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Phillip Noyce: Blind Fury (1989)

“I can’t see anything.”

No ver absolutamente nada, la ceguera, ha sido una premisa explorada ampliamente y con variantes grados de comprensión y compasión a través de la azarosa historia del cine: Audrey Hepburn fue estafada/aterrorizada por una pandilla liderada por Alan Arkin en Wait Until Dark (1967), Val Kilmer apeló a la emotividad romántica de la audiencia y de Mira Sorvino en At First Sight (1999, dirigida por nuestro viejo conocido Irwin Winkler), el mundo fue negro para una Rani Mukerji sorda y ciega hasta que conoció su mentor en Black (2005), los reputados miembros del ejército Vittorio Gassman y Al Pacino (“Hoo-ah!”) guiaron a sus aprendices y sedujeron a distintas mujeres en ambas versiones de Scent of a Woman (1972 y 1992, respectivamente), Andy García buscaba proteger a la ciega pianista prospecto Uma Thurman en Jennifer 8. Pero ninguna de estas películas alcanza siquiera a rasguñar la superficie de corrupto frenesí propuesto por Blind Fury, dirigida por el australiano Phillip Noyce, donde Rutger Hauer (soberbio y sorprendentemente sutil) pierde su vista en el Vietcong para convertirse en un Samurai/vagabundo errante al mejor estilo Zatoichi. Demencial, impredecible y furiosamente entretenida, es evidente desde la primera línea el tipo de sensibilidad con el que el tema será tratado, y sí no queda claro, pronto habrá hora y media más de absurdo abuso por parte de las personas frente al discapacitado personaje principal y reciprocidad vía espada.

El filme inicia con una corta secuencia en Vietnam (acompañada de créditos y falsa música oriental provista por J. Peter Robinson, gamelán y sintetizadores en cantidades oprobiosas) en la cual vemos a Nick Parker (Hauer) poco después del evento que le quita la vista, acogido por una tribu local donde es entrenado y reformado para blandir su cuchilla a diestra y siniestra en pro del bien común. 20 años más tarde en las playas de Miami, Parker (cuyo único defecto es su blando nombre además de, bueno, estar ciego) se encuentra en busca de uno de sus compañeros de escuadrón, no sin antes hacer una parada en un agujero de mala muerte para probar la comida local (aparentemente mexicana). Este es tan buen momento cómo cualquier otro para hacernos la pregunta ¿Cuál es el maldito problema de los personajes con los ciegos? Una banda de latinos,  claramente hinchas del Heat, entra al lugar y procede a fastidiar de inmediato al afable veterano de guerra: “Hey man, you want to have some salsa on your burrito!”. Una desafortunada mujer distrae a los maleantes con su cartera, y pronto estos acaban en el mal lado de una violenta y cómica golpiza, a pesar de contar con cuchillos, superioridad numérica y la habilidad de ver.

Y no serán los únicos.

La narración salta a Reno, Nevada, donde un grupo de mafiosos sostiene de las piernas a Frank Deveraux (Terry O’Quinn, listado en esa temprana fama cómo Terrance), el camarada de batalla buscado por Parker, ahora un químico industrial con dudosas decisiones de vida a juzgar por su primera aparición (situación que nos lleva a la pregunta ¿Qué diablos hace un químico en una ciudad conocida por sus casinos?). Dicha mafia es liderada por MacCready (Noble Willingham), quien desea que Deveraux cocine una droga sintética sin nombre, muy probablemente crystal meth, o de lo contrario habrá un pronóstico corto y oscuro para si mismo y su familia. Nuestro protagonista, mientras tanto, ha conocido a su ex-esposa Lynn (Meg Foster de They Live) y su hijo Billy (Brandon Call, luego J. T. en Paso a Paso), un mocoso alérgico y malcriado obsesionado con los reptiles de goma y con serios problemas familiares. Estos sólo empeoran a la llegada de Slag (Randall “Tex” Cobb), la grasosa y barbada mano derecha de MacCready y un par de (claramente) falsos policías que vienen en busca de Billy. Al encontrar algo de resistencia por parte de la entendiblemente desconfiada familia Devereaux, Lynn es rapidamente despachada con una escopeta, lo que deja a los maleantes cara a cara con el bastón/espada samurái de Nick Parker.

Maestro del arte de trozar personas sin remordimiento (y mucho mejor si son ratas sin escrúpulos cómo todos los villanos acá representados), el vagabundo pronto mutila a uno de los policías (¿para qué disfrazarse de policías si van a volarle las tripas a sus víctimas de la forma más ruidosa y desconsiderada posible?), asesina al otro y hiere a Slag, de lejos el más cruel de todos los enemigos enfrentados. Parker toma a Billy, sin avisarle de la muerte de su madre a él ni a nadie, y juntos toman un bus rumbo Reno (el sensible Billy: “I get the window seat, you don’t need it, you’re blind”), donde esperan encontrar respuestas y reunir a la diezmada familia. Allí se encontraran con varios adversarios más, incluyendo una pareja de rednecks, un vaquero de poca monta y un auténtico samurái (Shô Kosugi, nada menos que el auténtico Black Eagle), el interés romántico de Deveraux en forma de mesera burlesque (la hermosa y recursiva Lisa Blount), y una aventura llena de humor políticamente incorrecto, caos controlado y una notoria ausencia de profesionalismo criminal y policía local o cualquier institución de ley y orden (la cuenta de cuerpos es de más de 20, por cierto).

Lo que debería ser el nuevo eslogan de Reno, Nevada.

El producto final, a pesar de su amigable y relajada actitud, tiene en su contra un par de obstáculos por franquear. El más notorio de ellos viene en el centro emocional del filme que, a pesar de todo la locura que le rodea, es la incipiente y fallida relación de Nick y Billy (quien nunca deja de ser irritante, cómo la mayoría de los niños actores que cundieron la década de los 90). Un esquema común en el cine norteamericano, darle el puesto de copiloto “romántico” a un niño en lugar de una mujer para darle profundidad y humanidad al personaje principal, el “tío” Nick se convierte en el ángel guardián del desagradecido infante, quien al final acaba sintiendo en el ciego lo más cercano a una figura paterna en su trágica vida (“Please don’t leave me, everybody leaves me!”). Esta curiosa mezcla de comedia screwball y melodrama causa que la narración sea fragmentada y episódica (aunque consistente en calidad y eficacia), algo que no es auxiliado por la excesiva cantidad de personajes con los que Noyce tiene que hacer malabares.

Sólo escribí “malabares” cómo excusa para poner esto.

Por fortuna para todos, los problemas no son tan molestos para lograr detener este desenfrenado tren de puro e inadulterado entretenimiento. Comandado con confianza y lucidez por Noyce y Hauer, el tiempo se pasa volando y la película es satisfactoria tanto en comedia cómo en acción (la última coreografiada expertamente por Steve Lambert). Noyce, cuya carrera ha sido una bolsa mezclada de sólidos éxitos de género (el thriller de altamar Dead Calm, el tenso drama político Catch A Fire), esfuerzos personales sobre su país natal (los dramas históricos Rabbit-Proof Fence y Newsfront) y variopintos proyectos hollywoodenses (Patriot Games y Clear and Present Danger de la saga de Jack Ryan con Harrison Ford, los inclementes bodrios The Saint, The Bone Collector y Salt), logra con esfuerzo ubicar el presente en la primera categoría. Ayudado por admirables y exacerbadas actuaciones de su amplio reparto, Noyce crea lo más cercano posible a una caricatura con humanos. Hauer, por su lado, tiene una de las mejores actuaciones de su excelente carrera, llevando al extremo su cuerpo, compromiso y talento por una obra que le necesita para funcionar. Su sola expresión al tragarse una piedra en una pesada broma de Billy (piedra que luego escupe con violencia sobre la frente del niño con una carcajada de victoria) es suficiente razón para conseguir Blind Fury a de través sus medios predilectos y dedicarle una velada. Sí este suena cómo su tipo de distracción, no habrá arrepentimiento alguno.

Lucio Fulci: City of the Living Dead (1980)

Tengo un pequeño problema con las categorías, en medio de mi inhabilidad para expresarme como un ser humano correcto en cualquier circunstancia, y es que hay ocasiones en las que no empleo un adjetivo general y familiar para evaluar algo que destaque dentro de sus propias características, sino que empleo ese algo como un mismo baremo de calificación. Ejemplo en mano, no voy a hablar de McDonald’s como un proveedor de comida sintética, a pesar de que sea tan fácil hablar mal de la ya muy vilipendiada franquicia (con todo eso de sus pollos subdesarrollados, terneras en “hamacas” y sus desayunos vagamente estériles), mas, muy al contrario, la sinteticidad en la comida es McDonald’s, viene siendo parte intrínseca de su razón social y su linea de producción y servicios. Es por eso que no puedo empezar esta pequeña y melindrosa reseñuela diciendo que el cine de Lucio Fulci es ultraviolento y de bajo coste, porque lo ultraviolento y de bajo coste es intentar llegar a Lucio Fulci.

Varios de ustedes recordarán, estimados lectores de Filmigrana, que hace pocos días estuvimos echándole un vistazo a un clásico del terror de los años 60’s, imprescindible en la videoteca (o cuando menos, en la memoria) de cualquiera que se precie de ser un fan discernible del temor a lo sobrenatural. Gracias a una ingenua mezcla de talento, proficiencia técnica y desvergüenza que ha representado al pueblo italiano durante los últimos siglos, fue allá donde se reconstruyeron y subvirtieron varios de los géneros cinematográficos traídos de las naciones angloparlantes, dándoles un nuevo aire que luego sería agradecido en luminarias posteriores¹.

La película a la que me refiero es The Mask of the Devil de Mario Bava, aunque ésta, como ya se dijo en su respectivo artículo, se halla mucho más cerca del romanticismo de la costa oeste estadounidense en los años 40’s, que de las futuras iteraciones del horror italiano, tomando en cuenta el soberbio trabajo de fotografía y la estructura ‘más-o-menos’ tradicional en el desarrollo del argumento. Del estilo más recatado de Bava y de Riccardo Freda (si en una escala relativa lo podemos llamar así, de nuevo con mis problemas de categorización) se derivan trabajos más inventivos y elaborados de la mano de los no-menos conocidos Dario Argento y quien nos embarga en esta ocasión, Fulci.

Los directores anteriormente mencionados empezaron su carrera en los años previos y posteriores a la Segunda Guerra Mundial, mas no tomaron la vía del neorrealismo como muchos de sus compatriotas (incluso Freda, que era marxista, no optó por este camino) y decidieron seguir fabricando magia en Cinecittá, lo que los llevaría a una fijación por la espectacularidad visual que da pie al giallo y al spaghetti western, entre otros subgéneros propios de la región. Fulci, inspirado por Jaques Torneur (director de clásicos del lado B como I Walked With a Zombie de 1943 y Night of the Demon de 1957) trajo de vuelta el mundo de los no-muertos, entre muchas otras obras y conceptos destacables de los que no hablaré en esta precisa oportunidad.

Siento que esto ya lo he visto antes.

Varios de ustedes seguramente conocen la celebrada Zombi 2 (1979), que curiosamente es secuela sólo en título de “Zombi”, el nombre con el que se promovió en Italia la aún más famosa Dawn of the Dead (1978) de George A. Romero, y aunque se pueda acusar a Fulci de malapropiarse de varias propiedades intelectuales e ideas ya trabajadas en otro continente, la verdad es que la reimaginación de este cínico italiano le dio un valor propio al préstamo, y tomó como suya las sanguinarias ocurrencias de estos muertos que caminan. Aunque la secuela directa sólo surgiría unos diecieocho años después, espiritualmente continuó su obra en lo que después se conocería como La Trilogía del Terror, de la que City of the Living Dead es la primera entrega.

A pesar de haber sido rodada enteramente en los Estados Unidos, e incluso tomando las referencias que en diálogo y escena figuran con el fin de ‘localizar’ la acción, se puede decir que los sucesos no se dan lugar en ningún lugar del universo conocido. Por favor, no piensen que lo digo con un bastón de argumento que se reduzca a “los zombies no existen, y por ende eso nada de lo visto puede suceder, hur hur hur”, o algún despropósito semejante; tampoco tomo como punto de partida la implausibilidad aparente de Dunwich (evidentemente basado en la mitología de H. P. Lovecraft), un pueblo construído en las ruinas de Salem, donde se efectuaron los infames juicios de brujas, que de otro modo se llamaría Danvers, como factualmente se le conoce a ese lugar tanto en 1980 como en la actualidad. No, mi argumento va a que el modo de hablar, la forma de proceder y la interacción tanto de los lugareños de Dunwich como del reportero Peter Bell (Christopher George, un veterano del western) y la psíquica neoyorquina Mary Woodhouse (Catriona MacColl, quien volvería a los protagónicos en el resto de la trilogía) es realmente desquiciada y fuera de este mundo. Ya saben que cuando empiezo a hablar de actores, es porque daré un pequeño adelanto del argumento, y esta vez no es diferente, el cansancio me impide trabajar en una estratagema más ornada con la que pueda presentar esta maravilla.

Tener variedad en la perspectiva es más difícil de lo que creen.

El argumento es un poco lodoso, dado que nos empieza a ofrecer pie con unas visiones del cementerio de Dunwich, punto focal de la acción, y un sacerdote (Fabrizio Jovine) que se ahorca en el sitio, sin mayores motivos o explicaciones aparentes; simultáneo a esto, en Nueva York una junta impromptu de mediums/traficantes de drogas percibe a distancia el suicidio, y logran ver cómo este hecho es pivotal para una serie de sucesos que “podrían acabar con la humanidad”. Mary no logra resistir la fuerza de los hechos y cae al suelo, sin signos vitales. Más pronto que tarde la policía llega a investigar, y el detective Clay (Martin Sorrentino) no se inmuta al ver una bola de fuego que asciende y regresa al suelo con cierta reiteración, tal vez debido a que él mismo es una caricatura delicadamente racista. Lo paranormal llama también la atención de Peter, que intenta acceder al apartamento pero no logra negociar su entrada con la policía, frustrando su aparición en el momento.

Mary es sepultada con la menor disposición posible de pompa fúnebre, contando apenas con la presencia de los enterradores y el detective, quien llega a probar su suerte en el sector. De facto, suerte es lo que él tiene, porque Mary se reincorpora de su catalepsia e intenta salir de su ataúd, llamando la atención de Peter en una secuencia tan ennervante como especial en su ejecución. Posteriormente vuelven al escondite de los psíquicos, donde toman la decisión de buscar el pueblo de Dunwich, hasta ahora siquiera existente en meras visiones, y de paso desfogar un poco la líbido que surge después de haber vuelto de las entrañas de la tierra.

Tengan muy presente que no todos los coitos son felices.

Dunwich también ofrece varios sucesos en intercalado, dando a conocer al psicoterapeuta Gerry (Carlo de Mejo) y su paciente Sandra (Janet Agren), cuya relación es la más sutil de toda la película y funcionan como la segunda pareja protagonista, algo ligeramente inusual, y más tomando en cuenta lo que les sucede posteriormente. También tenemos la oportunidad de conocer un bar, cuyos únicos 2 clientes y su dueño son bastante lenientes frente a las manifestaciones infernales que se dan lugar en la comunidad. Entre todos los curiosos locales se halla alguien en especial, Bob (Giovanni Lombardo Radice, aunque el papel iba para el crítico y director Michele Soavi en principio) con quien no es difícil simpatizar, más que nada por su infortunado arribo a los peores sitios del pueblo en los instantes más inadecuados.

Intentando encauzar la idea de los hechos únicamente plausibles en el mundo Fulci, debo resaltar un poco lo azarosas que resultan ciertas situaciones, algo que no va en detrimento de la película (si es que lo tengo que volver a repetir) sino que crea un espacio totalmente distinto para la misma. Actualmente podemos declamar cuán veterados nos encontramos de la cantidad de zombies que han aparecido en diversos medios, y parece que no hubiesen maneras de modificarlos lo suficiente como para darles un nuevo hálito de frescura, pero ¡Qué bien se siente ver a las criaturas de Fulci en acción! Con 30 años y todo por delante, es bastante fresco encontrar zombies que no dependen de los tumultos alarmantes para lograr su cometido, incluso siendo lentos y con una insana predilección por los cerebros tal como las costumbres y el conocimiento popular lo ha prescrito; no obstante, ¿Se han visto acaso muertos vivientes con poderes telequinéticos y el don de la ubicuidad, entre otras sádicas bendiciones? Claro, el costo de tener semejantes habilidades resulta bastante alto, y lo pagan con una abrumadora debilidad fatal a heridas que un ser humano normal podría aguantar durante horas.

¡Confetti! Invocado a voluntad.

Lo más importante, en realidad, no es el argumento o como se le pueda presentar de una manera más lógica y coherente, como me he empeñado en sugerir durante mis últimos dos artículos. Clara es la senda de las maravillas visuales finamente fabricadas por Fulci, en la que cuentan más nuestros sentimientos que las ideas que puedan engendrar, ultimando como moderadamente hipócrita la totalidad de este texto. Cuenta como un ejercicio de comprensión el asumir los inusuales movimientos y encuadres de cámara, los jump-cuts que pueden ser tan hilarantes como aterradores, de acuerdo a la condición cardiaca de cada espectador, y observando cómo los temas musicales son hasta ahora una pequeña cereza en el carnoso pastel, algo que Fulci llegaría a perfeccionar en sus obras futuras.

Es, nuevamente, algo que debe ser visto para poder ser comprendido, y las posibilidades que tenemos actualmente son numerosas, si se les compara con el Reino Unido de los Video Nasties y otro tipo de censuras que han impedido la proyección regulada de este tipo de filmografías, pero que no por eso niega el hambre (metafórica o no, cada quién verá) de cerebros, sangre y visceras… Numerosas y repetidamente regurgitadas visceras.

No muchos se atreven, pero quienes buscan lo suficiente pueden encontrar cómo verla…

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¹Bajo una luz tan educada como atrevida, podríamos decir que la corriente del colombiano Jairo Pinilla no dista mucho de este tipo de explotación en particular, y es posible hallar varios paralelos, en la medida que mi buen amigo Dustnation lo considere prudente y necesario.

Nobuhiko Obayashi: Hausu (1977)

Dándole un inicio adecuado a esta segunda Semana de Horror en nuestra entrañable plataforma, me arrojé en un oleaje de osadía y decidí tomar una película que de puertas para afuera es un clásico del género, mas oculta tras sus numerosas capas un cuantioso substrato de material cinematográfico que exige un análisis mucho más puntilloso que lo que podría permitir un par de magros visionados. Fue una postura de atrevimiento irrespetuoso, algo muy común en Filmigrana, pero sus refrescantes y torrenciales aguas no pueden ser despreciadas.

¿Con qué rostro o conjunto de ideas se puede asumir algo tan vasto y sobrecogedor como Hausu, que con la calidez de un hogar en sí es la romanización de la palabra House? No es fácil para nostros como tampoco lo fue para ellos, los espectadores de finales de los 70’s, para quienes el horror italiano de la época, bien conocido por su carácter altamente formalista, no era un bien accesible con el cual pudiesen habituarse a este tour de force. Y avergonzado me siento, en una proporción muy generosa, al describir tantas facetas sin orden ni progreso pero, en su lugar, no hablar nada de la película en sí, dejando en su lugar un enorme signo de interrogación para los recién llegados. Hausu es una fábula juvenil, es una sórdida película de horror, es un pavorrealés despliegue de celuloide; Hausu, en una manera snob y poco imaginativa a la hora de los epítetos y descriptivos, puede ser para algunos “Vera Chytilová meets Norman McLaren en un templo/parque de atracciones asiático”, mas para otros está Nobuhiko Obayashi (1938), quien ya llevaba un buen tiempo experimentando con la cámara de Súper 8mm, y que desde 1964 había fundado una suerte de colectivo de realización, junto con Donald Richie (director de Five Filosophical Fables de 1970, cortesía del Tubo) y Takahiko Iimura (autor de cortos de la calaña de Kuzu de 1962, ejercicios deconstructivos de elevada complejidad), y “Film Indépendant” era el nombre de dicho colectivo, algo a lo que se le puede oler el tufillo de Nouvelle vague e ínfulas artísticas a una distancia considerable.

Splitscreen, uno de varios.

Aunque el más ortodoxamente apegado a Jean Luc Godard en cuanto a experimentación y ensayo audiovisual es Iimura, Obayashi genera una sensibilidad mucho mayor y construye una experimentación que va de la mano con una noción de narrativa. Afortunadamente, también le ayudó el hecho de ser prolífico y versátil en contraste a sus compañeros, y halló suficientes nichos en los comerciales de su televisión nacional para así desarrollar una pericia visual que vive en la frontera de lo genial y lo puramente excéntrico.

A Hausu, en medio de mis descripciones anteriores, la anoté como una suerte de fábula o cuento de hadas destinado a las jóvenes adolescentes, cual si se tratara de un relato de los hermanos Grimm. Es una historia de una bella señorita, conocida como Gorgeous, y sus 6 amigas, todas estudiantes de secundaria, quienes se preparan para sus vacaciones de verano. Gorgeous se prepara para salir de viaje con su padre, pero éste le hace cambiar de parecer cuando le informa que su novia, la hermosa y siempre tranquila Ryouko, también irá. El viaje de las 6 amigas también se cancela por motivos ajenas a ellas, pero Gorgeous decide visitar a su tía que vive en un chalet campestre, y aprovechando la coyuntura, invita a sus amigas. A lo largo del viaje conocemos a cada una de las chicas, teniendo todas una característica que las demarca y distingue de las demás, al más puro estilo de los 7 Enanitos de Blancanieves (espero noten la coincidencia); así, Kung Fu es sumamente atlética y dotada de muy buenos reflejos; Fantasy es soñadora y amante de las fotografías (incluso teniendo una relación vigente con uno de sus profesores); Prof es objetiva y concreta, una dama del conocimiento; Sweet es tímida y le agrada hacer aseo; Mac (una contracción de stomach) es la glotona del grupo, y Melody es una intérprete musical de alto nivel. Gorgeus, por su lado, solo tiene a su favor que es bastante bella y le encanta maquillarse y estar bien vestida, e incluso se podría argüir que tiene la capacidad de cambiar de vestimenta a voluntad, pero ya hablaremos un poco más de eso al señalar algunas elecciones de estilo en la película.

Que sean artimañas del cine mudo no quiere decir que sean inútiles. Por otro lado, “Haaausu”.

La carne del asunto empieza cuando ellas llegan al chalet de la tía, y aunque son recibidas por ésta en una posición de fragilidad, pronto se enterarán que ella, el gato de la casa y otros fenómenos locales son mucho más misteriosos, aterradores y aleatorios de lo que ellas podrían creer. ¿Qué distingue una trama como esta a algo semejante a, por poner un ejemplo, House of Wax (1953) de André de Toth, tratándose de una criatura malévola con métodos especiales de deshacerse de sus víctimas? Además de la creatividad e inventiva que se despliega en cada escena, es la formalidad de los sucesos lo que llama más la atención de esta película, relegando incluso a un segundo plano el argumento.

Hay un amplísimo tabló de situaciones a través de las cuales las pobres colegialas van conociendo su funesto destino, en un esquema que puede traer a la memoria la clásica Willy Wonka and the Chocolate Factory (1971) de Mel Stuart, siendo que cada una de ellas va sucumbiendo frente a situaciones que se relacionan con sus rasgos característicos, posibilidad que no se sienta tan descabellada si recordamos que Obayashi no solo es un hombre atento al cine internacional, sino que además ha trabajado ya con numerosas estrellas de la costa oeste estadounidense. Curiosamente, cuando tenemos la expectativa de que todas encuentren la fatalidad de manera más o menos ‘formulaica’, Hausu nos sorprende con un paquete de novedades alarmantes, en la guisa de ejemplos como una lámpara devoradora, o una sepultura/violación ejercida por colchones y edredones malignos. Me temo que nada de lo que he escrito tiene mucho sentido, pero ¿Cómo habría de enmarcar la lógica de esta película, si no es descrita con mucha mayor propiedad a un nivel visual? Hago lo que puedo con las letras, mas mucho me temo que existen mejores maneras de explicar un largometraje como el que nos embarga en esta ocasión.

“Like some cat from…” (me aguarda una paliza)

Muchas secuencias quedan para la memoria, como la clásica afrenta del piano que lidia con su intérprete (lo lamento, Melody) o la discusión entre el umbroso vendedor de sandías y el profesor Togo, como recordaremos, el novio de Fantasy. Tomando en cuenta esto último, aspectos como la efebofilia y la desnudez de los cuerpos núbiles de estas muchachas son jugados con una maestría que no termina de encajar con nuestros sets de moral. Las jóvenes, siendo todas ellas vírgenes (y por esto mismo víctimas de las triquiñuelas de la casa y potenciales meriendas de la tía no-muerta) demuestran que sus rasgos son el paso previo a la adquisición de la sexualidad, y solo Fantasy tiene un atisbo de ser más ‘aventajada’ y a su vez consciente del peligro que las demás, posiblemente por algún detalle que involucra al profesor Togo. Pero no hay mucha cabida para análisis directos y serios, porque hay mucha bufonería y desenfado sucediendo mientras intentamos teorizar las relaciones de estas mujercitas. Personalmente, mi favorita es Kung Fu, la más decidida y firme del cadre, quien incluso en sus últimos momentos manifiesta un control de la situación, su leitmotiv de combate es realmente encantador¹.

Tanto musical como visualmente la película es un collage que marca precedente, empleando diversos trucos y artificios para lograr añadir un efecto que distinga cada escena de las demás, y con ello volvemos a tomar en cuenta la influencia de Film Indépendant y sus escasos pero valuables miembros. Hay tantas imágenes que referencian el estado de la cultura popular en el Japón como los hay de eventos externos y detalles que Obayashi emplea para imprimirle mucho más Technicolor a este estrafalario cuento, por lo que es necesario conocer la trayectoria o (cuando menos el impacto) de un actor como Tomozaku Miura en la cinematografía japonesa de posguerra para comprender la secuencia de la partida del prometido de la malvada tía, en sí misma filmada a la manera de un drama nipón de los 40’s.

Hay elementos de toda nacionalidad, época y función. Primeros planos, siempre son bendecidos.

Habiendo arado el terreno con una pieza de semejante envergadura, Nobuhiko Obayashi realmente no pudo aumentar la calidad de su juego tras el éxito finamente orquestado de Hausu, pero siguió trabajando con un tren de ideas similar, en lo que algunas personas con una cierta vaguedad de términos llamarían “surrealismo”, pero en mi humilde opinión lo considero como una muy buena inversión de la creatividad y los medios al alcance para subvertir los esquemas existentes, de la misma manera que alguien como Hyeronimus Bosch no tuvo que recurrir a alguna suerte de teoría freudiana inexistente en su época para recombinar y moldear las maravillas que alguna vez pintó. Con esta visión de la muerte colorida, metida con calzador (porque no menos se espera de Valtam, su humilde servidor) me despido, para seguir restregando mi cabeza con esa agua entintada de sangre que tan gratas imágenes me permite alucinar bajo su superficie.

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¹ Dejé, de manera más-o-menos deliberada, un hipervínculo que ligaba a un contenido en demasía obtuso e irracional (en una lectura muy distinta de estos términos a la que podría llevar la presente película) y que no tenía absolutamente nada que ver con el artículo que me precio de escribir, mas de todas las lecturas recibidas en las últimas 18 horas solo hubo un click a dicho enlace, y al parecer no le resultó fuera de lugar la dichosa inserción. Es este un pequeño comentario que quería hacer, sin que volara al territorio del reclamo, concerniente a la posibilidad abierta de opinar en este espacio. No siempre tiene que ser algo complaciente y acorde a la visión del autor, saben todos que con mucho gusto respondemos la grosería impertinente, pero una discusión de cuando en cuando a nadie le sienta mal, sobre todo si se trata de un montaje parodiando la experticia ganada en los videojuegos, el enlace del que hablaba (NOTA ED.: dicho enlace murió en algún punto desde la publicación del artículo).

La Difícil, Desafiante y Deliciosa Realidad

Celebrando su aplicación como fórmula de redacción, resultona y difundida en su empleo, me preciaré de iniciar esta sentida nota con una anéctoda personal tangencialmente relacionada con el tema a tratar, rellenando de paso unos cuantos párrafos iniciales.

Mi habitación, desconocida por muchos de mis conocidos y precariamente amoblada, tiene un viejo escritorio de madera sobre el cual reposa mi fiel computador de escritorio (cómo me gustan las cacofonías), y frente a éste, con una devoción diaria y cercana a lo más pío, me siento todos los días para perder mi tiempo y contemplar algunos reflejos de mi vida con la ayuda de una pantalla LED de tamaño modesto. Mi trono es también humilde, aunque no deja de ser pintoresco en su propia categoría, consistiendo en una antiergonómica silla de madera con lona, que las clásicas giratorias de oficina me caen más bien mal y se dañan rápido con mis hábitos de uso. Hallándome tenso o inquieto suelo aprovechar las cuatro patas de esta misma silla para reclinarme, vulnerando el agarre que los tornillos tienen en la madera (aquellos tienden a roerla con mis movimientos) y produciendo un suave y cómodo rechinar que me hipnotiza, disuadiéndome de formularme preguntas acerca de la actividad que esté llevando a cabo frente a la luminosa pantalla en esos momentos de sónica efervescencia.

Hoy me senté en ceremoniosa quietud, evitando la tentación de reclinarme, y me quedé un rato mirando el calendario, con los ojos de un padre leniente y especial que reconoce sus arranques de crueldad y abandono. No pude resistir mucho tiempo en esa posición y, sorteando de nuevo con todas mis fuerzas el llamado de la madera que se pulveriza con sosegada lentitud (casi como dándome su aprobación para que la destruya a través de un uso que no fue el pensado para la silla que compone) me puse de pie, me miré en el espejo del baño y reconocí que había cambiado.

Por si la advertencia inicial fue eludida, lo anterior no fue el inicio de una noveleta urbana con ínfulas pseudo-intelectuales, aunque haya quienes consideran nuestras vidas como algo semejante. Dustnation y yo creemos en nosotros mismos, después de dos años de haber iniciado esta empresa que ha sacado lo mejor que tenemos como seres humanos y observadores de lo ajeno, en lo que se revela tras las pátinas de aparente esnobismo como la humildad y el deseo de aprender de aquellos que nos precedieron y cuyos relatos merecen ser rescatados, en un país que incrementa su atención y celo por la realización cinematográfica y la generación de cultura en general. La mayoría de nuestros lectores lo sabe, pero quien haya llegado un poco tarde a este abode podrá enterarse que el 18 de agosto de 2010 se ideó y creo este espacio de la misma manera que se construye una improvisada chabola en la ribera de un río o la ladera de una empinada montaña.

Somos jóvenes, se puede leer fácilmente a través de nuestras apreciaciones carentes de la experiencia que curte a los profesionales de la crítica (un oficio vilipendiado pero necesario en las parvularias de un arte), pero sin las vejaciones anímicas que caracterizan a quienes creen que lo han visto todo o que simplemente desquiciaron en su vejez, con casos que no vale la pena siquiera citar. Somos aventureros, también, y por nuestra mirada particular hemos planteado tan buenas discusiones como virulentos animismos, ninguno de los cuales es desaprovechado en función de aprender algo acerca de la mirada de nuestros lectores, algunos de los cuales podrían ser (sin que lo sepamos) nuestros más acérrimos opositores, sin que eso los haga detrimentales para el fomento de mayores y mejores discusiones. Infortunadamente también somos inconstantes, otro rasgo característico de la juventud, y en nuestro afán de ser diletantes y experimentar la vida en un amplio espectro, ocasionalmente hemos dejado de lado aquello que hemos llegado a considerar como esencial por la misma fuerza vital que impone y los espacios de reflexión que otorga. Con palabras no muy apropiadas y tal vez bastante edulcoradas me estoy refiriendo al Cine.

Fuera del misterio espiritual que se vive dentro de una sala de cine a oscuras, y en la comodidad de nuestras casas con un DVD proyectando una pieza inmemorial (o sencillamente absurdo y trivial en extremo) este es uno de los únicos espacios en los que hemos podido detenernos a respirar para pensar en lo que nuestras vocaciones implican, y observar como está entretejida la sociedad en la que hemos tenido la fortuna/desgracia de ser cultivados, sin olvidar los esfuerzos que hicieron centenas de individuos trabajando para una industria que a su vez es un arte, e intentando plasmar todo este espectáculo de destellos e ideas en un espacio medianamente coherente y abierto a la discusión. Seguro Dustnation hallaría una manera menos dulzona y divagante para decir todo lo anterior, pero nuestra empresa ha sido una marcada por el entusiasmo y el deseo de conocer, y hemos contado con la fortuna de encontrar almas afines que, bien en su rol de lectores dedicados o como colaboradores, han permitido la pulimenta de nuestras ideas y nos han dado una probada de la experiencia de escribir en y para cine, un evento en caliente muy difícil de emular en condiciones seguras.

Mas, con todo lo anterior no quisiera implicar que la hostilidad con la que algunas personas han expuesto sus puntos nos ha amedrentado hasta el punto de hacernos ceder nuestros butacos. Seguro, hay quienes se sentirán incómodos con las metodologías empleadas para describir ciertas obras del cine colombiano reciente, pero no renegamos de las vías como algunos expresan sus ideas, nosotros tenemos las nuestras e intentamos compartirlas para formar otras. Como lo iba apuntalando hace unos párrafos, es el espíritu de esta suerte de mocedad intelectual la que nos mantiene tan despiertos como desconcentrados, evitando que trabajemos con mayor ahínco en lo que consideramos como algo que vale la pena mantener.

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Y es aquí donde está, tomando prestadas y mutadas palabras ejemplares, ‘la Vieja en el Cruce de Caminos’, momento en el que observamos cómo deberíamos proceder ante este retoño con tanta salud y promisorias aptitudes. Para la mayoría de mortales, son las primeras décadas de vida en las que nos disponemos a crear un sinnúmero de proyectos y abrimos un número bastante amplio de vías y trochas, muchas de las cuales desaparecen bajo la hiedra del desuso y la falta de interés; han sido estos dos años, con sus pequeñas ausencias incluídas, suficiente tiempo para notar que esto no es ‘otro más’ de esos proyectos, guardando la fuerte esperanza de que con entusiasmo seguiremos atrayendo la atención de pocos (pero leales) lectores y redactores, impulsados también por nuestro evidente placer a la hora de escribir sobre cine. Tal vez sean patanes insufribles como nosotros, pero eso realmente será lo de menos.

Queda mucho por experimentar en cuanto a lo que escribimos y cómo lo hacemos, y en realidad se trata de un asunto de dedicación abnegada si queremos ver un atisbo de lo que nos espera al otro lado de las numerosas colinas por atravesar. Si hace falta establecerlo, nuestra búsqueda cada vez está menos inclinada hacia la fama y la popularización del sitio, pueden no contarle a sus amigos que vieron esto y saber, en su interior, que han estado leyendo los escritos de un par de maniáticos y su malsano troupé de amigos, pero nos importa más generar opiniones propias en quienes nos lean, motivándose a su vez a crear otros espacios de disertación en torno al cine y las artes con diálogos polivalentes y de orígenes diversos.

Mientras ustedes abren nuevas fronteras y hacen populares sitios web, nosotros seguiremos en nuestra pequeña tarea de redescubrir y reordenar nuestras experiencias, registradas aquí como una bitácora de exploración de más de un siglo de imágenes en movimiento. Costará trabajo, mucho trabajo, y habrá días en los que no llegaremos a casa a procrastinar, como es nuestra predilección, y en lugar de eso nos sentaremos, sin reclinar la silla o recostar la cabeza en una mullida almohada, y empezaremos a escribir y escribir, promoviendo el crecimiento de este espacio hasta que nos sintamos listos para emprender una nueva ruta, redimiendo por supuesto todo el trabajo hecho hasta ahora en artículos de 3000 palabras. Será difícil y nos privaremos de muchos ocios actuales, pero será fantástico, y en el fondo afrontaremos una pequeña pero crucial etapa de nuestras vidas, en la que sabemos que estamos comprometidos con una causa y conocemos bien esa causa, moviéndola como una alta prioridad.

Estoy alentado, tal vez demasiado emotivo y proclive a ser editado en la mayoría de lo escrito, mas no puedo evitar pensar cuánto he crecido, qué tanto se ha destrozado mi silla de madera y cuáles son mis nuevas voluntades para Filmigrana, queriéndolas aplicar ahora que tengo menos tiempo y energía para ello. Seguiría extendiéndome en lo que pienso como individuo, aquello que he aprendido y los temores de los que me he desprendido, así como aquello que he adquirido a lo largo de este corto pero sustancioso viaje; sin embargo, no habría mejor manera de comunicarlo que con un artículo de verdad, de aquellos a través de los cuales somos conocidos (e igualmente un par de desconocidos, aullando en el anonimato). Cerrando el artículo de manera pseudo-proverbial con una pequeña pasada de mi mano por mi inexistente barba, así funciona la difícil, desafiante y deliciosa realidad.

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… No, sin ese final tan deplorable que recién escribí, tengan ustedes la buena fe de seguir leyendo a estos patanes snobs, con toda la intención que tienen estos de continuar ofreciendo esa mirada agreste y no menos sincera sobre el cine que han visto, están viviendo y habrán de observar en un futuro, quién sabe qué tan lejano. Hasta una próxima y cercana ocasión, estimados lectores de Filmigrana.

La Diosa de la Fertilidad

David Fincher - Alien 3 (1992)

Juno.

El mes número 6 del año, usualmente afincado en lo que vendría siendo la parte tardía del summer cinematográfico estadounidense. En estos lindes se le conoce como ‘temporada alta’, momento para disfrutar de las vacaciones académicas, viajar, ver alguno que otro producto crispetero y perder el ritmo que se había construído a lo largo de los últimos 5 meses. También es el nombre de una película dirigida por Jason Reitman en el 2007, a la que realmente no le voy a dedicar muchas más letras que las de esta referencia nada incisiva, al menos en este artículo.

Todo parece indicar que hay una asociación entre la deidad romana y nuestro estado de ánimo actual, en cuanto a producir material se refiere. ¿Qué es lo que nos pone a hablar, intrigar, confabular y ruminar en torno a este mes?

En Filmigrana

Llevamos un buen tiempo (¿Meses? ¿Ya casi dos años?) reiterando nuestra disposición a hacer arreglos en la página, escribir más y poner a su disposición, estimados lectores, un enorme arraigo de platillos en los que puedan degustar el malestar que sentimos hacia la sociedad, y como el cine nos desvía del camino del mal, et cétera et cétera. Pero si bien en tiempos anteriores parecíamos no haber dado la cuota, este es el momento de refregarse los ojos y ver como, casi en una cadencia de día de por medio, verán un artículo nuevo, ya sea en Filmigrana o en el repudiado e infame Monk’s, donde ya sabrán que algunos de nosotros hacemos nuestro medio tiempo llenando nuestra planilla de pacientes de frenopático.

Muchos de ustedes ya habrán notado mi más reciente ‘rant’ sobre el cine de Dago García, en el que vaticino mi asistencia a una proyección de su más reciente guión. Ese artículo estará dispuesto a finales de esta semana, pero ¿Cómo aguantar hasta su llegada? Habiéndolo prometido hace ya mucho tiempo, la publicación de la antología de ese mismo director/productor/guionista colombiano, escrita por Demuto, se hará lo antes posible, con el fin de contextualizar y acentuar el disfrute de la apología del “Colombiano Tradicional”, detalle en el que me extenderé en su debido momento.

Los demás redactores también tienen sus sorpresas, colaborando con la coyuntura que estamos viviendo. JNMGLVDL, quien hace poco escribió para la revista REC de la Universidad de los Andes, ha estado merodeando las aguas de Paul Thomas Anderson; Samuelmorel, por otro lado, recientemente nos sorprendió con un insight de Hunger (2008) muy personal; y confiamos en que los podamos tener tanto a ellos como a otros invitados especiales en nuestro próximo Podcast, con la intención de convertir esas atrocidades aurales en una periodicidad de este sitio.

Hay muchos otros planes y sorpresas que se irán despejando a medida que pase el mes, pero preferiría no arruinar su llegada con mis comentarios, y esperar a que se aproximen los eventos de la manera más adecuada y oportuna. Entre tanto, veamos que nos espera…

A nivel local

Y con esto me refiero a la cartelera de este pintoresco país, sin depender de la nacionalidad de las producciones que estén proyectando.

Prometheus encabeza la lista de entusiasmo, tratándose del debido regreso de Ridley Scott al género en el que volcó su genialidad visual. Ya se ha hablado mucho de cómo esta película no será una precuela directa de la franquicia Alien, pero que en sí misma será una tierra de abono para la vasta mitología que han engendrado los infames xenomorfos. ¿Vivirá a la altura de la original de 1979? ¿O será recordada como un nonato extraído abruptamente del útero, hecho con mayor amor que Resurrection pero funcionando como un similar eslabón de visceras y compromiso pobremente recompensado hacia la especie?

Cosmopolis, protagonizada por Robert Pattinson, recién fue estrenada en el vil Festival de Cannes, ganando más objeciones que vitoreos; y no tendría por qué ser obligatoriamente al contrario, si estamos hablando del genial y veterado David Cronenberg. Es una película que posiblemente no veamos sino hasta finales del 2013 en nuestras salas, mas hay algo que sí podemos aprovechar ante la inminencia de los cataclismos de la biblia Emmerichiana, y es A Dangerous Method, un singular drama de época estrenado en el Festival de Venecia del 2011 (ese fue un gran festival, quepa decirlo). A partir del 22 de junio podrán echarle un recomendado vistazo tanto en las salas de Cinecolombia como en las de Cinemark.

También está la sala de cine de Av. Chile, el clásico baluarte de los dramas a los que no es nada recomendable ir en solitario. Desde el primero de este mes se estrenó A Separation, y dependiendo de la perspectiva que tengan del cine iraní en general les podríamos “aconsejar” una pasadita, de la misma manera que los compañeros de la adolescencia nos aconsejaban cruzar corriendo las calzadas de la Autopista Norte. Bueno, en realidad Dustnation considera sano que la vean, y desde mi punto de vista también sería provechoso que lo hicieran, no hay nada malo en un Oso de Oro del Berlinale; pero nuestra opinión es basura esnob, por lo que queda enteramente a jurisdicción de ustedes.

A un par de meses de diferencia de Mirror Mirror, la mirada del bombástico y colorido Tarsem Singh frente al célebre cuento de la manzana envenenada de los Enanos Grimm, llega Snow White and the Huntsman, su contrapartida oscura y decididamente gritty. En ella tenemos a la generalmente vilipendiada Kristen Stewart, a Chris Hemsworth y a Meredith Vickers Charlize Theron, interpretando esta última a la fría y gélida antagonista del conocido cuento de hadas… ¿O será el mismo que creemos conocer? Hay ejércitos de alta fantasía medieval, estandartes ondeando sobre campos de batalla grisáceos y una Blanca Nieves con cota de placas. Aunque lo lamente en el fondo de mi obtuso corazón, esto tengo que verlo.

Y en últimas, tras un mes de haber visto el tráiler, nos seguimos preguntando ¿Por qué demonios Madagascar 3 se sigue llamando Madagascar? Claro, es retórico, se trata de una franquicia; sin embargo ya ni siquiera la isla tiene una relación directa con el argumento. Y es posible que no desmienta eso último por el simple hecho de no vérmela, gracias a que ostentan un hit de LMFAO en su banda sonora. Lo lamento, tengo cosas más importantes en las cuales quisiera perder mi dinero, y paradójicamente una readaptación de Blancanieves es una de ellas.

Por fuera de todo esto

Saben bien que nos gusta recomendar otros blogs y sitios de crítica y análisis cinematográfico, con el fin de que encuentren lo más afín a sus intereses y contemplen otras visiones del vastísimo y complejo mundo del cine (qué educativo sonó eso último).

Nuestra elección favorita, como de costumbre, se dirige hacia The Pink Smoke y su vastísimo compendio de conocimientos con respecto al eterno Ray Bradbury y su intervención en el celuloide. Hay muchas otras curiosidades que ustedes, gente de bien sin déficit de atención, querrán leer ya encontrándose por esas latitudes.

Y como sitio ‘nuevo’ recomendado del mes está Static Mass Emporium. En lo personal, no me atrevería a ponerlo en el mismo absurdo e innecesario pedestal en el que situamos a ‘Smoke, a Shadowplay o a Wonders in the Dark, de los que hemos hablado con mayor o menor extensión; sin embargo, resulta alentador ver la frescura y la diversidad de los artículos, reflejada también en lo variopintos que son sus redactores -¡Hay una reseña escrita por un niño de 9 años!-, y en medio de todo consideramos que cualquier sitio que intente rescatar el cine ‘impopular’ (a falta de un mejor término) es un sitio que merece ser observado a futuro.

Ahora, si quieren leer cortas reseñas sobre Battleship Potemkin, The Godfather o lo genial que es y siempre será 2001: A Space Oddissey, sin temor a salirse de la franja del vox populi, pues ya saben a dónde NO ir… Y cabría recordar que por acá tampoco verán algo similar.

Así que, zarpamos una vez más. Como diría cierto colaborador italoparlante de Monk’s,

“Nos veremos nuevamente en el mundo donde nuestras conciencias nos sumergirán”

They Came

Algo que notarán nuestros lectores de antaño es que el titular uno de nuestros impopulares artículos de relleno que, de cuando en cuando, aparecen en períodos de paternal ausencia es una labor tan imaginativa como el esfuerzo gastronómico que hace Kentucky Fried Chicken, aquel que aboga por darle la misma textura y sabor ‘broaster’ a todo tipo de comidas, incluso las que no deberían tener pollo para empezar.

¿Qué se puede inferir del título de este pequeño artículo, y cómo se puede interpretar en lo que viene del mes de mayo? ¿Es acaso la elegancia amateurística -y muy entusiasta- ofrecida por David Cronenberg en Shivers (1975), también conocida como They Came From Within, aquella que nos movió de nuestro notorio letargo de 2 meses? ¿Se refiere acaso a un infortunado double-entendre sobre eyaculación? ¿Es tan sólo una mención, fabricada en un inglés semánticamente pobre, acerca de nuestro regreso al blog? Todas son conjeturas posibles, algunas menos válidas que otras, pero debo confesar que la inspiración central del presente título, y el impulso final que cierra una cadena de impulsos vitales para regresar a nuestra horrible labor, se la debo a este videojuego de 1991. Si estamos en la misma sintonía de morbosa curiosidad, seguro querrán seguir el enlace.

¿Qué tiene que ver un clón hediondo y descartable de Galaga con Filmigrana y su esfuerzo en difundir la buena palabra de la patanería, la insensatez y el descaro en cuanto a crítica cinematográfica se refiere? No mucho, más allá de tratarse de un juego dañado en el que hemos decidido participar, con todos los bugs, glitches, errores y demenciales despropósitos de diseño y presentación, y en el que seguiremos con todo el aliento que le podamos prestar. No siendo indiferentes a las objeciones de varios lectores hacia nuestra opinión, la iremos puliendo no para endulzar los ojos de aquellos (y los oídos de quienes se enfrentan a los podcasts, prontos a regresar con nueva presentación) sino para mostrarla más fresca, propia y mejor documentada, confiando en que se lleve a buen término nuestra ‘misión’ de invitar a ver más cine desconocido y sin celebrar, ojalá con la constante de “los de ese blog son unos putos idiotas” en sus cabezas.

Pero no quiero que la eulogía se extienda de manera innecesaria, y para hablar mejor de nuestra redoblada intención, tenemos a continuación:

Lo que vimos (y vendrá) para mayo

¿Deberíamos empezar con buenas noticias? ¿O nos vamos de una con las malas? En medio de nuestros velados juicios de verdad, no les resultará ajena nuestra complicada relación hacia el industrioso guionista y productor nacional Dago García. Nuestro colaborador (y demonio local) Demuto ha fraguado una sana retrospectiva, amigablemente académica, del mencionado autor de numerosos guiones y libretos (alrededor de 35 hasta la fecha), muchos de los cuales son infames por su declarada comedia blanca y costumbrista de la indescriptible clase media colombiana. La publicaremos en cuanto terminemos con una pequeña limpieza editorial. Ahora sabemos que este hombre vuelve a la silla plegable tras 6 años de haber dirigido Las Cartas del Gordo (2006), en una nueva aventura del cine colombiano de la que sin duda alguna leerán nuestra opinión. ¿De qué se trata? Aquí pueden ver el tráiler de La Captura. Vean el montaje de esas secuencias, por Dios, qué exquisitez de flick de acción, rompiendo todos los esquemas decembrinos. Actualmente se puede ver en carteleras de Cinemark, y curiosamente no es posibler hallarla en las salas de Cine Colombia, ¿Por qué será?

Pero no todo es balas, caseríos a temporales y desnudos de Andrea Guzmán; también viene Waking Life con Álvaro Bayona, un muy pintoresco trabajo de rotoscopia (del cual una entrañable conocida es la supervisora de color) que posiblemente tenga más suerte en taquilla que lo último que vimos en animación nacional, la ya olvidada Pequeñas Voces. En materia de personajes perdedores parece ser una versión mucho más honesta y centrada de la nefasta Mamá Tómate la Sopa, y aunque la animación para adultos es una apuesta bastante arriesgada, hay algo muy loable en querer promover la animación como un vehículo narrativo con potencial y seriedad, hay que ver con qué sale este experimento. Gordo, Calvo y Bajito se estrena el 18 de mayo.

Los estrenos internacionales no se ven mucho más prometedores, al menos para este mes en concreto (cuando hablemos de Junio la historia será muy distinta). La horrible y sintética Battleship, moldeada a semejanza de la franquicia Transformers, se da a conocer como un muy blando y reprochable espectáculo de chroma key, algunos nombres notorios en la plantilla (como no era para menos) y esa nueva costumbre en los trailers de las películas de acción en los que se pegan fragmenticos de sonidos, como si de un bombástico compilado de lo peor de la Ninja Tune Records se tratara. Ahora, ¿Apollo 18? El found footage nació y murió con The Blair Witch Project (1999), y su cadáver embalsamado ha sido empleado en producciones del calado de REC (2007), Cloverfield (2008) y la muy estúpida e incoherente The Devil Inside (2012), por lo que con ello sobra decir que no vale la pena seguir cosechando los gusanos putrefactos de esta tendencia. No querrán ir a las salas a ver esto tan terrible. Para estas alturas ya habrán visto The Avengers de Joss Whedon, de la cual tenemos muy buenas opiniones tanto Dustnation como yo; diversión sin bridas de principio a fin.

Pero habrán quienes no quieran invertir su valioso tiempo sólo en cine, y gustarán también de una agradable lectura. Nuestros estimados lectores ya reconocerán la admiración que le profesamos a The Pink Smoke, por lo que no será extraño que promovamos uno de sus más recientes artículos: la crónica de una proyección especial de 24 horas seguidas de películas, en conmemoración de los 10 años del Jacob Burns Film Center, donde Christopher Funderburg (uno de los fundadores del sitio web) es curador. La iniciativa no suena menos que deliciosa, y la belleza de la experiencia es evocada con la  gracia que caracteriza a los redactores de esa página.

Nuestra sección de enlaces será actualizada dentro de poco, pero en todo caso no cesamos de recordarles la ruta de acceso a Trailer Addict, donde podrán ponerse al tanto de los más recientes avances en la industria del cine.

¿Y qué esperar en materia de artículos? Admito que es lo que menos nos gusta anunciar; pero ya que estamos en el tema, además de empezar un ciclo muy gratificante de Luchino Visconti, aristócrata extraordinarie, seguimos con la obra de John Carpenter; posiblemente JNMGLVDL nos traiga algo en torno a lo último de Nicolas Winding Refn, Drive (2011); y como ya lo insinuamos, seguiremos trabajando en nuestra serie de cine colombiano, confiando en que podamos analizar y destrozar con nuestro ampuloso escrutinio muchas más cinematografías desconocidas.

Que desde mañana podamos ver nuevos contenidos en este agradable sitio. Por supuesto, esperamos que nuestros esnobs más especiales sigan con nosotros y nos compartan sus impresiones, ya se trate del incontenible veneno que anida en el corazón de Rubliov o el aliento de Profano, es todo bienvenido. Resalto, con muy poco panache y orgullo, que nuestra cuenta de Twitter, @Filmigrana, es otro espacio en el que nos preciamos de comunicar novedades o estupideces de último minuto, por lo que pueden seguirnos si así lo gustan.

Así que, como en el ya mencionado videojuego de lamentable factura, esperamos no tener fin concreto, y que cada segundo de experiencia con nosotros sea más incomprensible, aterrador y lleno de adrenalina que el anterior.

Irwin Winkler: The Net (1995)

Tengo la (¿desafortunada?) oportunidad de comenzar algunos artículos con una cita del filme. En el caso particular de esta pequeña trilogía del internet noventero (compuesta por la presente, You’ve Got Mail y Disclosure), la estrategia había funcionado bastante bien, ya que la primera frase dicha en ambos trabajos ilustraba de inmediato el componente tecnológico que hacía parte fundamental de sus respectivas teorías sobre la red. Ninguno de los dos resultados es estupendo, pero ambos son productos fascinantes (sí algo fallidos) que al adjuntar el multimedia a su narración complejizaban lo que de otra forma habrían sido simples curiosidades de género y época. The Net, una película espantosa desde cualquier flanco que se le vea, rompe esta sana tradición al comenzar con un hombre de cuello blanco, aparentemente importante y preocupado discutiendo vagamente algo que le concierne. No es de ninguna forma una diálogo memorable, pero sí lo es la acción que le sigue inmediatamente: El hombre se vuela los sesos (luego de hablar con su hijo por celular, tacto ante todo) frente a la famosa escultura de Washington The Awakening, donde Neptuno lucha por no ahogarse entre las praderas del East Potomac Park. El hecho de que esta enorme y magnífica escultura sea incluida en el corte final es lo más contundente de la escena: no por el encuadre plano, ni por el enjambre de pájaros que le rodean, sino porque no existe razón alguna, metafórica o literal, que justifique su presencia. Simplemente está allí porqué sí. Mejor resumen de The Net no puede existir.

Pero demos un par de pasos atrás y veamos quien diablos creyó que esta película sería una buena idea: Para empezar tenemos a su director, Irwin Winkler. Winkler, un exitoso productor de carrera con varios éxitos y triunfos a sus espaldas (incluyendo Raging Bull, Rocky y They Shoot Horses, Don’t They?) se adentró en la carrera de dirección con un par de filmes aceptables con Robert De Niro en el papel principal, siendo estos Guilty By Suspicion y Night And The City. Ambos, a pesar de no ser obras maestras, tenían un módico de ambición y originalidad (especialmente el primero, que trataba a grandes trazos el Macarthismo en el cine). Evidente desde sus primeros pasos, no obstante, era el hecho de que Winkler no era un director particularmente visionario u original, y su trabajo actoral era competente si no sutil. Pero mientras ese par de filmes tenían guiones logrados y concentrados en crear personajes realistas y narrativas complejas, el combo detrás de la maquina de escribir en este caso no parecía tener mucho interés en ese tipo de nimiedades, fueran lógica, tensión o desarrollo. John Brancato y Michael Ferris, los responsables, habían comenzado su carrera con pequeños guiones de terror y ciencia-ficción como Watchers II, The Unborn y Mindwarp, pero este fue su primer trabajo anidado en el centro de la industria hollywoodense. El resultado monetario fue chocante: 22 millones de presupuesto (invertido más que nada en salvapantallas de 8-bit en la casa del personaje principal) se convirtieron en un poco más de 110 millones de dólares a nivel mundial. Gran parte de dicho éxito debe ser atribuido a su ya algo conocida estrella, Sandra Bullock, cuyas capacidades actorales nunca alcanzaron sus atributos físicos.

Atributos físicos que definitivamente no son de un hacker, por cierto.

Lanzada al estrellato por Speed en 1994, Bullock había tenido papeles de mediana importancia en la infame Demolition Man, el horrible remake gringo de George Sluizer de su propia The Vanishing y The Thing Called Love de Peter Bogdanovich, pero The Net confirmó la simpatía del público mundial con esta simplona pero hermosa heroína (simpatía que sigue vigente más de 15 años luego de su primer gran golpe). Bullock, a pesar de verse rodeada de adversidades como Angela Bennett, una absurda y brillante hacker con cuerpo de modelo cuya alimentación está compuesta de pizza de anchoas y vino rojo, no logra en ningún momento interesarnos por el futuro de su blando e ingenuo personaje, que no es del todo su culpa pero que su sosa actuación ayuda a cementar. Soltera, asocial y en busca del hombre perfecto (“Captain America meets Albert Shweizer”, buena suerte con eso), su trabajo consiste en aislar virus de programas recientemente creados en el boom de la computación (incluyendo Wolfenstein 3D). Bastante solitaria y confinada a los límites de las salas de chat (sans pederastas), Bennett recibe un diskette (los 90s en su apogeo) con la página web de un grupo de ¿Trash Metal? llamado Mozart’s Ghost (aparentemente diseñada por y para un niño de 5 años), que es a su vez el MacGuffin de mierda que pone a rodar la trama. ¿O lo hace?

Un colega hacker llamado Dale le guía hacia la esquina del display de dicho website donde un pequeño símbolo de pi (π) brilla, y al darle click abre la caja de pandora de un internet psicodélico, binario y lleno de pop-ups, algo preocupante y desconocido en igual manera y que lleva a planear una cita para discusión de dicho programa. Sin embargo, esta cita nunca se concreta, ya que esa misma noche Dale estrella su avión privado (¿cuanto dinero gana un puto diseñador, por cierto?) contra un par de columnas y este explota en cámara lenta en una bola de fuego rojizo gracias a un poco de sabotaje cibernético. Angela, convenientemente, toma el primer avión que puede hacia Cancún y se dedica a continuar hackeando en vestido de baño frente a una hermosa playa mexicana. ¿Y a quién conoce en dicha isla de la fantasía sino al hombre de sus sueños? Así es, en pantaloneta negra y con peludas pantorrillas mojadas, como Jack Devlon hace su primera aparición en pantalla (Jeremy Northam, a años-luz de distancia de Gosford Park).

En una isla de Spring Break, para ser precisos.

Hablemos por un momento de Jack Devlon, hacker, asesino, y ciber-terrorista profesional. Tras haber entrado en la vida de nuestra protagonista por lo ojos (dicen los superficiales) ayudándose con un cuerpo ejercitado, un suave acento británico y un modem, Devlon logra invitarle a comer y, tras una romántica caminata por la playa con la ya alcoholizada Angela, un ladrón de poca monta le roba su cartera. El aparente príncipe azul sale corriendo detrás de él, a lo que pronto descubrimos que SE TRATA DE UN PSICOPATA ENVIADO A POR EL VIRUS, y el antes-sensual-ahora-demencial inglés procede a, 1) buscar furiosamente el diskette de Mozart’s Ghost en la cartera, 2) encontrarlo, y 3) llenar de tiros al mexicano frente a él. Un par de planos después se encuentra con la inconspicua Angela (que no puede esperar a quitarse las bragas) en el medio del mar en un lujoso yate, y tras asegurar el diskette y cambiar de cartucho (¿que clase de asesino gasta tantas balas?), se dispone a matarle y botarla en el medio del océano. ¿Por qué? Bueno, en parte porque a los guionistas y al director no podría importarles menos, pero además porque el villano es un puto loco.

Su libido, comprensible pero poco profesional, se interpone en su camino y los dos tienen sexo a la luz de la luna mecidos por la suave marea. Una vez la brisa se hace muy fuerte, Angela se pone la chaqueta de su pareja de coito y encuentra en los bolsillos internos la maldita pistola con silenciador. Al ser confrontado Devlon argumenta “It’s for shark fishing”, pero pronto su calmada fachada de Don Juan cede y descubre al maniático-con-contrato-terrorista debajo: “And if you’ll excuse me, it’s time to make the world safe for democracy”.

Que rata.

Ahora, todo lo anterior puede leerse como subjetivo, incluso ridículo, pero este es el tipo de eventos que rigen la película (vale la pena darle una escuchada detenida pero necesaria al estupendo podcast de los genios de We Hate Movies sobre la presente). Acciones ocurren, palabras se dicen, pero nunca avanzamos hacia ningún lado. El formato siempre es el mismo. Luego de la lenta y aburrida exposición, simplemente se sigue la misma fórmula una y otra vez (y otra vez, y otra vez): Angela está en problemas, escapa en el último minuto, pero nada en su situación ha cambiado o mejorado y el mundo sigue siendo igualmente peligroso. Este formato impide por obvias razones que el filme avance más allá de un primer acto, cíclico e impasable, y todos los personajes secundarios que intentan ayudarle (su madre psiquiátrica internada en un asilo, su sórdido y desagradable ex-novio interpretado por Dennis Miller, que también tuvo un pequeño papel en Disclosure) vayan saliendo de forma poco glamorosa y sean, a la larga, verdaderamente inconsecuentes para la trama. Con una duración de 114 minutos (60 de los cuales quizás son necesarios) The Net es un filme laborioso de presenciar, y ni siquiera por su baja calidad, sino porque nunca hay nada en juego, algo notorio en el trabajo musical de Mark Isham, cuya música es excesiva en todo sentido posible (compuesta de coros, piano, techno, violines y bajos al mismo tiempo) para compensar la ausencia de emoción real.

Pero al menos estos 114 minutos dejan ver una perspectiva, aunque una bastante discutible, sobre la presencia del Internet en la vida moderna. Es claro, por ejemplo, que ninguno de los involucrados con el proyecto tiene idea alguna de cómo diablos funciona la red, pero sí hay una vena recurrente de paranoia gubernamental que está mejor argumentada por Chris Carter en The X Files o por Harry S. Truman en la guerra fría. Para Winkler la presencia del internet es Orwelliana, pero su falta de eficacia lleva a una suerte de Orwell para niños que simplemente plantea problemas superficiales frente a las auténticas complejidades del cambio que propone este tipo de conectividad interactiva. Una de las consecuencias que ilustran esta falta de análisis viene de los temas que el filme escoge retratar: robo de identidad, conspiración por dinero, vuelos retrasados, medicamentos cambiados. Son todos hechos, concisos y simples, que no llevan a ninguna conclusión fuera de ‘El internet es peligroso si no lo tratamos con cuidado’. Mientras Videodrome de David Cronenberg, Adoration de Atom Egoyan, e incluso las dos previas partes de esta trilogía no-oficial apuntan (con variantes grados de éxito) a los dilemas de la transformación de nuestras vidas mediados por una tecnología que evoluciona demasiado rápido para ser comprendida en su totalidad, The Net apunta a crímenes menores, infracciones, multas y robos. Y lo peor de todo, ni siquiera lo hace interesante.

También, errores ortográficos.

“Merry Christmas, Mr. Lawrence.”

Dustnation: En estas vísperas navideñas acá en Filmigrana nos gustaría brindarles un cálido y opresivo abrazo fraternal. Son ustedes nuestros cómplices en esta despreciada labor y por este apoyo les agradecemos infinitamente, especialmente porque va a ser correspondido con más tinta derramada y bits desperdigados (artículos y podcasts en camino, por cierto). Entrañables lectores, de parte de todos los autores, colaboradores, realizadores y pornógrafos acá involucrados, una feliz navidad y un próspero año nuevo. Y para despedirnos, una imagen en gran formato y un regalo en mp3.

Ryuichi Sakamoto: Merry Christmas, Mr. Lawrence (Vía Poking Smot, valioso blog musical)

Valtam: Y vaya año el que ha sido este, sin duda muy especial gracias a su constante lectura, sus sugerencias y apreciaciones, así como el odio y la condescendencia que algunos nos manifiestan. ¡Hola, los vemos desde acá!

Como mi buen amigo y socio ya lo expresó, les deseamos un feliz compartir con sus semejantes, en esta víspera convenientemente lejos de las trivialidades comerciales y con la mayor cantidad de licor, quemada de pólvora y aventuras nocturnas que les resulte posible. Mañana será un día terrible y novedoso para el cine colombiano, pero aquí estará Filmigrana para coser una colcha de hierro que cubra nuestras penas y asombro colectivo.

Here We Go (Again)!

¿Metáfora?

Han sido un largo par de semanas, y, tras franquear obstáculos y responsabilidades varias en nuestras vidas terrenales, nos encontramos una vez más acá en Filmigrana para volver a poner la pelota en ruedo. ¿Que puedo decirles, que tengo que decirles, que debo decirles? Bueno, para empezar no estaría mal hacer un resumen breve de lo que va a ocurrir en las semanas siguientes (así creando un contrato escrito que luego será más difícil de evadir, al menos moralmente): Para empezar, tenemos nuestro próximo y tercer Podcast, a ser publicado en el transcurso de la semana que viene y del cual ya tenemos un selecto y exquisito grupo de panelistas que incluye viejos conocidos y nuevos invitados, todos preparados para discutir un filme que es, palabras-más-palabras-menos, polarizante.

¿Pista?

Pero también están nuestros cuidadosos y frecuentemente insensibles tratados/reseñas/ensayos/artículos, y estos también preparan su regreso, por todos los flancos y de todos los temas: Nuestro buen amigo Valtam se prepara para cerrar sus Clases Magistrales con el profesor Von Stroheim y ya tiene entre ojos a un nuevo pedagogo, en este caso un italiano. Demuto, por su lado, continuará su recién inaugurada serie sobre cortometrajes (o “Píldoras De Higiene Mental”) y se enfrentará al último y galardonado filme de Errol Morris, “Tabloid”. Y este fiel servidor tiene un par de trilogías y tetralogías por acabar, esto sin mencionar una cosa a que enfrentarse. ¿Quién sabe? Pero Los Fortuitos también volverán al ojo del huracán, JNMGLVDL con una pequeña y reciente joya proveniente de un DJ francés, k0walski con su estupenda línea del spaghetti western y Samuel Morel con cierto viejo ciego y pobre (todo esto sin mencionar que siempre hay nuevos fortuitos en el camino, el truco es saber donde se esconden).

Lo que nos deja, por supuesto, con un pequeño mensaje de despedida (y una imagen, ya saben cómo va esto): Les deseamos en estas frías noches decembrinas una feliz navidad y un próspero año nuevo, y les agradecemos por su apoyo que será correspondido con arduo trabajo y resultados mixtos.

El 18 de Agosto

Es un día que difícilmente puede escaparse a la memoria, aquel en el que Dustnation y yo optamos por plantear esta iniciativa incipiente. Los elementos ya estaban ahí desde hacía mucho tiempo, nuestra común admiración por The Pink Smoke (el conocimiento de su existencia se lo debo a mi colega), el desierto del tedio que componía nuestro tiempo fuera del campus universitario, así como todo ese farfullo que brotaba en cuanto hablábamos de alguna película que no se mencione muy a menudo. De ese modo, sólo nos hacía falta darle forma a todo ese montón de fool’s gold que tenemos aún en nuestra posesión, con notoria abundancia.

Nace Filmigrana, concretamente, no como un sitio de reseñas concretas y que vayan al punto de la obra audiovisual en cuestión, sino como un delicado, intrincado y frágil trabajo de unir hilos de oro y plata, referencias y pasajes que se retuercen en sí mismos y son luego terminados por sutiles fotogramas y comentarios-al-pie dispuestos en las volutas. Nuestro objetivo inicial era ese, un enorme despliegue de pensamientos que, lejos de ser interpretado como la ansiedad del hombre contemporáneo por comunicarse, resulta como la tranquilidad de pasear por muchos caminos y portones decorados, usualmente sin ningún fin más allá del disfrute de la ruta escénica.

¿Cuáles eran nuestras expectativas cuando iniciamos esta labor, y qué logramos con respecto a aquellas? Como muestra de esa ingenuidad compartida, pongo sobre la mesa que no esperábamos tener más de 1000 visitas en lo corrido del año, porque consideramos que posiblemente la Internet es para gente talentosa y apuesta; aunque descubrimos que eso último es efectivamente cierto, pudimos romper la brecha autoimpuesta tras contar, a lo largo del año, con 4709 visitas, muy pocas de las cuales eran producto del spam o algún tentáculo de la industria pornográfica (en instantes abordaré esto).

En principio nos resultó impensable que alguien quisiese ayudarnos con esta chifladura, ya muchas personas están ocupadas atendiendo sus estudios, trabajos o tiempos de ocio en la red como para querer escribir artículos que probablemente nadie lea, o al menos no voluntariamente. Sin desprendernos de un sólo centavo hemos contado con la inestimable ayuda de Demuto, presunto editor del blog y demonio fásico, quien todavía trabaja arduamente para poder cumplir con su quota de Errol Morris; JNMGLVDL, Samuelmorel y K0walsky han sido hasta ahora los proveedores de la visión más refrescante y alentadora en el sitio, cuando mis artículos sobre Julia Roberts y el cine mudo no dan más abasto en cuanto a generar hastío se refiere.

Nuestros lectores no son menos importantes, y estoy seguro que nada de esto se estaría publicando si no sintiera la necesidad de ingeniarme una forma indecente de darles las gracias. Me doy el lujo de citar a Ultramundano y a Santiago, que no han vuelto por acá; al miserable Patan’s Bully, cuyos comentarios llenos de sorna y desidia extrañamos constantemente; a Profano y a GvS, activos y sagaces observadores siempre con un notable apunte para ofrecer, tanto como el buen Mr. D’Leh, que nos ha ayudado a promover esta humilde publicación en tierras aztecas (o al menos eso creo); no dejando por fuera a algunos otros de aparición breve, cuyo retorno también anhelamos. Para quienes son fieles lectores pero no han opinado todavía, nos preguntamos constantemente por qué no lo han hecho ya, y agradecemos igualmente sus subscripciones o su atención en cuanto las notificaciones de Facebook o Twitter cobran vigencia. Recuerden, una subscripción no los compromete política o emocionalmente con Filmigrana, pero estarán al tanto de nuestro cuestionable despliegue verbal.

Ahora, como me quedo sin cosas que decir (finalmente), haré una pequeña mención de las cifras más relevantes, las más inócuas y por supuesto, lo más absurdo que ha llegado hasta nosotros.

  • La mayoría de nuestros lectores han llegado desde Facebook, con 572 clicks en la infame red social. Formspring.me ha traído 80 clicks y las subscripciones por Hotmail unos 32 clicks llenos de fidelidad.
  • Aunque es bastante difícil establecer cuál es el artículo más leído, gracias a la aparición de éstos en formato completo desde la página principal, podemos decir que 116 personas han entrado sólo a ver Escape from New York (1981) de John Carpenter, naturalmente redactada por Dustnation.
  • Aparte de ‘filmigrana‘ con 121 visitas, los términos más buscados para llegar a nuestro sitio son ‘snake plissken’ con 54 búsquedas, ‘robocop’ con 40 búsquedas (de quien curiosamente no existe artículo alguno) y ‘foolish wives’ con 18 búsquedas. Por otro lado, ‘telón de teatro‘, ‘telon‘ y muchas variaciones de éstos reúnen un notorio grueso de búsquedas, a pesar de que no hay muchas referencias al teatro o sus telones en nuestros artículos, pero, en materia de absurdo…

Abordando el asunto de los términos de búsqueda, el hacer público esto generará mucho más tráfico lamentable, pero es menester mencionar que hasta nosotros han llegado búsquedas como las siguientes:

  • ver gratis pelicula depravacion con niñas desnudas¡¿?!. En cualquier caso, no parece ser algo que se consiga completamente gratis.
  • historias de hallowen que asusten a bastante‘, probablemente buscado por los mismos sujetos del término anterior.
  • taza de cafe margarita‘, una relación de términos que se me antoja desdeñable.
  • cronenberg “prince of darkness”‘ es un fallo hilarante.
  • descompocicion de la luz al pasar por los cuerpos‘ sugiere que este sitio tiene algo que ver con ciencia o la razón, y no hay nada más lejos de la verdad que eso.
  • ‘imagenes de morros parando el dedo’ no parece tener ningún sentido, al menos en una lengua no-antediluviana como la nuestra.
  • ¿que demonios rodando los cementerios?‘ es una pregunta que nos hacemos muy a menudo, pero jamás en un motor de búsqueda en Internet
  • pelicula fuga de prision canibalismo‘ suena como un pitch excelente. Patente pendiente.
  • fotos de anos desgarrados tomadas por medicos‘ es un tema de estudio sencillamente absurdo y aterrador.
  • que significa la palabra carpentes‘. Para la curiosidad de todos los que quieran saberlo en un futuro, esa palabra no significa nada.
  • videos patanes y tranformados en formas‘ es posiblemente nuestro favorito, tal vez convirtiéndose en el slogan futuro de la página.

Y así, ad infinitum. Siendo esto apenas un asomo de lo mucho que nos hemos divertido y la reafirmación de lo mucho que seguiremos trabajando en el tiempo venidero con este pequeño rincón de imágenes, que sin importar lo mucho que se difunda seguirá siendo nuestro espacio y el de todos ustedes, estimados lectores.

Diviértanse, y que sean muchos años más en este mismo espacio.

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Como postscript, el número de correos envíados a lo largo del año a filthysnobs@gmail.com, el buzón oficial de Filmigrana, es 1. Aún esperamos con gusto sus artículos, opiniones, preguntas y todo el hatemail anónimo que nos quieran enviar.