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Under tons of (paper) pressure

A Scanner Darkly - Richard Linklater
Requeriremos de algo más que una doble personalidad como agentes encubiertos/expendedores de droga, para así ponernos al día.

Estimados lectores de Filmigrana, como ya les habremos informado en una ocasión anterior, el equipo se halla trabajando fuertemente en cortometrajes que con plácido orgullo enseñaremos al público en cuanto estén completamente realizados. La etapa de postproducción es ciertamente compleja, y darle una buena forma al material audiovisual requiere de tiempo y paciencia.

En ese sentido, la casa cuenta ya con dos producciones en su haber, Arabesco y Maldito, así como Límbico, esperando que todo surja de acuerdo a lo planeado. Eso sí, se hará lo posible por manener una cierta cuota de esos artículos de 2000 palabras que tanto nos gustan. Añadiendo a la cola de escritos prometidos, proximamente vendrá una nueva sección en la que hallaremos delicias profanas en películas que no muchas personas cuerdas guardan sus expectativas. ¿De qué se trata? Sólo diré que un joven Kiefer Sutherland, en compañía de una igualmente prístina Julia Roberts, serán los primeros en cruzar las puertas del Infierno… De placer cinematográfico, por supuesto.

En otras noticias, presentamos algunos sitios que vale la pena ojear mientras hay tiempo. Wonder Tonic es administrado (y apropiadamente suministrado en pequeñas dosis) por Mike Lacher, cuya especialidad es la remarcable y sana ironía frente a la Internet en general; aunque es posible invertir tiempo también en sus momentos cinéfilos, como este generador de títulos para ensayos de teoría cinematográfica. ¡La herramienta perfecta para Filmigrana! Sin dejar de lado aquella fiel muestra de audio de “cinéfilos” viendo “cine-arte”, debe oirse para creerse.

No obstante, si quieren seguir leyendo sobre crítica y novedades cinematográficas en lengua hispana, pueden echarle un vistazo a El Ojo Dorado, manejado por el argentino Pablo Planovsky, crítico y periodista especializado en cine que evalúa tanto clásicos como estrenos de cartelera con una verbalía amplia y un acerbo de herramientas, como lo son esos collages nunca antes vistos (aunque Filmigrana podría empezar con un sistema de calificaciones para las películas vistas). Recomendado.

Para cerrar, cabe anotar que actualmente se está celebrando el Festival de Cine de Cannes, cuyo presidente del jurado en el año vigente es Robert De Niro. Preparen sus apuestas en casa, quienes no puedan asistir, y por supuesto, manteniendose al tanto de la lista de películas participantes y proyectadas como fuera de competencia, así como de las minucias relacionadas con el comportamiento de Lars Von Trier, ya sea en el blog de IMDb o en su proveedor de noticias de preferencia.

Por lo pronto tengan un sano fin de semana cargado de cine, escritos furiosos y mucho odio hacia nuestra relente actitud.

Errol Morris: Fast, Cheap And Out Of Control (1997)

Errol Morris llega a su sexta obra lleno de vigor, de curiosidad… llega genial. Esta es una película notable, que por alguna razón no es tan reconocida como otras de sus películas (Gates of Heaven o The Thin Blue Line, por ejemplo). En ese sentido, me recuerda dos excelentes obras de Martin Scorsese: The King Of Comedy (1983) y After Hours (1985), que también han quedado bajo la sombra de grandes filmes como Taxi Driver (1976) y Raging Bull (1980), pero que de estar en la filmografía de cualquier otro realizador quiero creer serían ampliamente alabadas en el mundo del cine.

Como creo que ya evidencié, considero que esta obra es excelente, resiste clasificación, es un documental, sí, pero es más, es mucho más, la construcción es poética, su efecto lírico y su estilo vanguardista, si la obra de Morris ya de por sí es particular, esta película lo consagra como un visionario del arte cinematográfico.

Dejando la adulación a un lado, el asunto es simple, cuatro tipos hablan de sus particulares profesiones, y mientras lo hacen, reflexiones importantes acerca del ser humano surgen de la forma en que todo nos es presentado; tenemos a un investigador de robótica, a un jardinero que se especializa en arte topiario, a un entrenador de leones y a un experto en una especie animal, la rata lampiña africana. Los personajes son típicamente “Morrisianos”, extraños, dignos  y fascinantes. Sin embargo, a diferencia de sus anteriores documentales en que los entrevistados están unidos por algo perfectamente descifrable, ya sea un pueblo, una situación, o una persona (y a pesar de tener estos cuatro hombres un montón de aspectos en común principalmente en su forma de ser) en el presente caso solamente están unidos o relacionados por… Errol Morris.

Imágenes cautivadoras se mezclan con sonidos insinuantes para construir un aura especial a través de estos cuatro personajes que sin embargo no son el centro de esta película, sino que hacen parte del conjunto de elementos de los que dispone el director para transmitir algo. ¿Qué? Es difícil decir determinarlo con exactitud, ya que Morris nos deja admirar y preguntarnos esto constantemente mientras desenvuelve su película frente a nosotros, y lo hace de una forma radicalmente opuesta a lo que se puede considerar y se acepta como contemplativo en el cine (por ejemplo, el trabajo de directores como Andrei Tarkovsky o Michelangelo Antonioni), es mediante la velocidad y el deslumbre que llegan aquí las ideas a la mente del espectador. Recuerdo cuando escribí acerca de Gates Of Heaven, su primera película, que decía que a veces los personajes hablaban de algún tema y terminaban discutiendo algo totalmente distinto y como el uso de esa cotidianidad dotaba de profundidad esa película. Aquí, el método es el opuesto,  aparte de alguna información sobre las vidas de algunos personajes, se habla casi exclusivamente de cuatro temas: robots, ratas lampiñas africanas, jardines y entrenamiento de leones. Aun así, el resultado es, en cierto modo, parecido al de Gates, una obra que medita acerca del hombre y su lugar en el mundo, en la que de repente este no es tan distinto a las ratas lampiñas ni a los robots que fabrica y cuya vida entera puede ser no más que una simple y efímera función de circo.

La película consiste de entrevistas a los protagonistas, imágenes de sus respectivos entornos y material de archivo, Robert Richardson había trabajado previamente con Oliver Stone (en Natural Born Killers (1994) y JFK (1991) por ejemplo) y llega como director de fotografía a este proyecto aportando parte de la exploración con los formatos cinematográficos y las texturas de la imagen que había implementado con Stone, para conseguir, según mi opinión, mejores resultados. La música es de Caleb Sampson y encaja perfectamente con el desarrollo de la película sin llamar mucho la atención sobre sí misma, la banda sonora en general es ejemplar, con sonidos de un personaje en la narración de otro, haciendo metáforas constantemente sobre lo que cada uno revela. Morris dota a cada uno de su propio mundo visual y sonoro, los encuadres y ritmos de tomas varian según el personaje que habla, y en cierto modo nos prepara para la constante yuxtaposición de ideas que surgirá a medida que combina estos aspectos de diversas maneras durante la película.

Debo confesar que mientras la veía por primera vez, aunque fascinado, tenía una sensación rara con respecto a este trabajo, pensaba que el ritmo era caótico, algo muy inusual en el estilo preciso y, si se quiere, estático de Morris, no tenía claridad con respecto a lo que veía, y justo allí, mientras por mi mente se paseaba ese pensamiento, en la pantalla uno de los protagonistas decía algo así como que la vida es caótica; y fue entonces que, mediante esa coincidencia liberadora, supe que estaba en las manos correctas, que no era mera improvisación y deslumbre de cineasta lo que veía, sino que esa era la naturaleza del trabajo; y entendí que esta película no se debe entender tanto como se debe experimentar, Morris lleva aquí el cine al límite, lo trasciende y le da una abstracción propia de otras artes como la música y la poesía, (aunque la siguiente afirmación pueda parecer blasfema para los puristas) se iguala con otros grandes artistas (Tarkovsky y Bergman, por nombrar algunos) en su constante y profunda exploración del ser humano.

Se que he hablado poco de la película en sí, pero creo que es lógico discutirla así, por los lados, y dejar a los curiosos intrigados por un trabajo que se debe experimentar más que entender, y se debe ver más que explicar.

BONUS TRACK: Considerando que esta película se situa más o menos en la mitad de la obra fílmica de Errol Morris (el cálculo puede ser inexacto, pues él dirigió un aclamado programa de televisión que incluye más de diez episodios y que sumarían mucho más a su obra, y The Dark Wind, si bien es una película, resultó siendo emitida por televisión solamente), me parece justo alentar a los lectores a revisar el trabajo del director en su otra gran faceta: realizador de comerciales. Adjunto el link de uno que le mereció el premio Emmy. Espero lo disfruten.