Con todo lo que podría escribir acerca de un número que me agrada tanto como el tres (gusto derivado de alguna razón esotérica que aún no comprendo bien) mucho me temo que no tengo muchas guirnaldas para adornar la presente hoja. Es menos inusual que tras una larga pausa el siguiente escrito tenga como motivo alguna divagación, siquiera un nebuloso hilado de ideas que puede que disfruten leyendo, como puede que no.
Si quisiera darle un poco de orden a lo que quiero decir a continuación, lo mejor será iniciar con una anécdota trivial y de poca monta. Hace poco volví a usar Facebook con una cierta frecuencia, actividad que llevaba un par de meses en el entierro; y si bien sigue siendo la misma plataforma que muchos hemos aprendido a odiar, le puse atención a un fenómeno que anteriormente no había considerado en su totalidad, apenas si le guardaba opinión alguna: las listas de películas en Internet.
Hubo un par de desencadenadores, una amiga y alguien que no conozco (pero sin embargo tengo como contacto, porque estamos hablando de Facebook) colgaron en sus muros un par de listas. Listas inocuas, ni siquiera parecidas entre sí. Diría que estas enumeraciones no son malas o perniciosas en sí mismas, un inventario o una serie de referentes conectados permiten organizar y agrupar elementos en común a nuestros intereses, siendo altamente valoradas la puntualidad y la parsimonia. El problema nace cuando estas listas son redundantes o no tienen una estructura común, cuando intentan abarcar horizontes tan fatuos que se desparraman en mierdas inimaginablemente confusas. Algunos de ustedes ya las conocerán, y en caso de que no es muy fácil adivinar a dónde van.
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Me llevó algo de tiempo construir con solidez lo que desprecio de estas listas particulares, su escaso e intrascendente aporte y, con mayor relevancia, el por qué siento que escribir es algo que debemos retomar. Se puede asumir de entrada que me siento en una posición de superioridad intelectual al separarme de esos divertimentos populares, y bueno, si no han leído el aviso de bienvenida que tiene esta página mucho me temo que no van a hallar mayor entretenimiento con unos sujetos dotados de la honestidad que confiere unas condiciones de eterna adolescencia e inmadurez. Pero antes de volver a los látigos que tanto nos gustan, me gustaría que leyeran lo siguiente:
Las 15 mejores películas latinoamericanas de todos los tiempos (Tomado de esta fuente), entre las cuales, arbitrariamente, se encuentra una película de Luis Buñuel, un director que, si mal no recuerdo, es español. Eso, o el hecho de calificar El Topo (1970) como “la única película latinoamericana con estatus de culto”. Estoy lejos de calificar a Latin Times como una institución creada ad hoc para cumplir con la fecha límite de una publicación y dotarla de cierta verosimilitud. No son sólo esas las cosas que me hacen sonrojar, sino que el mismo título del artículo deja ver que es un gancho fácil a la hora de atraer lecturas desprevenidas. No espero que la gente lea en la parada de bus un artículo de 1500 palabras sobre la evolución del cine silente alrededor de 1927-28, o de las particularidades de la música pop como un vehículo narrativo de la independencia emocional, ni mucho menos una exhortación a leer a Bill Nichols en su tiempo libre (aunque sería muy sensual si lo hicieran) pero al menos confío en que la curaduría de esa suerte de listas sea competente en un mínimo posible.
Pero ¿Con qué cara uno podría catalogar un puñado de películas como las mejores de todos los tiempos de todo un continente? Viendo más allá, me sorprende la osadía con la que fue construida esa quincena, cuando normalmente no es sino más de lo mismo. ¿Cuántos sitios y conversaciones más usted debería visitar, estimado lector, para saber que algún día de su vida tiene que verse The Godfather, Citizen Kane, Metropolis, Jaws, 2001: A Space Oddyssey o Battleship Potemkin,? Lo más divertido del asunto es que podría no hacerlo, porque estas películas (a menudo valoradas como ‘las mejores de la historia’) pertenecen a una parte del espectro, de modo análogo a como la luz visible pertenece al espectro de las ondas electromagnéticas. Haría falta más de una vida para poder ver todo lo que “vale la pena” ver, y con semejante mención también me estaría metiendo en las mismas aguas mugrientas que llevo varios párrafos vilipendiando.
Confío en que lo anterior me lleve al punto que quería abordar, tal vez en secreto o con escasa claridad, acerca de lo que nos mueve a a escribir. En últimas es el motivo por el cual nace Filmigrana y el blasón que nos enviste cuando queremos poner el alma en estos artículos dispersos, y asumo que mis compañeros me llegarán a perdonar si hablo por ellos en términos que no emplearían o considerando ideas que jamás se les pasaría por la cabeza. Nosotros no vivimos de esto, pero sí entregamos nuestros demonios y más perniciosos prejuicios como prenda de nuestra honestidad, temiendo que la oración completa pueda sonar bastante paradójica.
Hablamos de “otro” cine que no ha sido explorado y del que hace falta indagar, y no separo “este” y “otro” como un maniqueísmo, sino que ambos pueden estar muy cerca y ser muy diversos a la par, con lazos inadvertidos. No estoy haciendo una distinción de cine “comercial” y “arte”, distinción no sólo barata en demasía sino además indistinguible e inútil a la hora de separar lo uno de lo otro. Para nosotros Hellraiser V: Inferno (2000) merece tanta atención como Holy Motors (2012), y dado el perfil de esta última no cabe duda que ya se habrá escrito lo suficiente sobre ella, por lo que nos pesa más la urgencia (en un sentido muy vago de la palabra) para acudir a la primera. También hay otra manera de ver las mismas películas de los listados infinitos. Las infografías de John LaRue o el excelente Five from the Fire de The Pink Smoke son un par de ideas que se me vienen a la cabeza, pero hay todo un horizonte por explorar (y más aún por trabajar). Si las listas han de servir de algo que sea para llenar los vacíos contextuales, pero en lo posible preferiré algo que me haga preguntas o me lleve a indagar, a cambio de los lugares comunes y el silencio que propone lo obvio.
No queda sino adicionar a lo anterior la subjetividad de una vida diletante y cómoda como la que he tenido, dentro de un país en el que se viven procesos y rupturas que dejan ver un legado de poder y violencia que sobrepasa los dos siglos de independencia nacional*. Eso, y el alcance de una pequeña audiencia que emplea toda una diversidad de recursos para florecer el debate en Filmigrana, aunque sea entre las mismas 10 personas (y estoy siendo muy optimista con las cifras). No es algo que se llegue a hacer por nombre o reconocimiento, pero sentimos que la crítica es especialmente necesaria en una industria apenas naciente. Nos vamos a enfrentar a muchos insultos e improperios en los años venideros, si tenemos suerte de ser leídos, y los recibiremos con la misma entereza que hemos asumido las correcciones y las apreciaciones hasta ahora. Si les nace acompañarnos, serán muchos muros de texto e imágenes más para todos.
Let the show continue.
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Las listas como el fundamento de “lo que nos gusta a todos” o el asesinato de la pluralidad en la medida de la comodidad de saber “lo que está bien”. En vez de esto, escribir. (?)
Me quedo con lo desconocido, las comparaciones inconcebibles en retrospectiva, lo que queda para contar tras navegar en el Mar de Gusanos.
El resultado será algo patán, pero es lo más sincero.
Esas calificaciónes de “el mejor del mundo” solo las creo en los juegos olimpicos o los mundiales y aún así son cuestionables. Pensé lo mismo cuando leí el calificativo que le daban al topo . Buenas lineas
“Las 10 mejores pinturas rupestres” y “los 5 mejores frisos persas” no me arrojaron resultados positivos, pero seguiré buscando. El problema es cuando el público es muy general, entonces no se puede establecer “mejor” para quién o por qué.
Eso, y los top ten del Transmilenio que hacen más rápido cualquier viaje.
En mi experiencia, esas listas, aún siendo buenos referentes básicos en el cine, han sido tristes temas de conversación de odiosos ***jipsters wannabe*** Sin nada que aportar e insoportablemente tediosos. Muy buen artículo.
Eso es algo que en un principio me hizo falta apuntar, el circle jerk producto de la homogeneidad del conocimiento superficial (que oración tan larga para lo poco que dice). Hay listas divertidas pero triviales e intrascendentes, como las de Flavorwire o algunos artículos de Cracked, y la calidad de la conversación que éstas susciten depende esencialmente de los tediosos sujetos involucrados en la misma.
Nosotros somos odiosos, pero intentamos ponerle nuestro toque de cocina personal, gracias.
Tengan por seguro que son personas corrosivamente odiosas pero CON fundamentos y personalmente confío mis gustos “toscos” por el cine a ustedes. Aprovecho el espacio, estaba buscando algo de Terence Hill y Bud Spencer y no vi nada, ¿habrá una posible entrada acerca de ellos?
Pondremos a k0walski, nuestro especialista en Western, en el trabajo.
Espero con ansías la entrada. Merci.
Tantas líneas para decir algo que ya se sabe: esos superlativos siempre serán relativos. De hecho están cayendo en una paradoja y mi pregunta es, cuál es el criterio a la hora de seleccionar una película más allá de lo personal y lo subjetivo ¿?
Estaré atento a sus próximos artículos. Los felicito por el blog.
Gracias por las felicitaciones, Nelson. Esperamos haya echado una ojeada a las otras secciones, hay opiniones de todo tipo.
A pesar de la obviedad que pueda presentar este escrito, ese tipo de contenidos siguen proliferando y resulta todavía difícil distinguir entre un análisis y una agrupación de elementos bajo una premisa muy vaga. Además, sentí cómodo el exponer la situación para presentar lo que podríamos llamar un “criterio”, pero que en realidad no lo es, o al menos no a priori.
Los primeros artículos eran sobre un director en concreto del que queríamos hablar, como una especie de “show and tell”. Empezamos a ver sus películas en orden cronológico, a escribir sobre ellas con esa misma línea y notamos que las películas hablaban mucho por sí solas y que la obra completa era de una calidad irregular. Esto también es algo obvio, pero llevó a crear otras secciones e intentar agrupar las películas ahí dentro, más por la estructura del sitio web que por un consenso al que se pueda llegar o una escala de valor. Hay películas que consideramos que merecen amor y atención, otras que son placeres culposos que todos saciamos en solitario o en cábala. Vemos algo y luego elegimos a dónde va, a medida que lo revisamos; el criterio está en la película en sí y la discusión que tenga para ofrecer, más o menos el intentar hallar lo que se pueda leer en ella.
Ayer vi una película colombiana y me pareció muy mala, pero no es igual de mala a otras de las que he podido decir lo mismo, y eso es lo valioso: esa vileza diferente en cada obra, de la cual podemos sentarnos a hablar con conclusiones distintas (y a veces contradictorias) en cada ocasión.