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Píldoras de Higiene Mental #5: Koji Morimoto

“La razón por la cual me convertí en un animador es porque me gusta pensar “¿Cómo hablará este personaje tan extraño?” o “¿Qué puede decir?”. Al animar un personaje, éste cobra vida. (…) En otras palabras, un animador también puede ser “un dios sobre el papel”.

Koji Morimoto

Aprovechando la oportunidad que ofreció nuestra más reciente exploración de Memories (1995) y la diversidad de estilos y miradas ahí dentro, se me ocurrió regresar a esta infame serie explorando a uno de sus directores más memorables, y sintiendo que Katsuhiro Otomô tal vez exija algo más extenso, al estilo de una Clase Magistral, me decanto por Koji Morimoto. Lo lamento, señor Okamura, en otra ocasión será.

¿Qué hace tan distintivo a Morimoto, y le da un grado de reconocimiento en el ámbito de la animación japonesa? ¿Es tal vez el hecho de ser el fundador de Studio 4°C? ¿Su fascinación por los fluidos corporales? ¿O tal vez la fluidez preternatural que le otorga al movimiento de sus personajes? Es difícil saberlo, teniendo en cuenta que su vasta obra no se encuentra recopilada o comprensivamente detallada en un solo sitio, y está compuesta no sólo por cortometrajes animados (la especialidad de las Píldoras) sino también un largometraje, Fly! Peek the Whale! (1995) y numerosos spots publicitarios, trailers y openings para series.

Tal vez la mejor manera de ingresar a la obra de este prolífico animador sea a través de sus primeros trabajos… Y, quién sabe, tal vez sobre-analizando la aparición de líquidos en movimiento.

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Franken Gears  (1988)

Como parte del Robot Carnival (1988), otra gran antología estrenada poco tiempo después de Akira (1988), se reúnen directores que cuentan, cada cual a su estilo y conveniencia, una historia con robots como eje central de sus narrativas. Teniendo en cuenta lo variada y colorida que es la relación del Japón con lo automático, no sorprende ver la cantidad de imágenes familiares que hay encapsuladas en los cortos, aunque son mucho más curiosas e inquietantes las adaptaciones de relatos extranjeros para un código nipón. Siendo una de éstas, Franken Gears es una breve reinterpretación de El Moderno Prometeo (o “Frankenstein”, para los que no estén poniendo atención en casa) de Mary Shelley, con algunos elementos de The Great Dictator (1941) arrojados de buena fe[1]. Sin una sola línea de diálogo, somos testigos de la energizante expectativa que este viejo Dr. Frankenstein le ha volcado a un robot que planea traer a la vida, un posible vehículo para sus presuntos planes de dominación mundial.

Contemplando la posibilidad de que sus planes fallen, el doctor prueba con desespero todo tipo de medidas, y cuando todo parece perdido su creación cobra vida. Más allá del resultado fatal de las máquinas adquiriendo la posibilidad de imitar a sus creadores, nos embelesa y educa el enorme rango de expresiones que tiene el condenado protagonista, con numerosos gestos y genuflexiones que reflejan distintos grados de júbilo al ver nacer al enorme gigante de hierro.

Fluidos adicionales: la saliva del científico extasiado.

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Noiseman Sound Insect (1997)

Posiblemente la obra más recordada de Morimoto, llegó a nuestras tierras gracias al canal de televisión Locomotion[2], en donde se emitió en su idioma original y sin subtítulos. Para ese entonces, alrededor del año 2001, me fue difícil entender de qué trataba todo esto, y tuve largas horas de confusión al ver cómo los aparentes protagonistas trabajaban para y luego contra el Pikachu del Infierno que viene siendo el epónimo Noiseman.

Con los años y la (falta de) experiencia llegó la comprensión, y con ella el entendimiento del argumento: los primeros minutos son la condensación de todo Franken Gears, en los que un científico loco (aunque no tan loco como el argumento mismo) crea a Noiseman, un engendro que se alimenta del ruido y crece sin control, hasta el punto que éste decide dominar el mundo por su propia cuenta. Eventualmente Noiseman recluta varios jóvenes que le ayudan a alimentarse, entre ellos los protagonistas Tobio y Leina. El método de reclutamiento parece involucrar lavado cerebral a través de la ingesta de Semillas del Ruido, ya que estos jóvenes e insensatos cazadores vuelven a entrar en razón apenas tienen contacto con la Fruta del Sonido, otro McGuffin que también hace las veces de arma letal contra Noiseman. Así, se crean varias alianzas intempestivas, entre los habitantes de la aparente favela del ruido y unos pequeños fantasmas que han sido desprovistos de su ¿Sonido? ¿Alma? No es algo que quede muy claro, incluso con subtítulos.

Si bien el argumento no es algo que pida ser entendido a gritos, no podemos tratar con el mismo desdén el exquisito y delicado trabajo de animación, y no es muy desquiciado afirmar que después del render de Magnetic Rose, Morimoto ha quedado prendado de la animación 3D y de las posibilidades que le ofrece a la hora de complementar la animación tradicional en 2D. Este corto es un campo de experimentación adecuado para tal fin, en donde vemos un empalme idóneo entre personajes dibujados “cuadro a cuadro” y escenarios tridimensionales con texturas en 2D, algo que abarata bastante el proceso de realizar un plano secuencia animado sin que necesariamente se vea menos efectivo. Se resalta también la música, producto de una nueva colaboración con Yoko Kanno, y los créditos, que son aún más crípticos (y llenos de información) que el corto mismo.

Fluidos adicionales: el hábitat de las Frutas del Sonido, y podríamos irnos tan lejos de decir que los fantasmas están hechos de una sustancia líquida.

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The Animatrix – Beyond (2003)*

*Lo lamento, no hay un link de buena calidad que pueda proveerles.

Tiempos aquellos, en los que los familiares Wachowski[3] aún no habían decepcionado al mundo con las secuelas de The Matrix (1999), o al menos no habían deteriorado el legado de una buena película de ciencia ficción con enloquecidas conclusiones[4]. Como pieza acompañante para el extenso y rico universo que había planteado la toma de la píldora roja, se propuso crear una serie de cortometrajes que hicieran las veces de precuela y de textos anexos, con la particularidad de ser todos dirigidos o producidos por estudios de animación de Japón.[5] Esta decisión tiene sentido, debido a que la película original pide varios elementos (estilísticos y narrativos) prestados del anime y, como ya hemos visto con anterioridad, los nipones no se quedan cortos a la hora de realizar antologías sobre las múltiples implicaciones de las máquinas en la humanidad.

Aplicando las consecuencias lógicas más extremas del universo de The Matrix, una de las piezas más memorables es Beyond, en la que la joven Yoko (¿Kanno?) sale en busca de su gato Yuki, lo que la lleva a una vieja casa abandonada por la humanidad y por las leyes de la física. En paralelo, un misterioso camión se abre paso a través de las calles de Tokio, y cuando éste llega a la vieja casa vemos a un grupo de fumigadores comandados por alguien que, gracias a la mitología de la saga, podemos reconocer como un agente. Es así como este lugar, un error en la Matriz, es neutralizado y reemplazado por un sitio común y corriente, donde la vida continúa. El final es igual de lóbrego al del resto de secuencias de la antología, y el uso de la animación 3D responde mucho a lo que se ve en los dos cortos anteriores, y contrasta bastante con las demás piezas que hacen uso extensivo del mismo, en particular “Matriculated” de Peter Chung[6]. A diferencia de los anteriores, en este corto no hay colaboración musical de Yoko Kanno.

Fluidos adicionales: la sangre de los niños y de Yoko, tanto cuando toca el suelo como cuando no.

Esta es apenas una primera y pequeña mirada a una obra sólida, con la confianza de que existan trabajos futuros de Morimoto mucho más extensos y ricos, al menos mientras tengo la oportunidad de ver “Fly! See the Whale!” en una edición decente y pueda escribir algo decente sobre ella. Algún día.

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[1] Es muy difícil disociar el juego del globo terráqueo inflable a la memorable denuncia de Charles Chaplin al gobierno de Adolf Hitler realizada en plena Segunda Guerra Mundial.

[2] …Como muchas otras cosas buenas que agraciaron nuestras vidas a principios de este siglo. Todos recordaremos que eventualmente la parrilla se volcó casi que exclusivamente al anime, nació Animax y años después empezaron a comprar series terribles, en lo que sería conocido como La Gran Crisis de la Animación Japonesa del 2006, de la cual hablaré en otra oportunidad.

[3] A riesgo de sonar fuera de tono y totalmente obtuso, hago hincapié en que el término “siblings”, como ahora se da referencia a Lilly y Lana Wachowski, no existe en español o al menos no literalmente, y es necesario referirlos como hermanos o hermanas. Se deja constancia que esto último no afecta cualitativamente el juicio de valor de sus películas, pero sí arroja otro tipo de lecturas e insights más apropiados para otra ocasión.

[4] A mi humilde juicio, debo decir que el éxito de The Matrix eclipsó el prestigio que pudo haber tenido Dark City (1998), incluso con un año de diferencia entre ambas, y que esta última no tiene el culto que merece, sin demeritar el impacto cultural de la primera. No obstante, después de Knowing (2009) y Gods of Egypt (2015) es muy difícil discernir si Alex Proyas es un genio incomprendido o simplemente un hombre que lleva un buen tiempo sin poder pagar deudas.

[5] Hay una sola excepción, Final Flight of the Osiris, dirigida por Andy Jones y producida por Square Pictures, el mismo estudio responsable de la terrible Final Fantasy: The Spirits Within (2001).

[6] Aeon Flux, Phantom 2040, Reign: The Conqueror (conocido en Latinoamérica como Alexander) y algunos de los personajes de Rugrats son claves para reconocer el estilo de este gran surcoreano.

Yoshiyuki Tomino: Space Runaway Ideon – Be Invoked (1982)

Nota del editor: admitimos que el redactor de esta entrada se encuentra poco cuerdo, pero aseguramos que la ha escrito con el corazón en la mano. Eso no justifica su calidad, pero sinceramente es lo que hay.

“I could die at any time, why am I bothering to eat?”

Sé que puedo recontextualizar esta interrogante, enunciada por uno de los protagonistas más jóvenes de esta película, y plantearla de esta suscinta manera: ¿Por qué escribo este artículo? Han pasado literalmente 4 meses desde que me puse en la tarea de juntar mis apuntes sobre una vaga y ampliamente desconocida serie de anime de los años 80’s para crear una pequeña reseña cuya inclusión en Filmigrana es todavía dudosa por una miríada de motivos. Sí, aquí está el dichoso artículo, cuya lectura recomiendo sobremanera si desean proseguir con lo que viene a continuación.

¿Qué vale la pena decir sobre Space Runaway Ideon: Be Invoked? ¿Acaso esta película concluye los preconceptos públicos que se puedan tener acerca de una serie televisiva en la que unos camiones, ‘piloteados’ por preadolescentes, se unen para formar un robot gigante de color rojo? ¿Se trata de otro vehículo de un sistema de valores shonen* en los que prima la amistad, el trabajo en equipo y entrenar para ser el mejor? De manera ligeramente rancia me veo impelido a decir que subvierte todo lo anteriormente dicho, y ofrece bastante suelo para la animación de contenido adulto.

Pista: ella muere en los primeros minutos de metraje.

¿Cuál es la razón de ser de esta película? Como lo mencioné en el artículo ya enlazado, Space Runaway Ideon es una serie de animación de 1980 dirigida por Yoshiyuki Tomino, quien un año atrás ya había granjeado su fama con la popular serie de mecha Mobile Suit Gundam, a menudo llamada “el Star Trek japonés” por varias razones, entre ellas su culto creciente, su contribución a la ciencia ficción, la manera en la que el universo narrativo se ha expandido y los problemas de cancelación de episodios que tuvo en un inicio. Space Runaway Ideon también padeció estos inconvenientes, pero por su tono operático y sombrío, así como por la ausencia de piezas destacables que pudiesen ser comercializadas** no tuvo el seguimiento de Gundam. Aún con eso pudieron consolidar una base de fans a partir de un desarrollo de personajes bastante emotivo, una historia inquietante y una máquina que, lejos de ser una fortaleza heroíca que extrapola las motivaciones de los protagonistas, parece tener su propia agenda cargada de intenciones encontradas. La base de fans fue suficiente para crear dos películas, una a manera de compilación (A Contact) y la presente materia a discutir, con tan sólo 15 minutos de metraje reutilizado. Todo esto ya lo sabrán ustedes, estimados lectores, si han leído (una vez más) el artículo mencionado, porque de aquí en adelante asumiré que así se hizo, pudiendo dar comienzo sin más rodeos a lo que nos embarga.

A Contact termina con nuestros héroes, Cosmo Yuki et al., emigrando lejos del planeta Tierra, ya que son considerados una amenaza interplanetaria y se les niega la bienvenida. Como bien recordaremos, los colonos del planeta Solo escaparon de este luego de haber encontrado una portentosa nave capital dentro de unas ruinas, y cerca a ellas, un trío de camiones que, como nadie iría a imaginarlo, se unirían para construir un inclemente robot carmesí. Sin embargo todo esto fue catalizado por la llegada de la raza Buff Clan a Logo Dau, que en otras palabras es el mismo planeta Solo, y gracias a diferencias irreconciliables acentuadas por la xenofobia, experimentada en similares proporciones en ambas razas, una pequeña misión de reconocimiento dio paso a la guerra total que vemos en Be Invoked desde el principio.

“Estoy harto de esos alienígenas. Partamos un planeta por la mitad.”

Pero decir que A Contact es sucedida inmediatamente por Be Invoked resulta siendo un estrecho de nuestro pensamiento, ya que el inicio de ésta no nos puede dejar más desubicados. Estamos en el planeta Kyaral donde los colonos de Solo, representados por el capitán Bes, intentan negociar (infructuosamente) la obtención de provisiones y armamento, mientras Cosmo Yuki discute su situación como exiliado de la tierra con Kitty, una chica delgada y de cabello corto que no apareció en ningún momento en la película anterior. Eventualmente nos enteramos de que hay una suerte de relación entre ellos dos, y justo cuando se reconocilian somos testigos de un bombardeo a la superficie del planeta. Cosmo intenta escapar con Kitty, pero ella no mantiene el mismo ritmo de marcha y se rezaga, lo que resulta en Cosmo observándola impotente desde la relativa seguridad de los pies del Ideon, mientras ella es decapitada por una explosión (!). Corte a créditos iniciales, Space Runaway Ideon: Be Invoked nos da la bienvenida.

Hay muchas más sorpresas a lo largo de esta película, si la comparamos con la infortunada compilación que es A Contact. Aquí tenemos la oportunidad de conocer finalmente al responsable de toda la carnicería vista hasta ahora, Doba Ajiba o, como he decidido llamarlo arbitrariamente, “Agamemnón del Espacio”. Doba es el supremo comandante de las fuerzas armadas de Buff Clan, es padre de Harulu y Karala y de lejos es uno de los mejores personajes de la serie, así como es toda una estrella en esta película. No es sólo que sus decisiones muevan el argumento con fuerza, sino que los motivos que hay detrás de estas son tan complejos como diversos, por lo que difícilmente podríamos llamarlo ‘villano’.

“I will fling your body out into space if your words are rubbish!”

Habiendo seguido con cautela cada movimiento del los colonos y el Ideon, arrastrando éste la estela de su poder absurdo e inmenso, Doba se prepara para buscar al mítico Dios Gigante en persona y a la vanguardia de sus tropas, resguardado de la fría violencia espacial en una inmensa nave-fortaleza, Bairal Jin. A su lado se encuentra el truculento Gindoro, líder de la Fundación Ome (en español no suena tan chévere), quien asiste al supremo comandante con mechas de tecnología avanzada y un arma ultrasecreta conocida como Ganda Rowa, artilugio que el mismo supremo comandante considera ‘innecesario’ y carente de tacto si se le compara con estrategias militares convencionales. No es una novedad que cuando Chejov saca su pistola, resulta indispensable dispararle a alguien, por lo que más adelante nos toparemos con ese detalle del arma secreta.

No obstante, los designios del Ide como entidad omnisciente son difíciles de desentrañar, y tras un destello luminoso en el puente de la nave Solo, la alienígena Karala y el científico Jolliver (relegado a figurante en A Contact) son teletransportados inmediatamente a Bairal Jin, para luego descubrir que el motivo de esto es una entrevista entre ambos bandos, arreglada por el mismo Ide. El diálogo de paz entre ambas razas no parece tener efecto, viajando todo al carajo cuando se revela un detalle crucial, y es que Karala tiene en su vientre un hijo de Bes, algo que le es revelado al abuelo Doba sin el más mínimo tacto, por lo que resulta apenas congruente que este trágico patriarca no se lo tome de la mejor manera.

“Comandante, descargué esta foto de TMZ. Parece ser su hija, emanando luz de su vientre.”

“My despair of why Harulu was not born a man! The Pain of Karala sleeping with an alien man! Such pain, as a father! Who could ever understand it!?”

Para un buen fan de la ciencia ficción, tras una de las protocolarias peleas con espadas de luz (tomadas en préstamo de Gundam, y estas a su vez de Star Wars) y una hilarante situación que involucra un bisturí del futuro, la acción sigue en el pico cuando Jolliver y Karala logran escapar de la furia del padre, y toman una nave de escape con la que esperan volver con sus amigos de Solo. Simultáneamente, Bes encuentra la posición exacta de su mujer y se lanza al rescate, mandando la nave capital como un ariete hacia Bairal Jin, mientras el Ideon se lanza al abordaje como si de la batalla de Lepanto se tratara. La alienígena embarazada parece encontrar su final en una explosión, pero el debris espacial se toma su tiempo para disiparse y ¡Sorpresa! Un conveniente campo de fuerza la rodea a ella y a Jolliver, permitiéndoles sobrevivir para el esperado reencuentro. Al llegar, Karala anuncia que está preñada y cae como una noticia asombrosa para la tripulación de la nave. Con el fin de ponerle un nombre, ella hace una suerte de encuesta pública y decide, sin más ni más, llamar a su nonato “Messiah”, como si ponerle a un hijo el nombre de una figura religiosa desconocida no fuera nada. La nave se dirige al espacio profundo para descansar, hay un pequeño break para nuestros héroes y para nosotros, y todos en la nave se disponen a comer, en lo que parecerá ser su última cena. La magia de los 80’s no cesará durante los próximos 100 minutos de metraje.

Gracias a la estructura de esta película he podido percibir que la regla en el establecimiento de la acción no corresponde en concreto a un triángulo, o lo que usualmente se conoce como ‘inicio-nudo-desenlace’. Naturalmente, todo relato debe tener principio, mitad y fin, es literalmente imposible escribir algo sin estos componentes, pero lo que sí se debería enseñar en los talleres de guión es que la acción, y más cuando se le añade la escarapela del género, no tiene por qué ser una campana ni mucho menos; unos picos y valles harán el trabajo, manteniendo la expectativa del público ante el más mínimo cambio, permitiéndole respirar para que una vez más se embarque en un frenesí de destrucción y revelaciones.

Picos narrativos que involucran balazos, en la cara.

Dicha esta digresión por parte de su servidor, considero (con un juicio muy pobre) que he hecho una síntesis de la estructura de la película, mas no de sus conflictos y su mensaje. En la precaria discusión que planteo sobre estos elementos es que sale a relucir lo influencial y novedoso del estilo de Tomino, su corte depresivo y lo radicales que son sus narrativas a la hora de jugar con estereotipos y tropes ya fijados. Ya lo había mencionado al principio de este artículo, que no es una película que aborde temáticas familiares al género, que el Ideon no es un súper-robot convencional y muy a pesar de que hayan niños en una tripulación de sobrevivientes intergalácticos, la serie no va dirigida concretamente a ellos como público.

“A planet has dissapeared.”

“Exactly.”

A lo largo de la serie, y en especial en esta película, resulta impactante ver la magnitud con la que los hechos traen consecuencias. Esto va a sonar como algo que diría que un fan resentido y que va en contra del volverse mainstream o una estupidez similar, pero ciertamente ‘mi viejo robot ya no es lo que era‘, con ánimo de adaptar ligeramente unas palabras ya dichas por alguien. A menudo se piensa que para vender unos cuantos juguetes y aproximarse a ciertos públicos, lo mejor es poner al frente de la cabina la mentada imagen del preadolescente con problemas de interacción social y una máquina abrumadoramente poderosa en sus manos, para que con ella desahogue sus frustraciones. Válgame, es que ya con el éxito de Neon Genesis Evangelion (1995) se considera que es una fórmula probada y validada, y el género se estanca por esa clase de convenciones, ganándose una reputación de hermano inmaduro entre las otras ramas de la animación japonesa. ¿Quién, más allá del coleccionista de figuras de resina, puede otorgarle un modicum de confianza a algo tan vano y poco representativo como un robot de poder infinito? El concepto sobre la mesa suena absurdo, pero Space Runaway Ideon lo maneja tan bien que da mucho gusto el que no exista ninguna secuela de este universo.

A pesar de lo difícil que esto sea de creer.

El asunto de los niños a bordo se maneja con la justificación de la pureza de alma y mente que estos tienen, algo que el Ide en su rol de deidad elevada considera necesario para crear una nueva generación de vida humana. Por supuesto, resulta implausible que alguien como Deck***, cuya edad nunca es mencionada pero no debe ascender de los 12 años, sea un experto matemático y pueda calcular, empleando la enrevesada interfaz del Ideon, un disparo que impacte a una nave que se mueve a velocidades vertiginosas en el espacio profundo. Lo logra, y es emocionante porque a las alturas en las que sucede eso ya se han hecho muchos otros sacrificios entre los colonos que han suspendido la incredulidad.

El mismo Ideon, a pesar de parecer un Optimus Prime de saldo, lleva el concepto de invencibilidad a un nivel completamente nuevo y aterrador. Seguro, está dotado de un armamento completamente absurdo, siendo ejemplos de esto una espada que grita mientras destruye vidas (siempre he tenido inconvenientes con el tema del sonido en el vacío) y un cañón que genera ciclones en el espacio sideral, que si bien no es ciencia ficción dura, apela a los lados más sensibles del gusto por lo asquerosamente poderoso; pero lo bueno de todo esto es que, en manos de sus pilotos, son armas que causan más problemas de los que resuelven, en varias ocasiones instando a los propios protagonistas a prescindir de ellas porque podrían acabar injustificadamente con planetas y personas inocentes. Sólo hasta el final de la película deciden emplearlas indiscriminadamente, porque en realidad ya no queda nada más por qué luchar.

Sí, la ausencia de amor invita a mandar otras cosas al carajo.

La muerte, el tópico por el cual es más recordada esta obscura obra nipona, está dotada de un peso que rara vez se ve en el anime. Es muy tangible y afecta, en última instancia, a todos los personajes del reparto, pero a su vez está desprovista del bombo y el “¡Nooo!” de la música incidental con la que se suele tratar este suceso en la ficción dirigida a niños y jóvenes. No se trata de que la muerte sea un tema frívolo o que no requiera tacto, admitiendo que en ocasiones Be Invoked es un poco cruda en cuanto al tacto, pero en la vida real nadie toca trombones o deja volar palomas cuando alguien muere de repente, y esta película es muy diciente para comunicar eso, tanto en sentido literal como figurado. Si he de hablar de un personaje que sea un ejemplo dignificante de esta postura, elevaría al estrado a Bes, quien increíblemente no tuerce el cuello ante la cantidad de responsabilidades que asume y las desdichas de las que es testigo.

“Cosmo, you’re getting too hot!”

Aunque no de una manera tan compleja y elaborada, Be Invoked cuestiona el valor de una humanidad en constante conflicto, trayendo a colación la xenofobia, unas cuantas cuestiones de género (la no-feminidad de Harulu, entre otras) y la esperanza de renacer a partir de las cenizas, admitiendo nuestras faltas y reconociendo los valores del ‘enemigo’. No es, una vez más, Neon Genesis Evangelion, pero Hideaki Anno seguro que tomó más de una inspiración de Tomino y su depresivo ‘final feliz’ a la hora de crear el anime por el que es reconocido a nivel mundial. Tampoco es que recomiende esta película para todo público y toda edad, como una suerte de revelación, pero sí se siente un mínimo de interés o curiosidad por el asunto, no es nada difícil de encontrar en YouTube.

“Impossible! I never had a chance to do anything.” Punzante, para ser una línea dicha por un don nadie.

Una vez más, gracias a Counter-X por otorgar información que yo no podría haber adivinado a simple vista (Link fallecido, acá reproducido en archive.org).

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*Esto es, anime y manga dirigido a los jóvenes varones.
**El género mecha, a pesar de su popularidad, necesitaba ser financiado a la par que era producido y emitido, por lo que no era extraño ver que en las reuniones con los creativos se sentaran algunos representates de la compañía de juguetes con la que se había hecho el convenio de distribución de merchandising, para que estos opinaran y tomaran decisiones en torno a la apariencia de los personajes, la paleta de color, la recurrencia a ciertos temas, etc.
***El responsable de la cita inicial, un niño de escasa edad con completa noción sobre su propia mortalidad.

Hiroyuki Okiura: Jin-Roh (1999)

Me siento sumamente apenado con Dustnation, porque en el espíritu de las Citas a Ciegas esta maravilla de oriente habría encajado a la perfección, de no ser por una consideración errónea que tuve mientras visioné este fantástico y subvalorado filme de animación japonesa, aunque los motivos de esto último son relativamente fáciles de explicar, ya llegaremos allá. La primera vez que supe algo de Jin-Roh (literalmente “Hombre Lobo”) fue a alturas del año 2001, gracias a una vieja revista española llamada Otaku, en la que mencionaban la película y hablaban de ella confusamente como una alegoría a Caperucita Roja, algo que no logré entender muy bien o posiblemente no quise averiguar, dado que estaba embelesado con el ominoso y sólido diseño de los trajes de combate que portaban los personajes de la película, algo que difícilmente se escapa de la memoria. No la conseguiría sino hasta mucho tiempo después, ayudado en parte por las facilidades de la vida digital.

Sin embargo, me hallo algo líado para hablar de una franquicia que nació en formato de radio drama (un formato de ficción muy popular entre los años 70’s y 80’s, tanto acá como en Japón) pasando por varias iteraciones en cine “live-action”, manga y curiosamente, una única entrega en animación, que es lo que nos atañe.

Sorprendentemente, lo que se ve en pantalla no se parece nada a lo que se entiende por “anime” hoy en día. Un triunfo.

Como punto de partida debo decir que Mamoru Oshii es un japonés completamente desquiciado* que, además de haber dirigido varias películas y series exitosas de anime (entre ellas Urusei Yatsura (1981-1984), subversora de un género antes de que este existiera), es un amante de los perros, por lo que resulta esclarecedor que le haya puesto el nombre “Kerberos”, como el can guardián del Infierno, a su saga de policías con pesadas armaduras de combate y conductas lupinas. Tras haber dirigido la genial y de culto Ghost in the Shell (1995) Oshii solicitó apoyo a la productora Bandai Visual para financiar Jin-Roh, un guión que cierra la trilogía fílmica de Kerberos, el cual tenía planeado filmar desde hace mucho tiempo con actores de carne y hueso; no obstante, la productora revisó las dos películas precedentes de la mencionada trilogía y le dieron luz verde, con una pequeña condición.

De facto, la condición fue la de NO dirigir la película en lo absoluto, viendo los desastrozos resultados en taquilla de The Red Spectacles (1987) y Stray Dogs (1991), sin mencionar que el carácter sleeper semi-surreal y el humor negro reinante podrían ser factores para tales fracasos. Se le encomendó la labor de dirección a Hiroyuki Okiura, animador profesional y mano derecha de Oshii, y aunque este escribió el guión de Jin-Roh no se le permitió añadir o alterar algo apenas empezara la producción. A continuación, un pequeño recuento de por qué deberían ver esta subvalorada obra de animación.

A pocos instantes del inicio la historia nos es revelada: en una línea de tiempo paralela, en la cual Alemania ocupa Japón en lugar de los EEUU después de la Segunda Guerra Mundial, el país del sol naciente empieza a reconstruir lentamente su economía tras la devastación del conflicto. No obstante, a alturas de 1950 el acelerado desarrollo y crecimiento de las ciudades crea condiciones de miseria excepcionales, lo que genera descontento en la población y estalla en numerosas revueltas urbanas que terminan sofocando el alcance de la policía para mantener el control. El ejército está vetado de inmiscuirse en asuntos de orden público, por lo que el gobierno japonés opta por crear una unidad paramilitar que funcione como el brazo inclemente de la ley. Estos son la Unidad Especial, los Panzer Cops, unos magníficos bastardos.

“Todo bien”

Casi que al mismo tiempo del nacimiento de la Unidad Especial se crea un movimiento revolucionario de lucha armada, SECT, con una agenda política bastante fuerte y una metodología muy poco ortodoxa. Los enfrentamientos entre estas dos facciones transforman el paisaje citadino en un inquietante campo de batalla, algo que enfurece aún más a la opinión pública, obligándola a tomar una vía alternativa. Un montaje en paralelo nos explica esta relación de fuerzas, en la que durante una fatídica noche unos manifestantes han ocupado una calle y no parecen muy dispuestos a ceder a las unidades antimotines de la policía regular, mientras que en algún otro lugar de la ciudad una adolescente en una parka roja sale de su casa, precavida, encontrándose con unos hombres en una alcantarilla. “Mira, esto es para tu abuelita”, le dice uno de ellos, mientras le entrega un maletín con un listón blanco; con mucho tacto nos acaban de presentar a un grupo de militantes de SECT y a una ‘Caperucita Roja’, encargada de hacer recados entre los diversos frentes del grupo. ¿Qué llevas en tu canasta? Una puta carga explosiva.

Un pequeño diálogo nos orienta que los dos grupos de policía -la Unidad Especial y la Metropolitana- no se “pisan las mangueras” y permanecen fuera de sus respectivas jurisdicciones, aunque esto evidentemente es fuente de tensión, especialmente al ver que los que tienen que recibir los cócteles Molotov son los miembros de la Metropolitana, miserables sin armaduras indestructibles. Nanami Agawa, la pequeña Caperucita Roja llega a su destino y le entrega el maletín a su contacto, quien tiene algo de prisa para darle una probada. La carga es empleada como se esperaba, hiriendo a un buen número de policías en el proceso, y mientras estos empiezan a repartir gases y macanazos, a la Unidad Especial se le designa interceptar envíos adicionales de bombas y cócteles. A sabiendas que la red de alcantarillado es un lugar perfecto para hacer esta clase de diligencias, miembros de SECT se desplazan a través de éstas con un enorme cargamento, y todo parece ir bien hasta que se encuentran, en una encrucijada de caminos, con los Panzer Cops de la Unidad Especial, que los han venido husmeando como canes hambrientos (le agarré el juego a Oshii). Adivinen cómo termina el encuentro.

“COME HERE!”

Nanami ha escapado por poco de lo anterior, pero la unidad de Panzer Cops llega a ella con prontitud, y es acorralada con una carga explosiva en sus manos. Uno de ellos le apunta con su ametralladora MG42 y, en lugar de disparar, le plantea un interrogatorio expreso. La estrategia no funciona muy bien, y en su lugar la joven Caperucita Roja detona la carga y estalla en mil pedazos, volando con ella un transformador de electricidad. Vaya, al parecer no era la protagonista.

Con este agitado inicio se da la excusa perfecta para conocer a quien parece ser el verdadero protagonista de esta historia, Kazuki Fuse (cuya voz la otorga Yoshikazu Fujiki, quien ya había trabajado en varias ocasiones con Oshii), un cabo de la Unidad Especial y el hombre que estaba justo al frente de Nanami antes de que explotara. Salvo por una contusión no sufre daños graves, aunque es penalizado por haber permitido que explotara la bomba, cuyo consecuente apagón permite que los manifestantes escaparan de una pequeña dosis de brutalidad policial. A pesar de que no se sabe nada de su vida personal, Fuse da la clara impresión de ser un hombre entregado a su trabajo como Panzer Cop, aunque le inquieta haber titubeado instantes antes de la explosión, y la memoria de la joven difunta lo persigue. Mientras intenta despejar su conciencia en una caminata conoce a la joven Kei, quien guarda una impactante resemblanza con Nanami, y aquella le aclara las dudas a Fuse diciéndole que es hermana de esta, pero no guarda ningún resentimiento contra él, incluso sabiendo que es un Panzer Cop. Lastimosamente esto no disminuye las visiones del cabo reprendido, y de hecho las torna más violentas y fuera de lugar.

“Maldita sea, ¿Podrías dejar de aparecer mientras entreno?”

El argumento, con suma elegancia, presenta una maraña de sospechas y personalidades ocultas con un toque bastante noir, dando lugar a persecuciones automovilísticas, tiroteos en un museo en medio de la noche y, acaparando la atención, el ominoso conflicto entre los altos directivos de la policía que quieren acabar con la Unidad Especial, e intentarán atajar a Fuse… O al menos eso es lo que podemos percibir, si es que las apariencias no engañan. Afortunadamente Jin-Roh, la película, tiene un disfraz excelente y amilana las más básicas expectativas que podamos tener con respecto a ella, construyendo un ritmo que vertiginosamente asciende hasta un clímax que perfora por completo.

El apartado musical es bueno, pero no resulta imprescindible y cede su debido espacio a la animación, lo suficientemente fluída y limpia para no perder la atención durante los momentos más “lentos”, y haciendo más vibrantes las secuencias de acción. Dadas las raíces de la saga, la atención al detalle y la caracterización son algo que se alejan de obras de animación dirigidas a públicos más jóvenes, los personajes parecen japoneses y son bastante variados, y el diseño de las armaduras es un deleite, sin importar las condiciones de poca luz en las que suelen figurar. A pesar de pertenecer a un universo tan vasto, el argumento no atosiga al espectador de información (aunque hay referencias que completan el contexto, un deleite por aquí).

Cuando se es un brutal ultra-policía nunca es buen momento para ponerse sentimentales.

En cuanto a tratarse de una alegoría, o incluso un recuento, de Caperucita Roja, a lo largo de la película hay varios elementos que dan fe de esto, algunos de ellos ya los he comentado acá mismo y otros son una delicia de descubrir por cuenta propia. La versión del cuento que se menciona diegéticamente es Rotkäppchen, la de los Hermanos Grimm, aunque tiene numerosos elementos de la versión propia de Charles Perrault y otros que figuran en fuentes mucho más antiguas, como el detalle de la armadura que se desgasta (lléveselo a casa, Mrs. Catherine Hardwicke). La relación queda muy clara al final, aunque como venían siendo los cuentos de hadas de antaño, la moral tenía una prevalencia mucho mayor al final feliz.

Resulta penoso al final saber que las otras iteraciones de la trilogía podrían haber sido igual de geniales, de no haber sido por el cinismo incontrolable de Mamoru Oshii, siendo este hombre el mismo que hizo de Ghost in the Shell algo de lo que se pudiera hablar fuera de los círculos de aficionados al anime que pasa desapercibido en América. Aunque nunca vayan a ver las películas que le preceden, lean los mangas o siquiera aprendan japonés para escuchar los radio dramas, esta película encapsula la ética de la franquicia entera y, con todas las referencias históricas al Japón de postguerra que arroja, además de la viciada historia de amor y el suspenso a través del cual mueve a sus protagonistas, puedo decir con certeza que es una película que más de un público podría disfrutar. Igual, se la voy a pasar a Dustnation, seguro que la disfrutará aunque no tenga la oportunidad de escribir sobre ella.

JR_6

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* En pro de este punto, sería agradable que viesen el trailer de Tachiguishi-Retsuden (2004), también conocido como Tachigui: The Amazing Lives of the Fast Food Grifters. Es una maldita chifladura. Por otro lado, Oshii es el responsable de la serie corta de ciencia ficción Dallos (1983), considerada como el primer OVA u Original Video Animation de la historia, todo un hito.

Yoshiyuki Tomino: Space Runaway Ideon – A Contact (1982)

Este artículo es sobre la primera de dos películas de “compilación”. Para leer sobre la clásica y definitiva segunda parte, Be Invoked, no hace falta más sino hacer click aquí.

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Las historias que contamos, de alguna manera u otra, encierran nuestra percepción de la humanidad y sus valores. Es inevitable, aunque seamos iletrados tanto literaria como cinematográficamente (por citar apenas dos maneras de leer el mundo) estamos versados en el arte de contar historias, la gran mayoría de seres humanos tenemos acceso a un reporte comunicativo que da cuenta de las diversas maneras en las que la realidad nos ha impresionado. Por otro lado, hay ocasiones en las que esa percepción y narración del mundo no coincide del todo con la percepción externa que se tiene de nosotros. Seres que podrían pasar por pacíficos, inofensivos e ingenuos se hallan en potenciales condiciones de contener un universo narrativo sumamente hostil y crítico, y no dudo que esta sea la historia de uno de ellos. Pero antes, quisiera hacer una pequeña digresión temporal.

Los años 80′. Las duras secuelas de posguerra para Japón ya habían pasado hacía un par de décadas, gracias al enorme esfuerzo de los salarimen (léase ‘sararimen’, y entiéndase por ejecutivos y hombres de oficina, grupo eminentemente responsable del resurgimiento económico de la nación, cómo en el Super Business Adventure) y en la tierra del Sol Naciente estaban todos al tanto de las fluctuaciones de la cultura en occidente, incluso apropiando aquello que les resultaba de mayor interés. Recientemente el campo de la ciencia ficción se había establecido como algo más que un medio vulgar cundido de escritores mediocres y pecuniarios, y gracias a escritores como Phillip K. Dick, Arthur C. Clarke y Stanislaw Lem el medio escrito empezó a fomentar lecturas sociológicas de alto calibre revestidas en la piltrafa de naves intergalácticas y máquinas del tiempo. Empleando de nuevo la dupla literatura-cine, la importación de obras seminales como 2001: A Space Oddysey (1968), Solaris (1972), Logan’s Run (1976), Star Wars (1977) y la serie de televisión Star Trek abrió todo un mundo de posibilidades a una nación ya entecada en el tema de la vida extraterrestre y las implicaciones de un intercambio cultural. La Guerra Fría, con su carrera armamentística observada desde buena parte del globo, también hizo su tanto.

Yo ya he visto esto antes.

Los fans de estos renovados géneros empezaron a aparecer por montones. Yoshiyuki Tomino ya era un nombre de casa para principios de los años 80, habiendo trabajado para Ozamu Tezuka (el responsable de Astro Boy y el equivalente nipón a Walt Disney), aquel ya conocía muy bien el mundillo de los mecha, subgénero de la ciencia ficción que comprende gigantescas máquinas a menudo piloteadas por humanoides, las cuales se enfrentan a amenazas de aproximadamente su mismo tamaño. La temática había evolucionado muchísimo a partir del gigante de hierro Tetsujin 28-go (el manga de 1956 y la serie de anime de 1963) y tras el éxito de Mazinger Z (manga y anime de 1972) se sedimentó la gran mayoría de conceptos que caracterizan este tipo de historias, entre ellos las supermáquinas movidas por métodos desconocidos y que pertenecían a civilizaciones olvidadas, los científicos dementes y los pilotos que se convierten en uno con su vehículo. Tomino, a lo largo de la década de los “Super Robots” trabajó en tres animaciones de televisión vagamente distintas, siendo ellas Brave Raideen, Voltes V y Zambot 3, siendo notable esta última por la muerte de sus protagonistas al final de la serie, algo que recordaré más adelante. Años después, en 1979, Tomino creó Mobile Suit Gundam y cambió el panorama del género para siempre, alterando la manida costumbre de relatos maniqueístas del bien contra el mal y el concepto de las máquinas superpoderosas, tópicos que fueron reemplazados por morales más bien ambiguas y diseños sencillos producidos en masa, aludiendo a contextos más militarizados, plausibles y cargados de discusión. A este cambio se le llamó “Real Robot” y daba fe de la transformación del Japón a través de su contacto con la cultura estadounidense. Contacto, qué hermosa palabra, así debí haber empezado este artículo…

Menuda introducción.

Con esa palabra mágica abre esta película que realmente no es una película sino una compilación de diversas fuentes, mas haciendo gala de un pequeño agujero legal puedo tratarla como tal y darle de alta en este espacio. Space Runaway Ideon fue una serie emitida en 1980 y dirigida en su totalidad por Tomino, desviándose un poco de lo ya obtenido en MS Gundam y volviendo, en apariencia, a las raíces del “Super Robot”. La serie, enmarcada en el año 2300 de lo que aparentemente es nuestra era, consiste en los avatares de una máquina gigantesca conformada por tres camiones que se fusionan, Ideon, construída por la Sexta Civilización y enterrada en el planeta Solo junto con una nave espacial diseñada a medida del coloso, así como las tragedias que acaecen sobre la expedición arqueológica humana que descubre estos artefactos. Ideon, además de su intrínseco valor científico para la expedición, responde a unos intereses distintos frente a una civilización extraterrestre que casualmente pasaba por ahí, los habitantes de Buff Clan (no es un clan o una familia de algún tipo, ese es el nombre preciso del planeta) quienes, a pesar de su aspecto chocantemente humano y su elevadísimo nivel tecnológico, llegan a Solo gracias a la superchería que emana de una antigua leyenda/profecía, débilmente relacionada con un fenómeno natural que ha venido aconteciendo en su planeta, la leyenda de Ide. A eso le llamo yo ciencia.

Karala, una alienígena de Buff Clan, tiene la misión de investigar el planeta Solo y observar pistas que den con el paradero de Ide, descrito como un ser cuya constitución se escapa de la comprensión mortal y en el cual reposa el destino de los billones de vidas que pululan en ese sector de la galaxia. Su obstinación la llevará a liderar ella misma la expedición, lo que precipitará el contacto entre ambas civilizaciones. Los humanos, aunque armados, no muestran hostilidad ante el contacto, mas el fuego pronto empieza a ser intercambiado cuando uno de los miembros de la expedición alienígena bombardea la excavación del Ideon, alegando lo que hoy conocemos como “ataque preventivo”. Durante este ataque conocemos al protagonista de esta historia,  Cosmo Disco Yuki, a sus amigos Kasha, el pequeño Deck acompañado de la ardilla azul Rapappa (?) y al profesor Formossa que, tras haberlo visto menos de un minuto, muere frente a nuestros ojos gracias a una horrible explosión. Prepárense, porque es la primera (y más suave) de muchas experiencias similares a lo largo de esta película y la otra.

Igual, la segunda mitad del siglo XX nos ha enseñado muchas maneras para demostrar nuestro asombro, aprovechemos.

Cosmo y co. se embarcan en los camiones que conforman el Ideon, sin tener la menor idea de que este pueda llegar a hacerle frente a la expedición alienígena. Afortunadamente para los humanos, los camiones se unen para formar una sola entidad, un gigante metálico color rojo de 128 metros de alto que oblitera a la gran mayoría de las fuerzas invasoras, y en medio del fragor de la batalla Karala pierde su transporte, y sale en busca de refugio en compañía de su críada Mayaya; el esfuerzo de la tripulación del Ideon, no obstante, resulta insuficiente y el rencor de los alienígenas los impulsa a destruir la ciudad de los colonos humanos, obligándolos a escapar del planeta Solo en la nave que acompañaba a los camiones y que hasta ahora jamás habían visto en funcionamiento.

Entre los refugiados civiles se mezclan las dos alienígenas sin mucho éxito, siendo capturadas con prontitud dada su carencia de documentos de identidad humanos, y puestas como chivos expiatorios del exilio forzado. A pesar de que Mayaya es asesinada dentro de una jaula y de manera nada ceremoniosa, Karala es escuchada y eventualmente indultada de una muerte similar. Nos enteramos de que ella pertenece a una familia de alto rango en la sociedad de Buff Clan, por lo que su supervivencia resulta de vital importancia para varios miembros de la tripulación de la Nave Solo, como bautizan al arca de peregrinaje en la que se encuentran. Cosmo, por otro lado, intenta hallar razones para comprender la actitud de los alienígenas y el por qué están siendo perseguidos a muerte por ellos, siendo que esto podría estar relacionado con el Ideon, y por supuesto, con la jugosa leyenda de poder detrás de la máquina. A partir de ese punto la violencia empieza a escalar y lo que se pone en juego cada vez resulta más truculento, involucrando con fuerza a muchos de los miembros de cada bando, cada quien adquiere más razones para luchar… Aunque lo que se muestra no queda claro del todo, gracias a que esto es una compilación.

“¿Podrían ayudarme a conectar estos cables A/V? Tengo la serie completa grabada en VHS, tal vez entendamos algo.”

Como ya lo había mencionado, el carácter de esta película está concentrado en dar una idea de los sucesos acontecidos a lo largo de 39 capítulos emitidos desde 1980, y aunque habían sido planeados como 43 en principio, por motivos que podrían ser llamados “La maldición de los robots lúgubres” esos últimos 4 capítulos fueron cancelados dado un corte de presupuesto; lo mismo le sucedió a Tomino con Mobile Suit Gundam en su tiempo y sucedería alrededor de 15 años después con Hideaki Anno y su serie Neon Genesis Evangelion (1995), de la que ya he hablado acá en otras ocasiones y que, incidentalmente, tiene más de un estrecho vínculo con Space Runaway Ideon, al menos de acuerdo al testimonio del mismísimo Anno. La seriedad y amargura con la que Tomino aborda la serie-película es lo que impresiona, dejándonos una muestra de las tribulaciones por las que tienen que pasar los tripulantes de la Nave Solo, con el Ide como único testigo, juez y verdugo del destino de todos los mortales a años luz a la redonda. Es evidente que, habiendo tantos personajes en el reparto y comprendiendo una historia tan compleja, en apenas hora y media resulta absurdo abordar cuestiones como profundidad del personaje, arcos de transformación y demás, que demandarían (como recomendación) ver la serie completa. ¿Cuál es la intención de acortarla de esta manera?

En el mismo 1982 junto a esta misma “película” se lanzó, a petición del público, lo que vendrían siendo esos últimos 4 capítulos jamás emitidos, que a pesar de haber sido lamentablemente resumidos en los últimos 2 minutos del episodio 39 de la serie original (no es broma) tenían en sí el desenlace inesperado de una historia de incomprensión, xenofobia y en últimas el perdón hacia la vida, de la mano de la resurrección de los buenos sentimientos. El mismo Tomino se sorprende en la actualidad que tanto la serie como esta película de compilación y el súper episodio final hayan sido tan tristes y desesperanzadores, a la Zambot 3 (que no se me había olvidado) chocando más de una juventud en el proceso al exponerle la muerte como nunca antes se había visto en la animación, corriente e inexorable, tal y como la hemos conocido siempre. Claro está, que la Parca esté vestida de aleación lo hace más interesante y llevadero, sin contar con la sorprendente narrativa con la que esta serie pasó desapercibida en su tiempo pero que, viendo las influencias, debería dársele al menos un pequeño reconocimiento. He aquí mi parte.

Así se resuelve un conflicto al estilo Tomino.

Si buscan lo suficiente podrán encontrar esta película completa en foros o incluso en YouTube. Jamás llegará a Norteamérica, y mucho menos acá, por lo que conocerla de esta manera no es realmente un crimen, sin mencionar que los fansubs son usualmente de buena calidad. Un poco más de información (y el crédito donde debe ir) puede hallarse en este sitio fan de la serie (Link fallecido, acá reproducido en archive.org), que también aporta su tanto sobre las películas. Por lo pronto me retiro, hay una segunda parte que espera visionado.