“John Carpenter’s The Fog” comienza con John Houseman (el famoso profesor Kingsfield de “The Paper Chase”) cubierto de pelo facial blanco y una gorra azul de capitán contando historias de terror del mar a un grupo de niños que le escuchan. Entre estas figura la historia de La Niebla, que cubre a una embarcación y causa su naufragio y la muerte de todos sus tripulantes. ¿La fecha? 21 de abril, 1880. ¿El navío? El Elizabeth Dane. Por supuesto que no es un momento gratuito y la historia no es tan sencilla. Se trata después de todo, del filme de fantasmas de Carpenter y con él viene todo tipo de eventos, desgracias y alegrías. No se trata de su mejor filme (ni siquiera su mejor fracaso), pero para aquel que le tenga cariño al género o aquel que haya seguido la transición fílmica del director, se trata, en sus propias palabras, de un clásico menor del horror.
Bueno, quizás clásico no es la palabra adecuada. Ahora, no piensen mal, cuando “The Fog” funciona es efectiva, desde moderadamente efectiva hasta extremadamente efectiva. PERO, el problema radica menos en su maestría técnica y más en el hecho de que “The Fog” no tiene mucho sentido. Sí, es cierto que no tiene mucho punto juzgar el cine de terror bajo parámetros tan extremistas (“Zombi 2” de Lucio Fulci, después de todo, se esmera en ser ilegible pero es un clásico del cine B). Sin embargo, el problema no es que “The Fog” no sea creíble (no importa sí lo es) sino que no sabe muy bien que quiere ser. O que es. Y por momentos parece ser dos películas embutidas en una.
All that we see or seem but a dream within a dream.
Escrita por Debra Hill y Carpenter, “The Fog” comienza con dicha frase de Edgar Allan Poe y las historias del Sr. Machen (Houseman) pero pronto evoluciona a la historia de un pueblo entero, Antonio Bay, en su centenario (que se celebra el 21 de abril de 1980. ¿Coincidencia?). Conocemos a varios personajes comenzando por el padre Malone (el habitualmente grandioso Hal Holbrook) y su ayudante (el director en un breve cameo) que descubre entre las paredes de la vieja iglesia el diario de su abuelo donde esté explica el pasado turbio del pueblo. Conocemos también a la joven madre Stevie Wayne (Adrienne Barbeau, haciendo las veces de heroína y esposa de Carpenter al mismo tiempo) dueña de la estación de radio que emite desde el faro al lado de la bahía y a su hijo Andy, que no solo está entre los espectadores de Machen sino además encuentra en la playa un viejo pedazo de madera con la palabra “Dane” sobre él (que más adelante es la fuente de la mejor secuencia del filme, apropiadamente espeluznante). Está Kathy Williams, la matriarca del pueblo, (Janet Leigh haciendo las veces de homenaje a Hitchcock) y su ayudante Sandy (Nancy Loomis, en su tercera colaboración consecutiva) ocupadas con los preparativos del centenario. Está el inversionista marino Nick Castle (Tom Atkins) y su fácil novia autoestopista Elizabeth (Jamie Lee Curtis, repitiendo y ahora con su madre), está el meteorólogo Dan O’Bannon (Charles Cyphers, por la tripleta) y el Doctor Phibes (Darwin Joston de “Assault On Precinct 13”, pero enmarcado con gafas). Todos estos personajes se ven afectados por fuertes temblores, vidrios rotos, una densa niebla y la muerte de algunos vecinos desde medianoche hasta la una. En el transcurso de una hora y media sabremos que trae consigo la niebla, quien sobrevivirá y cual es la verdadera historia del pueblo. Lo que suena todo bastante tradicional e incluso esperado, pero en el camino Carpenter nos esconde sorpresas tanto satisfactorias como desagradables.
La menos placentera viene de lo genérico que acaba siendo el resultado final. La película resulta incómodamente predecible en su mayor parte y por momentos parece ser el producto de un estudio y no de un auteur, que Carpenter sin duda alguna lo es. A pesar de los estupendos resultados cosechados por su primera colaboración, Hill y Carpenter deciden en esta ocasión entrar a la violencia gráfica con mucho más detalle. Apuñalamientos y empalamientos son puestos en escena con frecuencia con una sospechosa falta de sangre, pero con el sonido para respaldarlo. Por supuesto que no tengo nada en contra del gore, pero las razones no son la mejores para usarlo en “The Fog”. ¿De que razones hablo? Bueno, básicamente la película tuvo un recibimiento problemático por su director, que al ver un primer corte del filme lo sintió incompleto y flojo. Así que se dedicó a rehacer escenas y agregar otras (incluyendo la aparición de Houseman) y se enfocó en agregar violencia gráfica para competir con el ya violento mercado. El resultado monetario fue un éxito, aunque no de la magnitud de “Halloween”. Hecha con un presupuesto de 1 millón de dólares (que igual más que triplicaba su presupuesto anterior) recuperó la inversión y 20 millones extras, pero aquello no quita de las fallas de la obra: El guión tiene serios problemas de personajes. De hecho, la presencia de un personaje principal es nula, y solo tenemos personajes secundarios vagamente definidos (la mayoría rayan en el estereotipo). Aunque esta parece ser la intención de Carpenter y Hill y es una estrategia que ha dado frutos extraordinarios antes y después (que lo diga Robert Altman), en el caso particular la estructura no resulta particularmente cohesiva o interesante. Lo que nos lleva a otra gran falla: si los personajes no nos motivan ni emocionan, es en gran parte porque el resultado final que vemos hoy día está compuesto en un tercio por la segunda filmación emprendida por Carpenter después de ese primer corte. “The Fog” se debate entre ser una historia de fantasmas más hacia lo fantástico (capitulada por la narración de Machen) y un slasher film en su más pura forma. Es un filme dividido contra sí mismo.
Lo que no nos impide disfrutar de la maestría del director, ya hecho y derecho, en acción. Incluso sus fracasos traen consigo un aura fascinante (y en este caso, secuencias escalofriantes). “The Fog” funciona por segmentos, si no como una obra en su totalidad. El trabajo de Holbrook y Houseman es estupendo, haciendo de sus escenas personales pequeñas obras maestras diseccionadas. La primera noche en que la niebla ataca es admirable, no solo por el racionamiento de presupuesto que ha caracterizado a Carpenter en su carrera, sino por su impecable sentido del suspense, que desafortunadamente acaba empapado de tripas.
Lo que les deja con dos opiniones parciales, las cuales no comparto en realidad. Una de ellas, que no me gusta este filme. Falso, solo que he venido a esperar bastante del director, y cuando no logra éxito en todos los niveles, es decepcionante (aunque igual interesante: algo que nunca será es aburrido y gracias a dios por eso). Lo que no significa que no la haya disfrutado (Que sí lo hice. Después de todo, ¿cada cuanto puedo ver historias de piratas fantasmas sin Johnny Depp?). La segunda, que estoy en contra del gore. Que no lo estoy (una referencia a Zombi 2 debería ser suficiente). Pero sí queda alguna duda de que está segunda (y falsa) opinión, basta con ver “The Thing”, que revisaré pronto. No es que no me guste la violencia gráfica llevada hacia el extremo, solo que se que Carpenter la puede usar como uno de los mejores (que, en mi opinión en esta ocasión verdadera, lo es).
Si la versión original ha dejado un mal sabor de boca, la versión remasterizada es cien veces más amarga, en la que está incluido, entre otros afamados personajes, el protagonista de “Smallville”.
Una pregunta que queda sin responder ¿está oleada de reseñas de peliculas de terror es con el ánimo de ambientar este frío mes de octubre que ya llega?
Ah, gracias por recordarme sobre el remake (pero quizás fue una buena idea no mencionarlo en el artículo, por obvias razones). En cuanto a la razón de los artículos, el mes de octubre es solo una coincidencia, pero una que resulta bastante suertuda.
Hola,
muy buena pelicula, aca les dejo un articulo sobre KAB Radio en La Niebla:
http://cinebug.wordpress.com/2011/01/02/john-carpenter-hora-de-las-brujas-niebla/