MacReady y los perros siberianos deberán esperar para dar paso a una pequeña joya del cine de ciencia ficción de los 80’s: “Escape From New York”. Snake Plissken, legendario fugitivo y condecorado ex-militar (a pesar de siempre usar un parche en el ojo izquierdo), ha sido recientemente capturado y está listo para ser enviado al Manhattan Island Prison. Sería la primera colaboración fílmica entre John Carpenter y Kurt Russell (la segunda en total después del filme para televisión “Elvis” sobre, bueno, Elvis), y en el actor Carpenter encontraría no solo su alter ego sino además un exponente perfecto para su tipo de dirección. En cuanto a sociedades en cine de género moderno van, tan solo Sam Raimi y Bruce Campbell lograron algo similar a la química de Carpenter y Russell, y la segunda pareja resultó mucho más versátil (sin ofensa alguna a Raimi y Campbell, que se perfilan como posibles víctimas de una próxima edición de Clases Magistrales). Pero más sobre todo esto más adelante.

A grandes trazos, ¿Cuál es la arrebatada historia detrás de “Escape From New York”? Escrita por Carpenter tras el escándalo de Watergate, el guión se sentó en su oficina por largo tiempo ya que las productoras consideraban la inversión demasiado arriesgada. Sin embargo, después del éxito de “Halloween” Carpenter firma un contrato por dos filmes con Avco-Embassy junto a su productora Debra Hill. Sin embargo, tras una segunda lectura encuentra el guión demasiado corriente por lo que trae a su amigo de la universidad Nick Castle (quien había hecho el papel de Michael Myers en “Halloween”) para que le de vida nueva al filme. El resultado es estupendo: Canibalismo, Minas y Big Band Jazz entran y salen del filme al igual que un gran número de personajes, acciones y objetos. Es todo un gran caos organizado al mejor estilo de “After Hours” de Martin Scorsese, pero ubicada en el futuro y con tendencias distópicas. Con un presupuesto de 6 millones de dólares (que, para el que haya seguido la trayectoria, era 5 millones más alto que su anterior) Carpenter se pone a la tarea de recrear Nueva York en un pequeño pueblo en Illinois y el resultado es de nuevo positivo en taquilla para el director: 25 millones en E.U., 50 en el mundo entero.

I Love NY.

Por otro lado, ¿Cuál es la arrebatada historia de “Escape From New York”? El futuro comienza en 1988 cuando el crimen se dispara 400% en los Estados Unidos, y en la antes gran manzana se funda la prisión más grande del mundo: Manhattan Island Prison, donde la ley de la selva reemplaza la supervisión estatal que tan solo está presente para evitar que los reos escapen del infierno en el que habitan. Pero ahora es 1997, y hay problemas. El avión presidencial, bajo el nombre clave de David 14, ha sido secuestrado por el Frente Nacional de Liberación de América por motivos de fanatismo político y está siendo conducido hacia la destruida ciudad de Nueva York para ser destruido (¿ecos del 11 de Septiembre 20 años antes, quizás?), con la pequeña variación de que El Presidente (Donald Pleasance, haciendo mucho con poco) ha sido expulsado antes del choque y ha caído en la prisión con un maletín esposado a sus manos. Entra Bob Hawk (el habitualmente fenomenal Lee Van Cleef) que tras un fallido intento de rescate (que acaba con uno de los habitantes de Manhattan entregando a las autoridades el dedo cercenado del mandatario) llama a Plissken antes de que este entre a cumplir su condena para proponerle un trato. Su trabajo: Sacar al presidente de la prisión ileso con los contenidos del maletín en menos de 24 horas. Sus armas: Estrellas Ninja, una ametralladora con silenciador, un rastreador del presidente, un walkie-talkie, y un reloj que le dice cuanto le queda de vida y le permite mandar señales al exterior. Su recompensa: Libertad inmediata. Su castigo en caso de ineficiencia: La muerte. Hawk instala dos pequeñas cápsulas de explosivos (about the size of a pinhead) en las arterias del cuello de Snake que serán detonadas en el tiempo límite del rescate, así asegurando que no escape (de Nueva York) y emprenda camino hacia Canadá. Ah, y su opinión: When I get back I’m gonna kill you.

El señor presidente.

Snake Plissken es en muchas formas el personaje más definido que Carpenter llegó a crear en toda su carrera (o lo que va de su carrera, por lo menos). Ahora, mientras es válido decir que uno de los fuertes del director NO es crear personajes tridimensionales y realistas, SI es uno de sus fuertes la creación de personajes vívidos y memorables (como lo hace con lugares y ambientes). La mayoría de sus personajes están al borde del arquetipo (cuando no son, en efecto, el arquetipo en sí) pero funcionan por varias razones. La primera viene del talento de Carpenter para encontrar actores que logran llevar su material a un nivel más pragmático. Russell (y todo el reparto de “Escape From New York”) es un estupendo ejemplo de esto. Mientras la productora estaba intentando empujar a Charles Bronson y a Tommy Lee Jones por el papel, Carpenter, basado en su experiencia con Russell en “Elvis”, inmediatamente decidió a favor del último, quien estaba deseoso de romper con su imagen inmaculada (por años de trabajo en Disney) y probarse a si mismo como una presencia impactante y temible. Sin su actuación y sus matices, el filme falla. Los que nos lleva a la importancia de la presencia para Carpenter. Ya en “Halloween” había discutido como este factor es decisivo para la efectividad de Myers. Lo cierto es que aquel tácito impacto físico, aquella innombrable característica que simplemente presenciar nos trae, es la base, incluso el combustible, con el que avanzan las películas del director: Desde “Dark Star” hasta “Escape…” todos los héroes masculinos de Carpenter tienen esta cualidad: Plissken, el Dr. Loomis, Napoleon Wilson e incluso Talby son personajes que son complejos de imaginar sin sus contrapartes físicas. Para Carpenter, sus personajes no son más ni menos importantes que las acciones que cometen o que los mundos que les rodean. Y del mismo modo en que aquellos mundos no podrían funcionar sin los personajes que les habitan, los personajes no funcionarían sin aquellos mundos que les definen. Es un gran ecosistema del cine de género. Lo que deja que Carpenter traiga consigo características para personajes del cine de género. Sus héroes son anti-héroes. Estoicos, imperturbables, solitarios, maquiavélicos y fríos, son exponentes de hombres que han visto lo peor de la humanidad y a pesar de no querer redimirla, no tienen en sus planes salir de ella. La entienden, pero no la aceptan. Saben que tienen una labor que cumplir y la cumplen a cabalidad. La influencia del Western sobre Carpenter siempre ha sido clara, pero nunca tanto como en sus personajes.

Snake Plissken, vaquero futurista.

En el caso particular de Snake Plissken hay además un resentimiento, un rechazo a la sociedad. Su respuesta inicial ante el trato de Hawk viene con desprecio a la nación que le había proclamado un héroe: I don’t give a fuck about your war or your president, dice Plissken con toda la calma del mundo. Para él, estar dentro o afuera del Manhattan Island Prison es lo mismo. Hawk es igual de corrupto y tramposo que cualquiera de los miles de reos en la prisión, solo que tiene poder. Una vez se resigna y acepta su trabajo, actúa veloz y sigilosamente. Nunca corre. Camina de lado a lado observando y actuando cuando no tiene más opciones (una de las escenas más potentes del filme ocurre cuando Snake está en uno de los lugares más oscuros de la ciudad y una grupo de punks está preparándose para violar una chica inconciente. Snake simplemente sigue avanzando, su compás moral tan inteligible como siempre). No hay que olvidar que “Escape…” es una carrera contra el tiempo y contra la noche, que son temas que han obsesionado a Carpenter desde el comienzo de su carrera. Así que la imagen de Snake caminando parsimoniosamente mientras fuma al avión que le va a llevar a su posible muerte es más que una imagen fascinante: Es una perfecta descripción del estado de mente del personaje.

Así, Plissken se infiltra en la ciudad destruida, aterrizando su avión sobre el techo del World Trade Center, y baja para encontrar en Nueva York su misión más compleja. Por supuesto que no voy a revelar lo que ocurre, ya que allí yace el alma del filme. Claro está, Plissken conocerá aliados, (Ernest Borgnine, brillante, hace las veces de Cabbie y Harry Dean Stanton hace las veces Brain, un viejo conocido) se enfrentará a enemigos (uno particularmente desquiciado en The Duke, el gran Isaac Hayes en uno de sus pocos papeles fuera de Chef en “South Park”) y buscará la manera de salirse con la suya. Lo cual, a la larga, tanto él como Carpenter lograrán.

– You’re gonna kill me now, Snake?

– I’m too tired. Maybe later.

Buenas Nuevas y Nuevas Buenas

Old and New (Sergei Eisenstein, 1929)
No creemos que sea necesario un tractor para sacar adelante este sitio. Por ahora.

Como Marfa, vamos lentos pero seguros.

Nuestro campo baldío empieza a crecer paulatinamente, y gracias a ello, me veo motivado a comunicar algunas novedades para que se mantengan en contacto con nosotros.

En primera instancia, demuto se ha unido a esta empresa, lo que ahora nos convierte en un equipo de 3. Estamos abiertos a sugerencias, colaboraciones y apoyos logísticos de nuestros lectores.

Por otro lado, este fin de semana será grandioso: aguarden una reseña sorpresa de la obra de John Carpenter, versátil director de culto con obras que oscilan entre las magníficas The Thing (1982) y la conocida Halloween (1978), hasta llegar a la infravalorada Prince of Darkness (1987). Al otro lado del espectro, habrá una ración de Erich von Stroheim en su fase de director, conocido eminentemente por la ambiciosa Greed (1924). Luego de eso, empezaremos la semana con Jonathan Demme, artífice de la también conocida The Silence of the Lambs (1991).

¿No resulta fantástico? La intención es crear un circuito con las obras completas de estos directores, interrumpido eventualmente por otros artículos de interés general y notas varias. Como verán, hay muchas razones para venir a menudo a chequear los tejidos de la Filmigrana.

EDICIÓN: parece ser que lo que teníamos preparado de Jonathan Demme tendrá que esperar, pero eso sí, habrán otras sorpresas suculentas para la próxima semana. Estén atentos.